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Los habitantes de Santa María Magdalena “ya se la saben”. Don Román Apolonio Ortiz, residente del lugar, dice que lo mejor ante las lluvias es prevenir. “Ya sabemos qué va a pasar”, afirma el hombre, quien ha vivido en esta comunidad del municipio de Querétaro 63 de sus 68 años.
Apenas se entra al lugar y la humedad está en el aire. Conforme se avanza hacia el centro de la comunidad las huellas dejadas por las lluvias son más notorias. En las puertas de las casas y los negocios los bultos de arena son testigos de lo ocurrido el pasado fin de semana. Algo que no sorprende a los habitantes, pues todos los años, aunque en la zona no llueva con intensidad, las aguas río arriba suelen causar estragos.
Don Apolonio narra que la última gran inundación que recuerda ocurrió en 2012 o 2013, cuando toda la comunidad quedó inundada.
“Ahora no, esta ocasión no la sentí tan fuerte, aunque sí hubo gente afectada. Sí hay que prevenirse. Yo me previne desde el año pasado. Puse tabiques a las puertas. Nos cuesta trabajo pasar para un lado y para el otro, pero es mejor que inundarnos”, asegura.
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Hay muchas personas que hacen eso. Otras, lo hacen hasta que pasa la inundación. Dice que los pobladores saben que tarde o temprano pasará una crecida del río, el desbordamiento de las aguas, por eso hay que prevenir, “cuando comienzan las aguas no sabe uno ni a qué hora van a llegar las inundaciones”.
Agrega que cuando ya está la contingencia en proceso los habitantes ya quieren que las autoridades les den costales, pero éstos no solucionan todo el problema. Pueden contener las aguas, pero no las detienen totalmente.
Las aguas del río que cruza la comunidad están a un nivel que no causa preocupación a los habitantes, aunque el fin de semana, dice Apolonio, subieron casi dos metros al nivel que tienen ahora. Por ello se colocaron costales en los orificios del muro del río, hechos para desfogar el agua de la calle, pero que en esta ocasión sacaban el agua del cauce.
Yadhira Torres, otra de las habitantes de la comunidad, toma fotos de la fachada de su vivienda, en avenida Revolución. Narra que el viernes las aguas se desbordaron, subiendo hasta 40 centímetros sobre la calle.
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Apunta que las autoridades acudieron a brindarles ayuda, pese a que en esta ocasión otros puntos de la capital queretana resultaron más afectados por las precipitaciones. Llevaron costales, hasta el domingo, para colocar en las puertas y con agua a presión limpiaron la mayoría de las calles, sostiene la mujer.
Sobre Revolución, a una cuadra del río, el lodo permanece en el suelo. Las huellas de la humedad alcanzan una altura de aproximadamente 40 centímetros sobre los muros de las viviendas.
Arhelí Yáñez atiende un local de frutas y verduras. Dice que las lluvias, como tal, no afectaron a su negocio, aunque sí en las ventas, pues la clientela no sale de sus viviendas, o está en alerta por las precipitaciones.
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Desde su punto de vista, la ayuda que llega a la comunidad tiene tintes políticos, pues no a todos los vecinos de la zona les dan los mismos apoyos. Incluso, dice, en la misma calle hay gente a la que no le dan nada, por no ser simpatizante de un partido político.
El sol calienta las calles y comienza a evaporar los restos de agua. El aire abochorna a quienes caminan por las vialidades. A quienes no parece afectar es a los niños, quienes juegan en la plaza central de Santa María Magdalena. Se divierten sin preocupaciones.
La comunidad hace su vida rutinaria. Los negocios abren, unos puestos sobre la calle Brasil ofrecen diferentes mercancías y la circulación por las calles angostas es lenta. Aunque como en cada temporada de lluvias, los habitantes siempre “echan un ojo” al río.