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Despachadores, la otra cara del desabasto de combustible

Los trabajadores de las gasolineras son el eslabón más afectado; reciben menos propinas tras la problemática

Foto: César Gómez
09/01/2019 |06:56
Domingo Valdez
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Arturo Miranda, junto con sus compañeros despachadores de una gasolinera ubicada en Prolongación Constituyentes, en el municipio de Corregidora, espera que les avisen que tendrán una pipa de combustible para poder vender el producto y obtener dinero de las propinas de los clientes. Aunque dice que perciben un salario, su principal ingreso es lo que los clientes les dan por llenar el tanque, checar niveles y limpiar el parabrisas, recursos que dejan de percibir por la crisis en el abasto de combustible en Querétaro.

Existen, sin embargo, dos realidades, pues mientras algunas gasolineras presentan largas filas de automovilistas que buscan llenar los tanques de sus vehículos, otras lucen con pocos clientes, a pesar de contar con los dos tipos de gasolina que se venden en el país y estar separadas apenas por unas cuadras.

Arturo, hombre de 56 años de edad y anteriormente promotor de ventas, señala que tiene poco más de un mes de despachador de combustible. La empresa para la cual trabaja le dio la oportunidad de laborar, pues por la edad ya era complicado que le dieran trabajo en otro sitio.

El resto de sus compañeros están sentados en otra mesa, en el área de descanso de la gasolinera en la cual laboran. El encargado de la gasolinera, de nombre Miguel, indica que los despachadores están de “guardia”, pues de un momento a otro les pueden avisar que les van a surtir una pipa de gasolina.

Arturo, originario de la Ciudad de México, narra que al no encontrar trabajo como promotor de ventas, su cuñado le recomendó emplearse como despachador de combustible, pues le dijo que se ganaba bien de las propinas, ya que anteriormente se dedicaba a ello.

“Me he dado cuenta que en muchos trabajos, como en las gasolineras, están aceptando a personas de hasta 60 años. Así fue como me animé. Incluso tuve que aprender todo el proceso, de cómo llegar con el cliente, como tratarlo, el proceso de manejar una terminal, de cobrar, de dar bien los cambios (ríe), aprender a limpiar parabrisas”, comenta, al tiempo que asevera que la capacitación tiene una duración de entre 15 y 20 días.

Agrega que en el caso de la gasolinera en la cual labora respetan mucho los horarios de trabajo para el personal, que trabaja en tres turnos de ocho horas.

Indica que sus ingresos diarios de propinas varían entre los 200 y los 250 pesos, pero con la actual crisis por la escasez de combustible en Querétaro y buena parte del país, ha tenido que parar varios días, dejando de percibir esos ingresos.

Comenta que el domingo pasado cerraron la gasolinera, por lo que ese día no trabajó. El lunes, cuando les surtieron gasolinas, fue su día de descanso, y el martes, cuando inició su semana laboral, no tuvieron combustibles, por lo que son tres días que no obtiene los ingresos diarios que tenía.

“Muchos dicen que nos va muy bien de propinas. No, pienso que ya no, porque hay mucha competencia. Con lo que me dicen los compañeros, antes les iba mucho mejor… ahora hay una gasolinera en cada esquina. Se van a la primera que ven y ahí pasan”, asevera.

Los compañeros de Arturo escuchan a su compañero narrar su situación, que es la de todos ellos, que son el eslabón más débil de la cadena.

Para matar el tiempo los despachadores, en su mayoría jóvenes, juegan cartas. La mayoría espera tener buenas noticias y que es surtan de combustible.

En otra gasolinera, esta sí abierta, Gustavo Rosas, no para de atender clientes. La fila de autos ocupa incluso uno de los carriles de Prolongación Constituyentes. Explica, en los pocos segundos que tiene libres, que a pesar de tener muchos clientes, no están dejando buenas propinas, pues no pueden brindar el servicio completo, debido a las largas filas que hay.

Gustavo, al igual que sus compañeros despachadores, corren de una bomba a otra para atender a los clientes que piden el tanque lleno, previendo que pudiera faltar la gasolina en los siguientes días. El joven despachador agrega que en la gasolinera donde trabaja quizá el miércoles ya no tengan más producto, pues por la cantidad de automovilistas que acuden a comprar, sus reservas se agoten, incluso desde el martes por la tarde.

Mientras, atienden a los clientes. Tratan de despacharlos de manera rápida, pues los gestos de molestia están presentes en muchos de ellos. Apenas mascullan “lleno”, esperando que el trabajador cumpla con la orden y retirarse.

En otra gasolinera, ubicada en avenida Constituyentes y Corregidora, en el primer cuadro de la ciudad, Joel despacha gasolina a una camioneta en una bomba y a una motocicleta en otra. Dice que a pesar del número de clientes que hay en esa estación de servicio, las propinas no han aumentado. “La gente no nos da. No podemos darle todo el servicio”, abunda.

Jaime Linares, administrador de esa estación de servicio, también tiene que “entrarle” a despachar gasolina, pese a que son cinco los empleados para ese fin, pero son tantos los clientes que él también debe de atenderlos.

Apenas unos segundos entre auto y auto son los que tienen todos los despachadores de esta estación. Ellos tienen trabajo. En otras gasolineras los despachadores están a la espera de que les surtan combustibles.

Es el caso de las ubicadas en Prolongación Constituyentes, donde cuatro de seis gasolineras en no más de kilómetro y medio permanecen cerradas.

Los gerentes y despachadores se niegan a hablar. En una de las estaciones una joven despachadora está sentada junto a las bombas de combustible. No dice su nombre, sólo dice que “ni modo, no hay gasolina, no podemos trabajar”.

El gerente de ese negocio, desde la ventana de su oficina, dice que no pueden hablar.

Arturo se muestra preocupado. Dice, junto con el encargado de la estación de servicio, que esta situación tarde o temprano se tiene que normalizar, aunque desconocen durante cuánto tiempo podrán estar así. Ahora sólo les queda esperar una pipa.

bft