Lo que en su juventud comenzó como un hobby, con los años se convirtió en su estilo de vida, su fuente de empleo y como la acción que lo ha llevado a destacar en el arte urbano callejero, profesional y las artes circenses. Es la historia de Samuel Vázquez Medrano, quien es zanquero malabarista golo en el municipio de Querétaro.

Originario de Acapulco, Guerrero, Samuel Vázquez Medrano, de 42 años, llegó a vivir a Querétaro desde niño. Fue por el trabajo de su abuelo, Luis Vázquez Zarate, quien era representante de ventas de una empresa de metales, que su familia adoptó al estado como su hogar.

Durante su paso por la preparatoria, Samuel conoció a otros jóvenes que realizaban malabares callejeros y percusiones africanas como hobby. Con el fin de socializar con ellos, Samuel comenzó a practicar los malabares golos o palos chinos, pero con fuego, esto consiste en manipular tres bastones en el aire al mismo tiempo sin que se caigan y, para mayor complejidad, en los extremos de los bastones les prende fuego.

Al desarrollar esta habilidad, en 1999, Samuel y otros amigos decidieron irse a “trabajar” a los semáforos del centro de Querétaro y dar pequeños shows callejeros para obtener dinero.

“Mi familia no me apoyó porque decían que era para vagos [...] yo empecé como malabarista de semáforo, pero nunca pensé que ese fuera a ser mi sustento y que fuera rentable”, dijo.

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Tras siete años, Samuel comenzó a verle el lado cultural a su habilidad y a ir a festivales culturales, musicales y circos. Fue gracias a su show de fuego que un director de compañía del estado de Guerrero le ofreció su primer contrato formal, pero con la condición de que hiciera su mismo espectáculo en zancos.

La necesidad económica lo llevó a aceptar el contrato y a aprender el arte de los zancos, en la actualidad lleva casi 19 años trabajando como zanquero.

Aunque tenía miedo, practicó todos los días y al poco tiempo desarrolló la habilidad de saltar, agacharse, caminar de frente, de reversa, de costado y más en zancos, lo que enriqueció su show.

Gracias a su espectáculo y a sus destacadas habilidades, él siguió acudiendo a festivales y presentaciones y se ganó su nombre artístico: Za Sa Zamy.

A la fecha sigue colaborando en todo tipo de festivales, tiene contratos para dar shows en otros estados del país, ofrece contratos para publicidad política y comercial, entre otros; sin embargo, nunca ha dejado de ofrecer sus shows callejeros en los semáforos y desde hace más 10 años se presenta en la esquina de la calles Constituyentes y Luis Pasteur Sur, es decir, en la Alameda Hidalgo.

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La vida en los zancos

Samuel comentó que los zancos le cambiaron la vida por completo. Dijo que sigue aprendiendo y perfeccionando su técnica.

“Yo allá arriba soy diferente a los demás zanqueros, he entrenado tanto, he pasado tanto tiempo en los zancos que ya son una extensión de mi cuerpo, claro que siento vértigo, claro que a veces me da miedo, soy un humano, pero el zanquero que existe en mí se emociona mucho, aun después de tantos años [...] Yo si ahorita me subo a los zancos dejo de ser un ser humano normal para convertirme en alguien extraordinario y entro en mi personaje como Za Sa Zamy”.

Reconoció que es un trabajo peligroso, pues el riesgo de sufrir una caída es latente. Ha tenido varios accidentes graves, incluso ha dejado de caminar por varios meses y se ha visto obligado a dejar los zancos por casi medio año para su recuperación. Al menos una o dos veces al mes debe ir al quiropráctico para revisiones y atender problemas en la espalda y piernas que presenta por estar tanto tiempo en los zancos.

Explicó que él ha ido creando y adaptando los zancos a sus necesidades; detalló que existen piezas que van desde los 800 pesos hasta más de 50 mil pesos. Mayoritariamente, él trabaja en unos zancos de acero de 125 centímetros de altura.

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¿Económicamente es rentable?

Aunque Za Sa Zamy ha logrado consolidarse en Querétaro y otros estados, él no ha querido dejar de trabajar en los semáforos, ya que además del beneficio económico que estos le generan, estos mini shows los considera como práctica para sus trabajos profesionales.

Precisó que por un espectáculo privado llega a cobrar hasta seis mil pesos por un turno de cinco de horas; en un semáforo gana desde 500 hasta los 2 mil 500 pesos por cinco a seis horas.

“El semáforo es el escenario más rudo que puede existir en todos los sentidos, además tenemos que presentar un show de menos de 50 segundos, parece fácil, pero para nada lo es”.

Agregó que tiene un total de seis hijos con su esposa, además de muchas mascotas y es gracias a su trabajo que toda su familia tiene una vida digna.

Finalmente, llamó a todas las personas que tengan algún sueño a luchar por él.

“No hay ningún mérito en no intentarlo, el mérito es intentarlo; todo se ve difícil desde fuera, pero ya cuando lo practicas es más sencillo, lo más importante es sólo intentarlo porque la mayor recompensa será conseguir las cosas [...] los zancos y el fuego son de las cosas más maravillosas que me han llegado pasar en la vida”, ultimó.

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