Una antigua casa de muñecas se roba la atención de los asistentes a la Feria de Antigüedades, instalada en el Jardín de la Corregidora.

En el lugar se encuentran toda clase de objetos que en algún momento se usaron durante las décadas de los 30, 40, 50 o incluso durante los años 20. Máscaras de las segunda guerra mundial, cubiertos de plata, monedas centenarias, balas de cañón, antiguos retratos en blanco y negro, anillos con diamantes, teléfonos fijos de madera, baúles, secadoras, peines y espejos de tocador.

Sillas, comedores completos, cunas para bebés, camafeos, candelabros, tocadiscos, microscopios, figuras religiosas, máquinas de escribir, encendedores y un sinnúmero de objetos con décadas de antigüedad.

Entre todos estos, destaca la ya antes mencionada casa de muñecas, de dos pisos, grandes ventanales, hecha completamente de madera y con una chimenea sobre el tejado. El juguete que data de los años 30 está a la venta por mil 800 pesos.

Antigüedades, curiosidades que marcaron la historia
Antigüedades, curiosidades que marcaron la historia

Los asistentes se detienen frente al objeto, lo miran con detenimiento, con enigma. Les recuerda a las clásicas películas de terror, en las que cosas misteriosa pasan en torno a juguetes antiguos, abandonados o encontrados en el sótano.

Las personas saben lo que es, pero aún si preguntan —¿Es una casa de muñecas?— Maria Eugenia Molina Velázquez responde que sí, ella está a cargo de la tienda junto con su esposo Jorge Mendoza Trejo y su cuñado Carlos Mendoza.

Explica la historia del juguete, “Es un objeto muy antiguo, del año 1935, llegó a nuestra tienda casi por accidente, su dueño ya no sabía qué hacer con ella”.

María Eugenia se dedica a la compra y venta de antigüedades desde hace varios años, pues su suegro José Dolores Mendoza comenzó con esta tradición familiar. Se dice convencida de que vender una antigüedad es mucho más que vender un objeto, sino que es vender una historia de vidas pasadas.

“Sé que cada objeto tiene una energía propia, yo lo siento muy claro con los grilletes o con las balas, siento una vibra muy fuerte, es enigmático. Por eso siempre digo que no vendemos objetos, vendemos historias. De hecho en la tienda hemos sentido vibras tan fuertes que tuvimos que pedirle a un sacerdote que fuera a bendecir el lugar”.

La vendedora sabe que cualquier objeto en su tienda de antigüedades atrae la atención de sus clientes, aunque la gran mayoría sale de ahí sin realizar alguna compra. Eugenia reconoce que cada pieza tiene un costo elevado, casi siempre de miles de pesos.

“Te encuentras a mucha gente interesada en comprar a antigüedades, en parte porque se ha puesto muy de moda lo vintage, siento que se valora más que antes. Aunque estamos conscientes de que deben tener cierta solvencia, porque son piezas costosas, son piezas de miles de pesos”.

Entre las antigüedades también destaca una cabeza jíbara, es decir, una de las cabezas reducidas por las tribus del amazonas, esta pieza está a la venta en 35 mil pesos.

Luis Carlos Rodríguez Sánchez, dueño de la tienda que tiene la peculiar forma humana, cuenta que él y su esposa Monica Alcantar conocieron la cabeza jíbara hace 20 años, cuando un antiguo militar la trajo a México luego de combatir en Brasil, y ahora está al alcance de todo aquel que pueda pagar la suficiente cantidad de dinero.

Aunque cada pieza tiene un poder de atracción propio, el vendedor de antigüedades también debe encantar a los posibles clientes, contarles la historia del objeto, para qué se utilizaba, de dónde proviene, qué antigüedad tiene.

“En este negocio uno tiene que saber de todo, no basta con poner los objetos sobre una mesa y que se vendan solos, hay que explicarle a las personas, que sepan el valor que tiene cada una de las piezas”.

“Creo que estamos en una crisis con respecto a las antigüedades, porque cada vez es más difícil encontrarlas y entre más complicado sea encontrarlas pues más aumenta su precio. A las personas que se deciden a comprar alguna de estas piezas, aunque son caras, lo que están haciendo es una inversión, porque son objetos que no se devalúan, al contrario, su valor aumenta año con año”, comenta.

La mayoría de los asistentes acude a la Feria de Antigüedades por lo llamativo de las piezas, y aunque no se concreten ventas, las personas se sienten tocadas por otras épocas.

“En realidad es de las pocas oportunidades que tenemos para estar cerca de estos objetos, es fascinante imaginar todas las historias que hay detrás de cada pieza”, comenta Ana Gutiérrez, una de las asistentes a la feria. El evento estará presente hasta el domingo 28 de abril.

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