Desde que inició la contingencia sanitaria por el Covid-19, las personas han ingerido y experimentado con distintos tés, infusiones, hierbas y demás alimentos que supuestamente previenen el contagio por el virus.

Incluso, por 200 pesos pueden comprarse en internet unos dispositivos colgantes llamados “tarjetas sanitizantes” que prometen liberar dióxido de cloro para bloquear el paso del covid-19 hacia nuestro cuerpo durante 60 días.

Sin embargo, el dióxido de cloro no se menciona sólo al hablar de las tarjetas sanitizantes, pues desde hace algunos meses, entre los vecinos, pequeños consultorios médicos o centros naturistas, se recomienda tomar el dióxido de cloro, mismo que es vendido en pequeños goteros o en grandes garrafas de varios litros.

El tema es polémico pues la mayoría de los doctores advierten de lo peligroso de ingerir el dióxido de cloro, que en grandes cantidades o después de un tiempo prolongado, podría ocasionar una intoxicación. Mientras algunos otros médicos recomiendan su ingesta para fortalecer los pulmones, al igual que lo recomiendan algunos naturalistas y biólogos.

Martín Romo es usuario del dioxido de cloro o clorito de sodio (como lo conocen algunas personas) desde hace 8 meses, comenzó a tomarlo a recomendación de unos amigos que son biólogos, quienes le indicaron que para fortalecer su sistema inmunológico, debía disolver seis gotas de la sustancia en un vaso con agua y tomar dicha infusión tres veces al día.

El hombre de 70 años asegura que desde entonces se siente “fantástico” y que ni siquiera se ha enfermado de gripa.

“Mis amigos son biólogos y confío en ellos, me dijeron que es inofensivo, que no me pasa nada, que es sólo preventivo, me explicaron que al ingerirlo se vuelve prácticamente oxígeno. Eso de que dicen que es veneno, que es tóxico, pues a lo mejor sí me enfermo si me tomo una cubeta de esto, pero yo me he sentido fantástico, llevo ocho meses tomándolo y la verdad ni siquiera me he enfermado de gripa por el cambio de estación”.

Martín tiene un hijo que es médico, y ese hijo es uno de los principales detractores del dióxido de cloro en su familia. No obstante, Martín continúa con su ingesta como también lo hacen sus hermanos.

De hecho, Martín asegura que ha comprobado los beneficios del dióxido de cloro no sólo en sí mismo, sino también en uno de los borreguitos que él cría y que estaba moribundo.

“Esa borreguita ya iba a morirse tenía espasmos horribles, muchas complicaciones para respirar, no caminaba, no comía, nada, ni siquiera el medicamento del veterinario la ayudaba, al final preparé unas dosis de dióxido de cloro, obviamente más fuertes que las que preparo para mí, se las dimos tres veces durante un día y a la mañana siguiente la borreguita ya estaba en pie. Continuamos dando dióxido de cloro y la borreguita se recuperó de inmediato”.

“El veterinario tampoco se explica cómo pasó, pero a mí me consta que nada de lo que habíamos intentado funcionó, hasta que probamos con el clorito”.

Martín se dice consciente de que mucha gente desconfía del dióxido de cloro, por lo que dice “yo no obligo a nadie a tomarlo, yo sólo cuento mi experiencia”.

Efecto placebo

El neumólogo Luis López Berlain señala que la ingesta de dióxido de cloro no sólo es peligrosa, sino que tampoco hay evidencia científica de los supuestos beneficios que proporciona.

Asegura que sus efectos son de tipo placebo, pues da la falsa sensación de que al ingerirlo el cuerpo se sanitiza de manera interna.

“He escuchado esto muy comúnmente, surge con las declaraciones de un químico que asegura que logró estabilizar esta solución para consumo humano, debido a que esto se diluye en agua en realidad se toma apenas 0.03% de dióxido de cloro, algo así, en realidad son cantidades muy mínimas; sin embargo, cuando el consumo es prolongado, puede provocar quemaduras al nivel de la mucosa oral, de la mucosa esofágica o de la mucosa gástrica, puede provocar también que no se detecten los niveles reales de oxígeno que tenemos en nuestro cuerpo”.

“Las personas que dicen ‘yo lo tomo desde marzo y no me ha pasado nada’ ahí entra el efecto placebo, que es uno de los efectos más poderosos.

“No hay ningún estudio para saber si la molécula de dióxido de cloro funciona o no, ni siquiera conocemos el perfil farmacológico del dióxido de cloro, no sabemos las dosis seguras en humanos, la forma en que se elimina del cuerpo tampoco la conocemos”.

López Berlain explica que el dióxido de cloro se utiliza comúnmente en las plantas tratadoras para potabilizar el agua (debido a las grandes cantidades de líquidos que se manejan), en el blanqueamiento del papel en procesos industriales, y en la descontaminación de edificios, debido a su capacidad de eliminar, hongos, virus y bacterias.

A la sociedad, Luis López pide no experimentar ni ingerir este tipo de sustancias y por el contrario, reforzar las medidas de salubridad que ya todos conocemos, como el uso de la mascarilla, gel sanitizante y mantener la distancia entre cada persona, “esas son las únicas medidas comprobadas, que ayudan a prevenir el coronavirus, nada más”.

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