La hermosa yegua llamada Quincena se robó el aliento de los asistentes. En la pista, tanto ella como su jinete realizaron saltos con distintos niveles de dificultad, demostraron que el Ejército Mexicano no sólo significa armas y situaciones de riesgo, sino también disciplina, comunicación, elegancia y trabajo en equipo.

El capitán segundo de caballería, Humberto Francisco García Jiménez, se confiesa amante de los caballos desde que tenía ocho años; en cuanto cumplió la mayoría de edad se enlistó en el Ejército, donde pudo alimentar por completo su pasión por los corceles. Ahora forma parte del Centro Ecuestre de Alto Rendimiento de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Tal como ocurre con los binomios caninos, es imposible que los jinetes no se involucren sentimentalmente con sus caballos; para Humberto, él y su corcel son compañeros de trabajo.

“Todos los caballos que he montado en el Ejército han marcado mi vida, cada uno de ellos ellos son como un compañero para mí, no los veo sólo como un animal, sino como un elemento más del Ejército México. Recuerdo mi primer concurso ecuestre, monté a un caballo que se llamaba Mujeriego, él me dio la satisfacción de ganar el primer lugar en categoría debutantes a nivel nacional”, recuerda.

“Cuando uno tiene una conexión especial con el caballo, a esa pareja le decimos binomio. Es importante conocernos y entendernos porque este tipo de actividades no nada más es del jinete, sino también del caballo... Hay que ser sensible y saber qué es lo que está sintiendo antes de saltar”, destaca.

Proceso de familiarización.

Un jinete debe ser capaz de conocer a profundidad a su caballo o yegua, detectar si está nervioso, cansado o relajado, “se trata de un lenguaje inexplicable, es una conexión”, afirma Humberto.

Los soldados reciben a los potros cuando tienen aproximadamente un año de edad, en ese momento comienzan a domarlos y capacitarlos sobre las distintas categorías en las que competirán.

Humberto explica que antes de que los domadores los reciban, personal del criadero ya realizó un filtró en el que por sus características físicas y de salud se seleccionan a los mejores animales.

Es así como los caballos del Ejército pasan sus tres primeros años de vida aprendiendo saltos e indicaciones de sus jinetes, cuando rebasan los tres años de edad están listos para competir, aunque la preparación jamás termina.

“Los potros están en el criadero militar de ganado, ahí hay una selección, el que tenga mejores características físicas se aparta y se le da una doma básica después una doma avanzada y a los tres años ya están casi listos para competir, el caballo se hace mejor con los años. Debe tener una fisionomía correcta, buenos aplomos, posterior fuerte, un buen cuello y la raza puede ser pura sangre inglés”, describe.

El uso del caballo en el Ejército es para ceremonias o actividades deportivas, tanto el animal como el jinete deben tener una preparación física, mental y nutrimental específica para estar en buenas condiciones.

Así como los animales son elegidos por su carácter, los soldados también son elegidos para convertirse en jinetes de acuerdo a su personalidad, pues el entrenamiento de un corcel requiere de paciencia, perseverancia y sensibilidad.

Entrenamiento.

Un caballo de alto rendimiento puede participar en competencias cuando no tenga más de 18 años de edad; en promedio, los jinetes entrenan con los corceles una hora diaria, sin importar la experiencia del caballo.

Los médicos veterinarios son otro equipo elemental en el Ejército.

La auxiliar de veterinario, Beatriz Anahí Cervantes, miembro de la Granja Sedena número 1, es la encargada de revisar la salud de los animales. Ella participó en la cabalgata que se realizó junto con varias asociaciones charras de Querétaro, misma que fue una de las actividades de la exposición “Fuerzas Armadas, pasión por servir a México”, que seguirá presente hasta el 16 de junio en el Querétaro Centro de Congresos.

“Es muy importante que las personas participen en estas actividades, por ejemplo, en la cabalgata porque así se enteran de que en el Ejército no nos dedicamos sólo a disparar armas, se dan cuenta de que trabajamos también con animales que se convierten en nuestros compañeros, en este caso los caballos o también los perros”, comenta.

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