Socorro habla con pausas, lentamente. “El Covid aún me crea confusión mental. Nadie te dice eso”, señala la joven mujer, quien tras 54 días de lucha contra el SARS CoV-2 se recupera, pero con secuelas para su organismo, pues además de que la diabetes que padecía se hizo más severa, enfrenta un desorden toroidal, así como una afección cardiaca.

Narra que pasó sola este tiempo. Una de sus amigas, doctora de profesión, fue quien la atendió y cuando acudía a su casa a darle consulta, le llevaba víveres para toda la semana.

Se enteró de que se contagió de Covid-19 porque a su madre le mandaron hacer unos estudios. En el laboratorio le hicieron la prueba de Covid-19 y salió positiva. Luego, ella se hizo test, también fue positivo.

“Mi primera reacción fue de miedo. Tengo varias enfermedades, comorbilidades, que me decían ‘si te da a tí, prácticamente no vas a sobrevivir’. Tengo diabetes, herpes 1 y 2, y también problemas de tiroides y obesidad.

“La reacción en la familia fue negación. Mis papás y mis hermanos decían que no teníamos Covid. Fueron dos o tres días así, en los cuales no aceptaban los tratamientos. Una amiga doctora, que ha tratado a varios enfermos de Covid, nos dio el tratamiento al final, porque le mandé los resultados de los análisis, dijo que no había duda, que habíamos salido positivas a Covid, ‘va iniciando la enfermedad, sigan esperando más y va a empeorar’, porque mi mamá es hipertensa, tiene problemas cardíacos y Epoc”, relata.

Socorro dice que ante la negativa del resto de la familia, su mamá se confinó en una casa que tiene; ella hizo lo propio en su domicilio. Ambas pasaron la enfermedad en solitario.

Dice que todo el proceso de la enfermedad fue de 54 días, de los cuales 52 los pasó en confinamiento. El primer día que salió a la calle fue a una cita médica, donde la dieron de alta.

La mujer dice que casi no salía de su casa. Cree que se contagió con las cosas que pedía a domicilio, que no siempre desinfectaba. No salía a reuniones, a fiestas, a lugares. Conservó siempre el confinamiento, trabajando desde casa.

Ella comenta que durante los días que estuvo enferma no le daba apetito. Pese a ello, su amiga doctora le daba consultas a domicilio, las dos primeras semanas eran diario. Luego una vez a la semana.

Después presentó complicaciones, dice, sufrió una tormenta tiroidea, todo el sistema endocrinológico falla.

“[Tenía] dolor de garganta, ardor y dificultad para respirar. No tienes sueño en lo absoluto. Puedes pasar 48 horas sin dormir. No se puede respirar, y para pensar uno se vuelve muy torpe. A la segunda semana de estar enferma ya no pude seguir trabajando en casa, porque me tardaba mucho en hacer mis tareas. Fue cuando les dije que no podía trabajar, que no se me ocurría cómo mover el mouse. Ahí fue cuando me pusieron medicamentos vía intravenosa por una semana”, narra.

Comenta que debido a las molestias acudió al IMSS para internarse, pero le dijeron que podía caminar y seguir trabajando en casa. Le dieron incapacidad por tres días.

Socorro cuenta que su madre está bien, aunque su nivel de oxigenación es bajo. Los de ella, están normales. Sin embargo, las secuelas que presenta por el virus son arritmias cardiacas. Su corazón empezó a fallar, se controla con medicamentos, en lo que acude con un cardiólogo.

Además, su diabetes se descontroló. Estaba en un programa de control en el cual ya no podrá seguir, pues ahora debe de inyectarse insulina a diario. Su agudeza visual también se vio afectada, ve mucho más borroso. La voz de Socorro se escucha apagada.

En tanto, Jesús Vázquez, vicepresidente de la Sociedad Mexicana de Neumología y Cirugía de Tórax, explica que el volumen de pacientes ha sido la principal complicación.

“La enfermedad es muy difícil y cada paciente se comporta muy diferente. No tiene un patrón a seguir. Cada paciente hace un sinfín de síntomas, comportamientos, y falla respiratoria, fiebre, que son muy particulares. No necesariamente se parecen, hay enfermos que se pueden complicar el día cinco, y otros el día siete y otros el 11 o 12. La complicación puede ser en horas o en días, y muy graves o no tanto”, explica.

Vázquez Cortés agrega que la gran mayoría de las pacientes se recuperan al paso de las semanas o meses, pero hay quienes quedan con un deterioro funcional importante, con alguna lesión permanente, dependiendo del daño requieren rehabilitación pulmonar o ejercicio.

“Hay pacientes que pueden estar hasta cinco meses con síntomas. Hay pacientes que están mareados, que sienten escalofríos, dolor de pecho, de espalda o de cabeza. Incluso tos, falta de aire, de concentración, insomnio, dolor en piernas y articulaciones. Esto puede durar o ir y venir los siguientes cuatro o cinco meses. La recomendación es tratar de no hacerle caso, hasta donde sea posible”, expresa.

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