La conservación de los suelos no sólo es una cuestión de protección al medio ambiente, pues cuando se pierden las propiedades del mismo también se pone en riesgo la seguridad alimentaria, ya que agricultura y ganadería dependen directamente de su preservación, afirma Elizabeth Fuentes Romero, maestra en Ciencias en Biología Ambiental, en el campus Juriquilla de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Es muy importante y preocupante que el suelo no se reconozca como un recurso natural. Hasta hace muy pocos años se empezó a reconocer la importancia de este recurso, sobre todo porque se relaciona con la alimentación”, explica la especialista, cuya línea de investigación es el estudio del suelo, relacionado con el almacenamiento de carbono y la productividad de los suelos para cuestiones alimentarias.
Señala que los vegetales y los animales destinados a la ganadería dependen del suelo, pues ahí se producen todos los productos de los cuales depende la alimentación humana.
Hay otros productos o recursos naturales, como la fauna silvestre, que también son importantes para la alimentación y va a depender mucho de la diversidad de especies que se puedan encontrar sobre los suelos.
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“A pesar de esto, en México existe poca regulación sobre la conservación del suelo, entonces esto ha llevado a que haya degradación del suelo, sobre todo por erosión hídrica, debido a que la pérdida de la cobertura digital causa que no haya un filtro que disminuya la velocidad del agua, y cuando llega el agua al suelo, lo degrada, lo rompe y esto hará que aumenten los escurrimientos y se degrada el suelo, al eliminar la vegetación con fines productivos”, dice.
Desde el punto de vista de producción de alimentos esto reduce la capacidad del suelo, porque se empiezan a perder los primeros horizontes superficiales, que es la capa que se tiene en la superficie. Cuando se corta la vegetación, el suelo que es como una “esponja” que no solamente retiene humedad, pues también hace lo mismo con nutrientes, y cuando se va el potencial fértil del suelo se pierde. Esta capa puede ser hasta de 20 centímetros de profundidad en suelos boscosos.
“Eso conlleva a que esté en riesgo la seguridad alimentaria, pues la alimentación es un derecho humano, se requiere la suficiente cantidad de alimentos que sean accesibles, pero que también sean inocuos.
Cuando nosotros perdemos estos nutrientes en el suelo por erosión, ya sea hídrica o eólica, esta última, como en Querétaro, donde hay mucho viento, perdemos muchos macronutrientes, como nitrógeno, fósforo, azufre, que van a ser importantes para que crezcan las plantas. También perdemos algunos nutrimentos, como zinc, como manganeso, que van a ser importantes para los procesos metabólicos de los organismos”.
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Agrega que se ha visto que la degradación del suelo conlleva a la pérdida de estos nutrientes, y los cultivos tienen una carencia de éstos, esto se deriva en lo que los especialistas llaman desnutrición micro nutrimental, fenómeno que no se considera o toma en cuenta mucho.
Actualmente se llevan a cabo estrategias para la conservación de los suelos, como una ley que se promueve a nivel nacional para evitar la erosión y la degradación física, así como la degradación química, relacionada con el aumento de sales en el ambiente.
“En zonas tan calurosas, como en la que estamos con periodos muy secos, aumenta el agua en los suelos. El agua, cuando se infiltra, va lavando sales, pero cuando suben las temperaturas el agua vuelve a ascender, cuando lo hace lleva sales y luego llegan a superficie.
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Una de las restricciones para el crecimiento de las plantas, sobre todo de las raíces, es la alta concentración de sales, que podemos encontrar mucho en El Bajío”.
Precisa que la contaminación química está relacionada a la entrada de materiales pesados o contaminantes emergentes, como antibióticos, exceso de vitaminas, que también llevan a una degradación química. Incluso la quema de combustibles fósiles y la contaminación por plaguicidas afecta al suelo.
En El Bajío los suelos son vertisoles, caracterizados por ser arcillosos, pueden retener bien el carbono, por lo que se incentiva que se cuiden, pues su retención de carbono es similar a la de los océanos pocos profundos.