Querétaro, Qro.-

Rodolfo Paulín atiende a un joven que pide varios tamales para llevar, como obliga la pandemia por el virus SARS-CoV-2. Rodolfo explica que este 2 de febrero será distinto al de otros años, pues las ventas han caído en los últimos meses hasta un 60%, amenazando a los locales de la calle de Arteaga, que tradicionalmente en esta fecha reciben a los queretanos que celebran La Candelaria. Para evitar la aglomeración de clientes, recurren a las redes sociales y al servicio telefónico para atenderlos.

Los negocios de Arteaga, por lo regular están abiertos en las mañanas y en las tardes. En esta ocasión tienen horario corrido. No pueden permanecer abiertos hasta después de las ocho de la noche, cuando por lo regular siempre cerraban hasta las 10 de la noche. La pandemia, nuevamente, modifica los horarios de trabajo y de atención al cliente.

Dentro del negocio de Rodolfo, que fundó su madre, Ana María Paulín, hace más de 50 años, trabaja un pequeño grupo de mujeres, quienes limpian el lugar.

Dos mujeres atienden en la parte exterior del negocio que, de momento, no puede recibir a los clientes.

“Este es un negocio familiar. Lo inició mi mamá. De hecho ella empezó esto de los tamales en la calle de Arteaga hace poco más de 50 años, y aquí, en esta ubicación, donde estamos ahora, 12 años”, indica el comerciante.

En los negocios contiguos las condiciones de venta son similares. Los clientes escasean. Llegan a cuentagotas a comprar los tradicionales tamales, cuando en estas fechas es cuando más trabajo tienen.

“La pandemia nos ha pegado a todos, al sector comercial y a los restaurantes. Ha sido un golpe durísimo en muchos sentidos. Específicamente a los tamales, nuestra temporada alta, que abarca de Día de Muertos al 2 de febrero, ha sido devastador el golpe. En diciembre estuvimos vendiendo el 50, 60%, poniéndonos muy optimistas, de lo que esperábamos vender, en comparación de años anteriores.

Para el Día de la Candelaria estamos esperando este rango, entre 50, 60% de lo que estábamos acostumbrados a despachar y a surtir de pedidos”, comenta.

Señala que en esta nueva normalidad la venta directa en mostrador es la que ha disminuido de manera considerable, mientras que los pedidos que se realizan vía telefónica y redes sociales logran rescatar y salvar las ventas para estas fechas.

Las redes sociales han ayudado a sobrellevar la pandemia, además de que los clientes de los tamales son fieles.

“Tenemos nuestra clientela cautiva. Eso es muy evidente en la venta matutina, la venta muy temprano, de gente que sale de trabajar del tercer turno y de camino a casa pasa a comprar los tamales para desayunar, o gente que viene a trabajar, que compra a las 7:30, ocho de la mañana. También hay fechas muy especiales donde el tamal es importante. Una de ellas es el 2 de febrero”, abunda.

Explica que debido a la emergencia sanitaria, combinado con el hecho de que después del 2 de febrero las ventas disminuyen de manera considerable, el año pasado fue muy complicado en lo económico.

Las primeras semanas y meses de la pandemia, indica, fueron complicados debido al desplome de ventas.

Precisa que por fortuna no tuvieron que prescindir del personal que trabaja en el negocio, pero sí tuvieron que trabajar a medios tiempos; un día trabajaban ciertas personas, y otro día otras, aunque se tuvieron que recortar salarios. Trabajan de manera continua, acota, cuatro personas, y otras cuatro prestan sus servicios durantes estas fechas para cumplir con la demanda.

Un joven entra al negocio. Tras saludar, dice que va a recoger un pedido a nombre de una clienta. Las dos empleadas que atienden buscan el nombre y entregan el pedido al joven.

Rodolfo precisa que no son un gremio tan unido, pero sí puede apreciar que las ventas, para al menos los tres negocios de tamales más antiguos de Arteaga, han disminuido considerablemente.

“Lo notamos, cuando nos llegamos a saludar, que llegamos a platicar, vemos que cojeamos del mismo pie. Nos ha afectado, nos han bajado las ventas considerablemente”, agrega.

Por la calle de Arteaga los vehículos circulan lento. En algunas ocasiones, algún ocupante baja y entra a comprar, mientras el conductor da la vuelta a la cuadra, debido a que no es tan sencillo estacionarse. Es parte de la tradición de comprar tamales en la calle que es referente de la venta de tamales en Querétaro.

Rodolfo explica que la oferta de tamales ha cambiado con los años. Antes, de acuerdo a lo que le platica su mamá, se sabía que los tradicionales tamales de Querétaro eran rojos. Comenta que de tres décadas a la fecha, debido a la migración procedente de la Ciudad de México, los tamales verdes han ganado un poco de terreno sobre los primeros.

“En tamales La Cruz ofrecemos seis variedades de tamales salados, que son los verdes y los rojos, con pollo o cerdo, cualquiera de los dos. El de rajas con queso, el rojo con queso, y los de dulce, donde si nos podemos dar el lujo de hacer un poco de especialidad y experimentar con sabores. Los tradicionales son de piña y guayaba”, asevera. El atole champurrado y el arroz con leche, son las estrellas de las bebidas.

Rodolfo confía en que las cosas puedan mejorar, aunque también es realista y sabe que la situación no mejorará de la noche a la mañana. Sólo les queda resistir, y seguir complaciendo a los paladares queretanos con los tamales y el atole.

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