Corregidora, Qro.

Con personal reducido y extremando las medidas de sanidad por la emergencia provocada por el Covid-19, el asilo Acacias hace frente a la contingencia. Los 30 adultos mayores que viven en el sitio son la prioridad, y el personal debe de trabajar más pues, para evitar riesgos, quienes trabajan en estos días son menos de los que habitualmente lo hacen, dice Carmen Jiménez Guzmán, directora de Residencias Acacias.

Señala que los familiares de los adultos mayores que residen en el lugar pueden dejar sus insumos, pero no pueden ingresar a visitarlos. Por su parte, la gente que labora en el lugar busca overoles para evitar contaminar a los adultos mayores, comenta.

“Con respecto a lo emocional sí nos está afectando porque ahorita si ya están pensando que los abandonaron, que ‘¿por qué no vienen’. No alcanzan a entender la situación a pesar de que ya les hemos estado dando pláticas y pláticas, para reforzar la higiene, que se laven las manos, ‘no lo toques, no escupas’. Con ellos nos está afectando un poco”, indica.

Apunta que no sólo los adultos mayores que están en el asilo sufren del estrés, pues el poco personal que trabaja el sitio también comienza a resentir la situación. Actualmente son 10 las personas que brindan el servicio para atender a 30 ancianos.

Las instalaciones del asilo son amplias y acogedoras. La iluminación es suficiente, y la luz del Sol entra por todos lados, haciendo del recinto un sitio tranquilo para los adultos mayores que tienen diferentes dinámicas cuando el lugar opera con normalidad.

La pandemia de Covid-19, de acuerdo al comportamiento de la enfermedad, afecta principalmente a personas de mediana edad y adultos mayores, presentando más tasas de mortalidad en este segmento de la población.

Incluso, los consejos que dan las autoridades de Salud, tanto estatal y federal, es que se tenga mucho cuidado con este sector poblacional, por ser altamente vulnerable, junto con las personas que tienen enfermedades crónico degenerativas.

Por ello, Carmen explica que la dinámica del asilo ha cambiado. Las visitas se cancelan, todo el personal no acude a trabajar, para reducir el riesgo de contaminación al interior del lugar, y deben de aguantar los embates de un enemigo invisible.

Apunta que hasta ahora no han recibido ningún tipo de plática o capacitación por parte de las autoridades sanitarias locales.

“Fue el DIF con el alcalde (Roberto) Sosa, nos hizo la pregunta de qué estábamos haciendo. Se le comentó, pero no hubo un comentario de que fuera a mandar a su personal de salud para que te dé más información, o ‘si necesitas algo llámame a este número’, pero no nada”, abunda.

Dice que hasta el momento han podido ser autosuficientes, pero algunos de sus compañeros sí se las han visto difícil.

“Tenemos la otra sucursal y no tienen ciertas cosas. Entonces a veces protegemos a unos y descobijamos a otros. Estamos con ciertos temores”, precisa.

El personal mismo, ante el estrés del trabajo y la preocupación emocional de proteger la integridad de los adultos mayores, sostiene Carmen, ha recurrido al apoyo emocional de un siquiatra, quien les ha dado algunos consejos y tips para sortear la contingencia, que si para cualquier ciudadano se vuelve emocionalmente desgastante, para una persona cuya responsabilidad es el cuidado de los adultos mayores, se vuelve aún más angustiante, pues debe de cuidarse a sí misma y cuidar de los mayores.

“Nos dio algunos tips como hacer ejercicio en la casa. Realizar hasta las famosas mandalas. Entre las actividades que tienen los abuelos hay dibujo. Se aprovecha y se pone al personal a dibujar. Estamos por hacer vínculo con una empresa que se llama Servicios Orienta, para ver si nos pueden dar atención emocional vía telefónica”, enfatiza.

Añade que el compromiso en el cuidado de los adultos mayores va más allá de un horario de trabajo, pues estiman que si la contingencia avanza, se pueden quedar a dormir en el mismo asilo, para evitar la contaminación al interior del lugar. Unos días labora parte del personal, otros días otro, para disminuir riesgos.

Añade que en cuanto a insumos la situación no les tomó por sorpresa. Para una emergencia estaban listos, gracias a la capacitaciones que reciben periódicamente.

En cuanto a los familiares de los adultos mayores, apunta que de la gran mayoría han recibido apoyo y palabras de aliento en estos momentos de crisis. Algunos se han ofrecido incluso a llevar alimentos y medicamentos al asilo, preguntando qué se necesita al interior del lugar.

Dice que no ha faltado alguien que se moleste porque no puede ver a su familiar, desesperado por no poder estar al lado de su padre o abuelo, aunque la emergencia sanitaria así lo amerite.

Carmen, con voz tranquila, dice que están listas en el asilo para hacer frente a la contingencia, dispuestas a quedarse a vivir por unos días ahí, haciendo lo necesario para salvaguardar la salud y la vida de 30 adultos mayores. Además de su propia vida, la de ellos. No es sencilla la labor de Carmen y su personal.

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