Querétaro.

Se escucha Smoke on the water de la banda Deep Purple, mientras que el microempresario Luis Alberto Bravo explica que, debido a la contingencia sanitaria, tuvo que cerrar su negocio de alitas. Sin embargo, lejos de quedarse en casa, junto con su equipo de trabajo hace comidas para repartir con la gente que se quedó sin empleo y con aquellas personas que se ganan la vida en los semáforos.

Las charolas de unicel comienzan a llenar una mesa en la puerta de su negocio, el cual tuvo que cerrar por la contingencia.

Sus empleados son quienes se suman a la labor humanitaria. Los insumos le han sido donados por ciudadanos que saben de su iniciativa, con la que en estos momentos apoya a las personas que más lo necesitan.

“Acabamos de empezar. La semana pasada comenzamos a recaudar insumos y la colecta de lo que la gente donó y empezamos a partir del lunes”, explica mientras comienza Highway to hell de la banda ACDC.

Explica que la semana pasada fue buena, pues hubo una gran donación de alimentos, y eso los motiva, porque la ayuda fluye en estos tiempos de pandemia.

“Llegaron donaciones de diferentes partes: del mercado del Tepetate, de civiles de la zona, gente que ya ha querido participar, inclusive por redes sociales nos han contactado y nos han traído muchas cosas, arroz, frijoles, muchos insumos”, apunta.

Indica que comenzaron con aproximadamente 70 comidas, aunque calcula que aumentarán a unas 100 diarias. Ese aumento lo quieren hacer poco a poco, pues no quieren que se desperdicien los alimentos.

Apenas pasa de la una de la tarde. Un hombre mayor llega. Pregunta si ahí es donde obsequian comida a la gente. Le responden que sí y le ofrecen un plato. El hombre sonríe y se lleva su charola.

Otras personas llegan también para pedir comida. Muchos son adultos mayores. Muchos viven por la zona o piden dinero el semáforo de avenida Constituyentes, muy cerca de la Ficha, que en estos días funciona como un refugio para quienes por la contingencia sanitaria han perdido el empleo o que no tienen los ingresos que percibían antes de la emergencia por el Covid-19.

Todos los días, dice Luis Alberto, trabajan siete personas, pero son muchas más. Un total de 60 personas han participado donando comida.

Comenta que en el viernes pasado llevaron alimentos a La Casa Hogar San Pablo. Los contactaron a través de sus redes sociales. Respondieron y les llevaron de comer a los 70 niños que viven en esa casa hogar.

La contingencia los tomó por sorpresa. No se esperaban lo que vendría. “Inicia la contingencia y nos dicen que será el 30 de abril [cuando se levantaría la emergencia]. Después a los cuantos días nos dicen que hasta el 30 de mayo. Ahorita no sabemos qué otra fecha darán. La gente [que trabaja con él] estaba nerviosa y quería saber qué íbamos a hacer. Me propusieron varias cosas: vamos a abrir y separamos las mesas, como propone la autoridad. Lo intentamos, medio funcionó, pero ahora nos restringieron el servicio sólo para llevar.

“Hicimos sondeos y todos los conocidos que hicieron eso cerraron, no cubren los gastos con el servicio sólo para llevar, entonces lo que hicimos fue reunirnos para ayudar”, puntualiza.

Dice que se juntaron sólo por ayudar, pues no obtienen beneficios económicos. “Es una satisfacción enorme lo que estamos haciendo. El agradecimiento a la gente y la ayuda que estamos proporcionando”, destaca.

Desde hace 11 años, Luis Alberto tiene abierto su negocio y nunca había pasado por una situación semejante. Nada similar había ocurrido. Al principio de la emergencia estaba nervioso, pensando qué pasaría, cuándo podrían volver a trabajar de manera normal. Se sacó de la cabeza esos pensamientos, pues sólo le traía preocupación y estrés, problemas emocionales.

“Lo que vaya a pasar, pasará y es inevitable. Lo que hay que hacer ahora es dar el ejemplo con lo que estamos haciendo, que la gente se una, que lo tome como un ejemplo a seguir, que nos unamos a ayudar, porque realmente lo que nos está golpeando no es la pandemia, no es lo económico, lo que nos está pegando es la cuestión social.

“Que la gente no participe, no se una, no se ayuda, porque al final de cuentas no tener dinero ahora no es un gran inconveniente, ahora es el comer, el subsistir. Todo mundo lo podemos hacer, si todos participamos todos vamos a tener que comer hasta que termine esta tragedia”, abunda.

Mientras se escucha de fondo Dream on de Aerosmith, Luis Alberto precisa que no basta con decir: “Qué padre que estén ayudando”, pues se debe de formar parte de un movimiento de ayuda. Un día a la semana se puede hacer, o en casa difundir lo que otros hacen. Ellos mismos son conscientes de que estar tanto en la calle puede ser contraproducente para su salud, pues se pueden enfermar, pero corren el riesgo por ayudar.

Juan Francisco Montaño Almanza (paramédico), Marco Saucedo y María Guadalupe Hernández son sólo tres de las personas que participan en esta iniciativa. Hablan con satisfacción de su trabajo, de su actividad en La Ficha wings, donde cambiaron las alitas por las raciones de comida que brindan a quienes viven la emergencia sanitaria con apuros, con poco dinero, pero no solos. Luis Alberto y su gente está ahí para ayudarlos.

Google News

TEMAS RELACIONADOS