Para la representación del Viacrucis viviente en La Cañada, en el municipio El Marqués, la mayoría de los actores, o por lo menos los más destacados, son hombres, pero eso no quiere decir que los papeles interpretados por mujeres sean menos significativos o prioritarios.

Dentro del pequeño grupo de mujeres que pisan los escenarios están Karen Martínez Vázquez y Ana Cristina González Guevara, ellas representan a La Verónica y a Claudia Prócula, la esposa de Poncio Pilato.

Karen Martínez Vázquez

Tiene 17 años, aún estudia el bachillerato, pero su corta edad no le ha impedido querer participar desde hace cuatro años en diferentes áreas encargadas de realizar año con año esta típica escenificación religiosa.

En está ocasión representará a La Verónica, quien de acuerdo a los relatos católicos, salta la línea de seguridad que acompaña a los condenados a muerte y con un paño se acerca a Jesús, quien lleva la cruz a cuestas, para limpiar su cara ensangrentada y sudorosa.

En forma de agradecimiento por el gesto entrañable, deja impresas sus facciones en el paño, regalo imperecedero en el corazón de aquella mujer anónima, a la que se le nombró Verónica porque significa “la verdadera imagen”.

Karen asegura que para ella los ensayos no han sido complicados y reconoció que se siente nerviosa, pero asegura estar confiada en Dios para que las cosas resulten de forma adecuada.

“Todo tranquilo, confío en Dios en que todo va a salir bien, está todo tranquilo (…) Soy la única que participa, mi hermano lo hace, pero en cuestión de escenografía, tiene 22 años y no le llama la atención [la actuación]”, destaca.

Detalla que su interés por participar fue desde hace siete años mientras veía a los actores en las representaciones del Viacrucis anteriores, además de que, se trata de una representación bíblica, señala.

“Empecé desde el coro de angelitos hace siete años, después me llamó la atención ver cómo actuaban los demás y dije vamos a probar, y me nació también porque es algo bíblico, estoy representando la pasión de nuestro señor Jesucristo, y pues me acerqué al grupo a participar”, expresa un poco tímida.

Pago de manda

Karen agregó que otra de las razones por las que quiso participar fue porque su abuela estaba muy enferma, lo que la motivó a hacer una manda a cambio de la salud de su familiar.

“Era un tipo de manda para pedirle a Dios por su salud y me ayudó bastante, y de ahí dije: voy a seguir haciéndolo, también para mantener las costumbres del pueblo de La Cañada”, refirió Karen.

Para ella, que es menor de edad y aún no tiene un trabajo formal, no le fue difícil ahorrar para pagar el vestuario que usará hoy, el cual oscila en los mil 100 pesos, incluido el lienzo donde queda marcado el rostro de Jesús.

“No me duele gastar ese dinero porque lo hago de corazón, trabajé ayudándole a mi mamá, ella vende pescados empanizados por el Socavón, ahorré un poco y pude pagar mi vestuario”, admitió con alegría.

Cristina González Guevara

Ella es la encargada de dar vida a Claudia Prócula, la esposa de Poncio Pilato, tiene 21 años y aparecerá en uno de los escenarios principales por alrededor de una hora, aunque sus líneas son muy cortas.

Confesó que aún cuando le gusta actuar, se pone muy nerviosa y de vez en cuando le dan ataques de risa incontrolables, por eso trata de estar lo más seria posible.

“Como Claudia es el primer año, fui dos años María Magdalena y los años anteriores fui piadosa”, refirió al preguntarle cuántos años llevaba participando en la escenificación.

Para el papel de Claudia, cuenta, hubo casting, para el que audicionaron otras tres mujeres, pero ella resultó seleccionada.

Añadió que le interesó audicionar para este personaje porque se le hace noble.

“Estuvo muy fuerte la competencia, me puse muy feliz por haber sido elegida”, añadió.

El personaje de Claudia reconoce que deseaba favorecer a Jesús porque consideraba que era inocente, debido a lo que había visto en sueños, y con ello evitar que su esposo hiciera lo que precisamente hizo: poner sobre su cabeza la sangre de un justo y además un maestro religioso.

Viacrucis, una tradición

Cristina narra que creció viviendo esta experiencia ya que varios de sus tíos y tías han participado, pero fue hasta los 16 años cuando se animó a participar en la obra monumental en La Cañada, situación que espera no cambie, ya que sin importar para que personaje sea seleccionada ella quiere continuar actuando.

Para acudir a los ensayos, Claudia tenía complicaciones en los tiempos, porque trabaja como ayudante de cocina y salía a las seis de la tarde, por lo que fueron unas semanas muy pesadas, las cuales, dice emocionada, valdrán la pena.

El vestuario de Cristina costó dos mil pesos, uno de los más caros, porque tuvo que ser hecho por una modista, además de que lleva mayor cantidad de detalles y costuras que incrementan el precio final.

Mientras le son tomadas algunas fotos en el escenario, Cristina comenta que el primer año que personificó a María Magdalena sufrió un golpe de calor que la hizo desvanecer y sangrar de la nariz, pero esto no fue razón para apaciguar sus ganas de actuar y apoyar en el tradicional Viacrucis de La Cañada.

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