Rebeca Torres, voluntaria desde hace seis años en la Estancia del Migrante González y Martínez, recuerda que hace muchos años, al ver pasar el tren con las mercancías cubiertas y las personas arriba, sintió rabia y se dio cuenta de que algo estaba mal, por lo que decidió ayudar a quienes por necesidad y muchas veces para salvar la vida dejan sus países.

La joven no deja de moverse. Puede platicar mientras acomoda parte del apoyo que ha llegado a las oficinas de enlace que tiene en la ciudad de Querétaro la Estancia del Migrante, en Cuauhtémoc 45A, muy cerca de la antigua estación del tren.

La también maestra del Tec de Monterrey recuerda que su primera experiencia con los migrantes fue en su formación de estudiante, muy joven, cuando se dio cuenta que algo no estaba bien en el sistema.

La primera vez que vi un tren pasar por donde está la estancia, en Tequisquiapan, y la mercancía iba adentro, protegida, y la gente iba afuera, muriéndose de hambre, es cuando dije: eso es lo que está mal. Eso fue lo que a mi me hizo, no conmoverme, me dio rabia y mucha indignación”, cuenta.

El trabajo

Rebeca muestra unas mochilas armadas con todo lo necesario y marcadas por fuera para identificar el contenido, que fueron donadas por la organización Tejer comunidad de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

Son exclusivamente para mujeres y niñas. Incluso, algunas mochilas incluyen la pastilla del día siguiente, porque muchas mujeres en su tránsito migratorio son violadas, por lo que ese producto es muy importante para las migrantes.

Otro joven apoya a Rebeca acomodando y metiendo las cosas que lleva una mujer en una camioneta de lujo. Se hace un inventario de las cosas que les donan los ciudadanos empáticos con los migrantes.

Indica que cuando se van conociendo las historias de las personas migrantes se repiten y tienen como común denominador la violencia. Son historias de despojo de sus comunidades, en donde incluso la violencia les persigue.

“No hay [en sus países] oportunidades de trabajo. Mucha gente dirá: aquí tampoco, pero las condiciones allá son provocadas, y no quiere decir que aquí no haya, porque ahora aquí, que tenemos el centro de acopio, que tenemos un letrero, pasa gente que es migrante, que es desplazada interna. Aquí también pasa y son las mismas historias: despojo territorial, falta de oportunidades, de violencia constante hacia las mujeres, hacia los niños. Y creemos que ya no es la idea [de los migrantes] esa del sueño americano, que era hace unas décadas, de ir a hacer dinero en Estados Unidos. No, ahora es moverte forzadamente porque necesitas salvar tu vida, porque si te quedas ahí, tu vida está en riesgo”, abunda.

Al interior de las oficinas de enlace hay bolsas con ropa, separada para hombres, mujeres, niñas y niños, alimentos, agua, algunas medicinas, que luego se llevan a la Estancia del Migrante, en Tequisquiapan.

La joven agrega que las personas migrantes requieren convicción de lucha, no caridad, que encontró en la estancia, pues lo considera un espacio de lucha, de defensa de los derechos humanos de los migrantes.

Ser voluntaria

El trabajo voluntario de Rebeca ocupa casi la mitad de sus jornada laboral, que es de aproximadamente 12 horas. Al día puede dedicar hasta cinco horas al a la tarea de ayudar aunque también dentro de sus actividades tiene que ver la regularización migratoria de las personas, denuncias que se deben de hacer de lunes a domingo, “siempre hay que estar al pendiente”, dice.

Añade que en ocasiones jóvenes estudiantes universitarios acuden como voluntarios a separar y ordenar los donativos, dedicando varias horas a la separación de los productos donados.

Sobre los mensajes de xenofobia contra los migrantes durante las últimas semanas, a raíz de las caravanas que partieron de diversos países de Centroamérica, dice que en Querétaro hay de todo, pues como hay personas muy solidarias, hay quienes no les interesa apoyar.

“Hay quienes se solidarizan de una manera muy humana y muy digna, pensando siempre en las necesidades de las personas migrantes al momento de donar, y se agradece mucho. También hay gente que dona lo que le sobra, dona basura. Además, sí encontramos estos mensajes xenófobos, un poco maquillados porque dicen: hermano migrante, regrésate a tu país.

“Incluso los he visto en medios de comunicación locales, donde los comunicadores tienen un desconocimiento de las condiciones de violencia, de la política en los países de origen de los migrantes y lanza juicios muy violentos, incluso criminalizando a las madres porque traen a sus hijos”, explica Rebeca.

Afirma que la situación de los migrantes ya dejó de ser sólo económica, pues se puede hablar de que son desplazados de sus naciones por las condiciones de violencia que se vive en sus lugares de origen.

“Somos racistas en el país. Ahora resulta que mucha gente se preocupa por los indígenas, cuando han estado aquí cientos de años y a nadie le importan”.

“Somos una sociedad profundamente racista y que ve al otro como una amenaza”, precisa mientras observa las bolsas con donativos que se recibieron en los últimos días.

bft

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