“Queremos tener un equipo muy fuerte” de futbol, dice Guillermo Rojas, un joven de 30 años de edad con síndrome de Down que por la pandemia se quedó sin empleo y que todos los fines de semana se reúne con otros compañeros que tienen la misma discapacidad, pero que los une su deseo de mostrar sus habilidades, destrezas, junto con el gusto y la pasión de patear un balón y anotar un gol.

Este proyecto deportivo de inclusión social se llama “Smiling Soccer” y el instructor es Mariano López, quien explica que la idea de formar el equipo se gestó en una cafetería que se localiza en Juriquilla, en donde estos chicos con síndrome de Down trabajan. Guillermo Rojas ahí se empleaba, pero por la pandemia se recortó personal y él fue afectado.

Este grupo que entrena y juega futbol se dirige a personas que tienen discapacidad intelectual y autismo, “aquí todos se divierten al jugar”, expone Mariano López a EL UNIVERSAL Querétaro.

Apunta que el futbol no limita a nadie “venirse a divertir al pisar una cancha para pegarle a un balón y anotar es lo máximo que puede hacer un futbolista”.

Por la pandemia del Covid-19, expone que al menos la mitad del grupo ha dejado de asistir a los entrenamientos, “pero lo importante es que somos el primer equipo en Querétaro con estas características”.

“En total tenemos 14 jugadores, pero por la pandemia nada más están asistiendo cinco; el objetivo es seguir juntando a los chicos porque queremos tener nuestro equipo para seguir aceptando invitaciones como una que tuvimos el año pasado a Guadalajara, en el marco de las conmemoración del Día Mundial del Síndrome de Down y esperemos que el año que entra también asistamos a este evento donde se organiza un torneo de futbol”.

Los entrenamientos que tienen casa semana les permiten acoplarse como equipo y ya se tiene planeado tener un encuentro dentro de 15 días para enfrentar a una escuadra femenil.

“Nuestro equipo es mixto, se conforma por hombres y mujeres con síndrome de Down y nos preparamos para jugar con cualquier equipo, sobre todo que se adapten a los tiempos que tenemos”.

Entrenamiento especial

“Las reglas para este tipo de equipo de inclusión se basa en tener cuatro tiempos de 10 minutos y cada equipo debe de tener siete jugadores y entre cada tiempo se dan cinco minutos de descanso”.

Lo importante cada fin de semana, dice Mariano López, es fomentar la convivencia de estos chicos con sus familias, “la verdad no importa quién gane, pues lo que se busca es los papás se emocionen al ver a sus hijos que pelean un balón, metan el gol y festejen”, asegura.

Ayer domingo, este grupo de jóvenes tuvo la visita de Guillermo Velázquez, entrenador de porteras de la Selección Mexicana, quien estuvo a cargo del entrenamiento y les puso a los chicos rutinas de ejercicio que tiene implementadas para sus alumnas: “eso quiere decir que ellos no están limitados pues tuvieron ejercicios que hacen equipos profesionales”, detalla.

Ellos, subraya, son apasionados del futbol pues cada uno tiene su equipo al que le va, “unos al Rayados de Monterrey, otros a las Chivas, a los Pumas, y por eso se emocionan mucho cuando pisan la cancha y meten un gol”.

Catalina Castellanos, madre de Guillermo Rojas, uno de los chicos que conforman este grupo, pide a las autoridades apoyo para este proyecto pues reitera que “es el primer equipo de futbol de niños con inclusión”.

“Ellos tiene deseos de ser útiles, poseen habilidades, tienen destrezas y por eso queremos las mismas oportunidades para ellos; esa es nuestra intensión como padres: apoyarlos para que ellos se sientan productivos, por eso es importante que Querétaro nos dé oportunidad de tener patrocinios, pues queremos que vengan más chicos con discapacidad, pues no debemos tenerlos guardados en sus casas”.

Con emoción, Catalina Castellanos dice que como mamá “es súper increíble ver a nuestros hijos que se sientan realizados de tener las mismas oportunidades que cualquier otro ser humano.

Manos cafeteras

Explica que la mayoría de ellos trabaja en una cafetería llamada Manos Cafeteras, aunque algunos lo han dejado de hacer por la pandemia: “son chicos que no son problemáticos. Ese proyecto empezó siendo un taller en el que se capacitaron y de ese taller se abrió la cafetería en Juriquilla”.

“Ya mi hijo llevaba cinco años en ese proyecto, y en uno de ellos -el último-, le pagaban un salario, motivo por lo cual se sentía feliz de ser productivo y útil. En este momento por la pandemia ya dejó de ir a la cafetería, está desempleado mi hijo, necesitamos apoyo para que lo den trabajo”.

Son muchas dificultades, apunta, las que se tienen todos los días para sacar adelante a un hijo con síndrome de Down, “pero con amor y deseos se superan todo tipo de adversidades”.

“Mi hijo tiene 30 años y la vida para él y para todos aquellos que tienen síndrome de Down es difícil debido a que no son del todo aceptados, por eso es importante seguir tocando puertas”, dice.

Emocionado al término de la “cascarita”, Guillermo, -luciendo un jersey de Rayados de Monterrey-, muestra un semblante efusivo y con un tono bastante firme dice: “queremos invitar a más personas a que vengan a jugar con nosotros porque queremos tener un equipo muy fuerte”.

“Yo jugaba antes de portero en un equipo y ahora extraño ir a la cafetería. Me siento muy bien jugar al futbol, pues también me gusta jugar de delantero para meter goles”, asegura.

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