El alebrije toma poco a poco forma en la mente de Nicolás, Nico como lo conocen sus compañeros en el centro de apoyo en el parque Alcanfores que el municipio de Querétaro abrió, con la colaboración de organizaciones sociales, para brindar ayuda a personas en situación de calle o que se quedaron sin empleo a causa de la emergencia sanitaria por el SARS CoV-2.

Bajo los árboles del parque hay una mesa en donde el maestro de alebrijes y cartonería, Saúl Cabrera, y sus dos alumnos, Nicólas Miguel Martínez y Ulises Alatorre, elaboran alebrijes, piezas que salen de la imaginación de sus creadores.

Los tres hombres se concentran en la pintura para las figuras que ya tienen armadas.

Nico dice que es la segunda ocasión que pinta su alebrije. Cada vez se le ocurren más cosas y las agrega a su creación.

Originario de Coatzacoalcos, Veracruz, explica que se dedica a la construcción. El año pasado tuvo mucho trabajo, pero en este 2020, por la emergencia sanitaria todo se detuvo. De un día para otro se quedó sin empleo y sin ingresos.

Lejos de casa, decidió acudir al centro de apoyo donde además de darle lo básico, como un techo y comida, recibe cursos, como el de cartonería, que ha sacado en él la vena creadora.

“Al principio se me hizo algo así tan simple, pero más que nada tiene mucho que dejar volar la imaginación. No es complejo hacer la pieza. A mí se me ha hecho más complejo pintarla, que tenga vida el animalito, aunque sea una pieza de cartón, que tenga vida”, abunda Nico.

El hombre habla con emoción de su trabajo artístico. Demuestra con sus palabras el gusto que siente por la actividad que las autoridades del municipio de Querétaro les acercan a las personas que habitan el Centro de Servicios Alcanfores, abierto para brindar refugio seguro a las personas en situación de calle durante la emergencia sanitaria por el Covid-19.

Saúl explica, a su vez, que la cartonería y la elaboración de alebrijes la aprendió hace unos años en Morelos, aunque él en realidad se dedica a las intervenciones de arte urbano, en murales.

“Yo lo realizo cada vez que tengo oportunidad, cuando hay proyectos de este tipo me gusta compartir. Mi rama es otra, estoy más enfocado al arte urbano, a pintar murales, pero va ahí, pegado de la mano.

Nos pidieron un apoyo

Donde estoy trabajando, que es el Instituto Municipal de la Juventud, nos pidieron facilitar una actividad para los chicos que están en este espacio. Al principio comenzamos con actividades de conocimiento. Integramos un grupo de unas 10 personas, más o menos, y ellos (Nico y Ulises) son los que quedaron. El tema es que unos van saliendo (del centro de servicios) otros se van incorporando en el trabajo de la calle, en el día a día y muchos salen. Por eso muchos no logran terminar sus piezas”, expresa.

Saúl relata que llevan ocho sesiones del taller. Nico, asegura el maestro, llegó en la segunda clase y ese mismo día tenía armada toda su pieza. Lo que está demorando más es en la pintura.

Nico agrega que “se siente bonito, porque de la nada comienzas a formar. Haces de una pieza muchos animalitos… muchos vinieron al principio a hacer su pieza, pero no la terminaron, pero es como un reto, decir: la voy a acabar… ayuda mucho a la autoestima, te relaja y te hace tener algo de actividad”.

En tanto, Ulises escucha en silencio a su maestro y a su compañero. Trabaja en su alebrije, que además será una lámpara. Comenta que es originario de la Ciudad de México, pero como artesano de oficio viaja por diferentes partes del país. Llegó a Querétaro de Playa del Carmen, pues es ese destino turístico donde se cerraron todos los hoteles. Aquí se quedó desde hace dos meses, aprendiendo algo nuevo que le ayudará en un futuro.

Ulises dice que le gustaría seguir aprendiendo en diferentes talleres para crear otro tipo de artesanías, además de la orfebrería, joyería, bisutería y los atrapasueños que elabora con materiales naturales.

Saúl agrega que en un principio pensaban en estas actividades como una forma de mantener activos a quienes acudieron al centro de servicios a protegerse de la pandemia, además de generar un ambiente sano, ante toda la información sobre el Covid-19 que puede estresar a quienes viven ahí.

Los tres hombres regresan a sus actividades bajo la sombra fresca de los árboles. Dejan volar sus sueños, su imaginación. Se mantienen ocupados y, al mismo tiempo, aprenden una habilidad que les puede ser útil cuando retomen su vida, aunque ya no estarán solos. Un alebrije caminará con ellos.

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