“¿Aquí ya lloró la Virgen?”, con  esa frase los queretanos identifican una tradición tan añeja como la misma ciudad, y con la cual arranca la conmemoración de la Semana Santa. El Viernes de Dolores, con sus altares, su agua de lima con chía, y la devoción de los queretanos.

En los barrios tradicionales de la capital queretana los habitantes siguen la costumbre heredada de sus padres y abuelos. Las calles se llenan de adornos púrpuras y blancos, colores representativos de la Virgen de los Dolores.

En las viviendas las puertas se abren para que los peatones pasen por su agua que los refresca en este viernes previo a la Semana Santa. En las inmediaciones del templo de Santa Ana los vecinos cumplen con la tradición. Levantan sus altares en los cuales incluyen naranjas agrias, trigo, hinojo, manzanilla, todo con sabores amargos, representación del dolor que sufrirá María al ver a su hijo morir por los pecados del hombre.

Aunque el agua de lima es la tradicional, los fieles también ofrecen otros sabores, como horchata, piña, jamaica. Hay sabores para elegir en algunas casas.

También las autoridades estatales y municipales se suman a la tradición religiosa. Se organizan altares en edificios públicos y plazas, como la de Armas, donde el Patronato de las Fiestas de Querétaro y la Diócesis de Querétaro inauguran el altar de Dolores, en el Portal de Dolores, que además, se dice, tendrá un código QR para obtener más información del mismo.

Habitantes de Querétaro y visitantes se detienen a ver el altar. Algunos aprovechan para persignarse y rezar. Otros toman  fotografías de la pieza que llama la atención de todos y que estará hasta la tarde de Domingo de Ramos en ese lugar.

A dos turistas extranjeros les llama la atención el altar. Hablando entre ellos en inglés, la mujer le dice al hombre que nunca había visto algo tan colorido para ser algo tan lúgubre.

Sin embargo, es parte de la religiosidad de los queretanos y de México, que en esta temporada del año vive uno de los momentos más importantes y trascendentales del catolicismo.

Más allá del punto de vista religioso, el Viernes de Dolores es una expresión cultural del catolicismo, lleno de simbolismos religiosos. Por ejemplo, en algunos altares se coloca un pelícano que se rasga el pecho, que representa a Cristo en su sacrificio por los pecados de la humanidad.

También las banderas doradas y las flores marchitas, símbolo del dolor de la Virgen por su hijo.

La Virgen de los Dolores, como patrona queretana, es venerada de diferentes maneras. En estos días, la Basílica de Soriano es visitada por miles de peregrinos y devotos que acuden a rendir honores.

Desde la noche del viernes, miles de peregrinos caminan desde distintos puntos de Querétaro para llegar por la mañana del sábado o del domingo al santuario en el municipio de Colón.

Algunos peregrinos parten a Soriano desde Hércules, pasando por La Cañada, Saldarriaga y La Griega, para caminar hasta Soriano. En esta peregrinación participan hombres, mujeres y niños que durante toda la noche avanzan en grupos compactos hacia Colón.

A veces el camino se hace a un costado de la carretera, pero en otras se hace a través del campo y en ciertas zonas no se ve una luz artificial, sólo las estrellas y la luna que  ilumina el camino de los devotos.

A lo largo del camino, los fieles reciben apoyo de los habitantes de las comunidades por las que pasan. Les dan café, pan, o les ofrecen baños para sus necesidades, así como un lugar para descansar por unos minutos, que los peregrinos aprovechan para quitarse el calzado y darse un masaje en los pies, antes de continuar su marcha.

Para quienes no pueden seguir hay camionetas que los apoyan y los llevan hasta Soriano, para que cumplan con su cometido de llegar a la basílica.

Muchos van cumpliendo una manda, un favor recibido, la salvación de un pariente de una enfermedad, o para dar gracias por los bienes recibidos durante el año.

A lo largo del camino muchos van rezando, otros, los menos, acostumbran acompañar el camino con alguna bebida. Nadie dice nada. Todos van pensando en su camino y la distancia que aún falta por recorrer.

Hay lugares donde la basílica se ve a tiro de piedra, pero las distancias en las noches son engañosas. A lo lejos se ven las torres de la basílica, da la sensación que falta poco para llegar, pero no es así. El camino aún es largo y se dan muchas vueltas para poder arribar a la tierra prometida.

Cuando al final se llega a la basílica las emociones se desbordan. Algunos devotos lloran, en parte por el cansancio, en parte por la fe que sienten al cumplir el recorrido y cumplir con su penitencia.

Luego de participar en la eucaristía que se ofrece a los peregrinos, los fieles regresan a sus lugares de origen, cansados, pero satisfechos con la manda cumplida.

Así viven los queretanos la devoción a la Virgen de los Dolores. Por un lado con altares, ofreciendo agua y en algunos casos pan a quienes pasan por sus casas. Otros, caminando, ofreciendo su cansancio para agradecer un favor.

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