El balón está en el aire. Un cacle lo golpea y después, un segundo golpe lo dirige al centro de la portería. ¡Goooool!, gritan los familiares que ven el partido, mientras celebran a los jugadores.

Miguel Ángel, el autor del tiro, está en el suelo de pecho al piso disfrutando la victoria. Sólo pasan unos segundos y de nuevo está de pie, con las muletas canadienses que le sirven para correr en la cancha de juego.

Hace cuatro años, el primer equipo de futbol de amputados, Los Coyotes, inició con Rodrigo Campos Sánchez, ex jugador de los Gallos Blancos, Los Estudiantes y Querétaro Futbol Club, quien a raíz de un accidente en automóvil perdió una de sus piernas.

Accidente de futbolista.

El 25 de agosto de 1995, Rodrigo Campos iba de copiloto en un coche, se dirigía de San juan del Río hacia Querétaro. En la autopista, húmeda por la lluvia, un tráiler iba adelante del automóvil en el que se trasladaba, el conductor lo rebasó y en cuestión de segundos, otro vehículo interrumpió la marcha del carro donde viajaba el jugador.

“Veníamos de Santa Matilde de hacer una elotada. Hicimos la mala combinación de tomar unas cervezas y a la altura de Pedro Escobedo venía otro carro… Íbamos como a 100 kilómetros por hora y la reacción de mi compañero fue frenar, pero como estaba lloviendo, el carro se giró y empezó a dar vueltas”, recuerda Campos.

“Jamás me imaginé que el fémur había roto mi vena general, la desgarró… Justo en la hora ocurrió el accidente pasó una ambulancia hacia San Juan, los paramédicos se pararon y me subieron. Venía desangrándome, llegué muy grave a Querétaro. Me operaron, pero nunca se dieron cuenta de la vena y se me echó a perder, esto originó una gangrena y de ahí se ramificó, me tuvieron que amputar la pierna”, relata.

Surgen Los Coyotes.

Aunque han pasado 22 años desde aquel accidente, el equipo Los Coyotes acaba de cumplir poco más de cuatro años. Rodrigo agrega que en ese tiempo, asistió al CRIT de Querétaro para obtener una prótesis. En ese lugar, fue en donde uno de sus conocidos lo motivó a formar una agrupación de futbol de personas amputadas.

“Luego, luego me brillaron los ojitos. ¡Volver a jugar futbol! Y de ahí empezamos. Busqué a gente en el CRIT, si veía en el semáforo a alguien sin pierna lo invitaba y así empezamos, hasta ahorita”, menciona.

La cancha de juego de Los Coyotes está ubicada en la colonia Hércules, uno de los barrios más viejos de la ciudad de Querétaro. El pasto sintético de la plaza Bicentenario, reúne cada domingo a las 10 de la mañana a sus jugadores y sus familiares.

En enero del 2013, el equipo se formó con cuatro miembros, tres años después sumaron 17 y actualmente, la cifra oscila en 26 jugadores. Rodrigo lamenta que la selección sólo esté conformada por 12 personas. No todos los miembros del equipo pueden ir a competencias y se ven obligados a escoger a los más disciplinados y con mejor nivel en la cancha.

“Jugamos en toda la República. En Querétaro somos el único equipo que hay y se podría decir, que representamos una selección… Damos exhibiciones, damos pláticas a universidades y con base en eso nos regalan unas muletas o luego nos dan dinero, pero normalmente no queremos agarrar dinero, porque no quiero que la disciplina se preste a mal. Prefiero las donaciones de un par de zapatos y ya vemos a quién le quedan”, dice.

Este domingo, “la cascarita” estuvo conformada por dos tiempos de aproximadamente 25 minutos cada uno. Todos los jugadores portaron un uniforme amarillo color canario con un short negro.

Miguel Ángel, el autor del gol, apoya sus muletas en el pasto, mientras recorre la cancha. Hace algunos años en lugar de futbol, era aficionado a la bicicleta. Abraham es otro de los jugadores y es uno de los más jóvenes. Perdió una de sus extremidades a causa de una enfermedad desde que era niño y en contraste, Miguel, uno de los mayores, sufrió la amputación derivado de una complicación de la diabetes.

Vamos creciendo, de lo que se trata es que nos integremos por medio del deporte a todas las actividades. Que seamos productivos y no estemos en la cancha. Muchas veces, creemos que de un accidente o una enfermedad [ya no podemos]. En el caso de Miguel, a uno de sus hijos le tocó ir de chofer en un transporte del Indereq [Instituto del Deporte y la Recreación del Estado de Querétaro] y nos llevó hasta Colima. Ahí me dijo que a su papá lo acababan de amputar y estaba tirado en la cama. No quería hacer nada y estaba agüitado. Ahorita su cama, ya ni lo quiere”.

“Son como una familia”.

“Yo jugaba en reservas y éramos los sparring para el primer equipo. Me tocó la época con El Piojo Herrera y estaba La Volpe dirigiendo a Querétaro FC. Me tocaron épocas bien bonitas. En Estudiantes me tocó llegar hasta seminifinal… A los 16 años fui preseleccionado nacional”, menciona Rodrigo Campos, al recordar su temporada en las ligas profesionales del futbol.

Después del accidente, los logros deportivos no cesaron. En 2013, jugó en el subcampeonato de futbol adaptado en la Copa América, disputada en Brasil, donde logró un segundo lugar. También participó en el equipo de voleibol sentado donde obtuvo el quinto lugar en los juegos Panamericanos.

En el equipo de Coyotes, durante estos cuatro años han recorrido la cancha alrededor de 50 jugadores. “No todos han aguantado porque el ritmo es pesado, es fuerte”, dice.

El juego ha terminado y los miembros del equipo se acomodan para una foto. Algunos han cambiado sus muletas por una prótesis y posan abrazados unos con otros. En una de las orillas se coloca Iván, otro de los jugadores que Campos define como un parteaguas del equipo.

Hace unos años, Iván de 18, se electrocutó en un tercer piso. Además de la descarga eléctrica, cayó desde esa altura y a raíz del incidente, perdió el brazo derecho y la pierna izquierda.

“Iván me demuestra que queriendo se pueden hacer las cosas y su juventud nos inyecta… Nosotros lo que queremos hacer es dar pláticas para hacer conciencia de qué estamos vulnerables a que algo suceda o por qué nos pasó”, comenta.

“Esto para mí es un plus para seguir luchando... El ambiente es totalmente familiar y queremos que nos veamos más allá de jugar futbol. Sabemos que platicamos porque hablamos el mismo idioma. Sin duda, todos me han dejado marcados… Es como una familia”, agrega Rodrigo, mientras los jugadores se alejan en sus vehículos.

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