Los queretanos salen el 25 de diciembre, en plena contingencia sanitaria, con casi 30 mil casos de Covid-19 y con números cercanos a los dos mil muertos, a pasear en las calles del primer cuadro capitalino. Salen en familia, de manera despreocupada, sin temor al SARS CoV-2 o a la selección natural.

Los comercios lucen, en su mayoría, abiertos. Artesanos indígenas ofrecen sus mercancías a los cientos de paseantes que “aprovechan” el asueto para caminar por las calles del centro, sin importar que apenas un día antes en Querétaro se reportaron 257 nuevos casos de Covid-19 y 10 pacientes hospitalizados fallecieron.

Caminan por los andadores, por las aceras angostas. Caminan distraídos, viendo los aparadores, las tiendas, los adornos, que son más un recuerdo de una vida previa a la pandemia, cuando hace 12 meses no se conocía el virus, cuando la vida era diferente, sin cubrebocas, sin gel antibacterial cada 15 minutos, sin sana distancia, con reuniones familiares, con comidas de fin de año en las empresas, con salidas con la familia. Esto, al menos este año, quedó de lado, para otra ocasión, para una cuando no haya Covid o se haya logrado mantener a raya al virus.

Sin embargo, hay muchos que prefieren salir a la calle que quedarse en casa. Prefieren salir pensando que “por una vez no pasa nada” o que “sólo fue un ratito en la calle”, cuando ese “ratito” puede ser suficiente para contagiarse, enfermarse y, en el peor de los casos, morir.

Esos pensamientos no pasan por las cabezas de quienes, tras despertar luego de celebrar la Nochebuena en familia, supuestamente en casa y a distancia con sus seres queridos, esperan pasar un buen rato caminando por las céntricas calles queretanas.

Las campanas de uno de los tantos templos del centro repican, algunos de los paseantes, fieles católicos, se acercan al templo de San Francisco, en cuyo exterior artesanas indígenas descansan mientras esperan que algún cliente les compre alguno de sus productos que ofrecen a los queretanos y a los pocos turistas que visitan la entidad, a pesar de ser catalogado por las autoridades de salud federal como una de las seis entidades en alto riesgo de volver al color rojo del semáforo epidemiológico Covid-19.

Plaza de Armas, el andador 5 de Mayo, Madero, 16 de Septiembre, Corregidora, se llenan de personas por la tarde de Navidad, cuando apenas unos horas antes parecía que las personas respetaban el confinamiento, el distanciamiento social y el ya conocido “quédate en casa”.

La gente se detiene ante los puestos de artesanías que se colocan, de manera momentánea, en Plaza de Armas, o lo que está abierto de ese lugar, pues la zona de bancas y jardineras permanece cerrada, para evitar que la gente se siente a pasar un rato.

Lo mismo sucede con otras plazas y jardines, como el Zenea y el Guerrero, donde el acceso está restringido para los ciudadanos. No pueden permanecer o sentarse en sus bancas.

Por la mañana de Navidad el movimiento de personas en las calles y de automóviles circulando en las avenidas era escaso. Vialidades como Zaragoza, Universidad, Bernardo Quintana, Constituyentes, Ejército Republicano, tienen poco movimiento.

Los negocios están cerrados. Apenas algunos cuantos, de comida en su mayoría, abren sus puertas, con la esperanza de la llegada de clientes.

En los semáforos, apenas cuatro o cinco automóviles esperan la luz verde para avanzar, contando algunas unidades de transporte público que viajan con un par de personas apenas.

De los barrios tradicionales de Querétaro, el del Tepe también tiene una mañana tranquila. La gran mayoría de sus comercios permanecen cerrados, la cantidad de personas en sus calles es mínima. Apenas una que otra que sale a buscar algo de comer o beber. Por la tarde, se aprecia mayor movimiento.

Las inmediaciones de los mercados son algunos de los sitios donde se puede ver también movimiento de personas. La mayoría acude a los puestos de comida. Muchos comen en el lugar. Otros piden para llevar. En las tiendas de autoservicio no se observan las largas filas para entrar. Los estacionamientos, hasta el 24 de diciembre insuficientes para la cantidad de personas que los visitaban, ahora están desiertos.

En el caso de Plaza de las Américas, la mayoría de los locales están cerrados. Farmacias, zapaterías, pizzerías, tiendas de celulares, están abiertas para recibir a los clientes que poco a poco llegan al recinto.

A unas cuadras, en el centro de la ciudad, cientos de queretanos “disfrutan” de las calles, luego de casi 10 meses de restricciones y encierro, a pesar de que aún no pasa la pandemia y de que más de 50% de las camas con ventilador están ocupadas.

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