“El caricaturista tenía más poder antes, cuando llega lo que se llama ahora la democracia, cuando el gobierno dice que no habrá censura, la caricatura perdió peso, antes con menos podía trascender más. Ahora puedes decir lo que se te pegue la gana, a veces hasta excesos, porque se van al otro extremo, aparte la comunicación electrónica ha avanzada mucho, entonces como que ha perdido terreno”, afirma el caricaturista y pintor abstracto, Oswaldo Sagástegui, quien además apunta que a México ya no lo puede gobernar un solo partido.

Sagástegui narra llegó a México en 1968, y entró a trabajar al periódico Excélsior el 3 de octubre de se año, sustituyendo a Abel Quezada como caricaturista, a invitación de Julio Scherer, entonces director de ese diario.

Luego también le tocó estar en el cisma de ese rotativo, y luego, en 1994, estuvo el 23 de marzo de ese año en Lomas Taurinas como invitado al mitin que llevaría a cabo Luis Donaldo Colosio, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de la República, y quien fuera asesinado ese mismo día.

“Me considero un hombre afortunado porque yo no estaba destinado a estas cosas. Mi destino era el arte, la pintura, y me convertí en caricaturista y luego empecé a publicar mucho en Estados Unidos, mucho en Europa, caricaturas desde el punto de vista técnico, artístico que no publicaba en México porque no me pagaban lo que me pagaban en Estados Unidos. Llegué a publicar en más de 80 periódicos de Estados Unidos, llegué a Europa, hasta Asia. También mi hermano Marino, pero son azares de la vida que te ponen ahí”, indica.

Oswaldo, de 81 años de edad, ríe cuando dice que él llegó a México como turista, que su intención nunca fue trabajar en el país, pues no tenía nada que ver con él, pero el destino lo llamó, a tal grado que está editado en el libro del Museo de la Caricatura de Basilea, en Suiza, y de México sólo mencionan a Helioflores, Naranjo y a él, en una recopilación de los mejores caricaturistas del siglo XX en el mundo.

“Para mí, México es la historia de mi vida y una vida entregada el periodismo en México”, apunta el hombre, que se graduó en 1959 en Lima, Perú, como pintor y que pasó buena parte de su niñez en la selva del Amazonas, pues su padre trabajaba abriendo carreteras.

“Como mi padre trabajaba en las carreteras estuvimos muchos años en la selva. Luego nos fuimos a los Andes, hacer carreteras era el pretexto, y en ese lapso dibujaba, mi hermano también. Así, llegamos a Lima, cuando tenía 10 años, y otra vez a cambiar de acento, de cultura. Somos como migrantes naturales. Y una vez que terminé mis estudios mi meta era París, como artista, pero me fui a Roma. Mi hermano se fue a México, mi otra familia a Estados Unidos”, indica.

Tras salir de la selva, llega a vivir a Guánuco, en Perú, donde se acerca por primera vez al cine, siendo el género western, el que veía más por esos tiempos, y luego de ver las películas dibujaba en la banqueta lo visto en la pantalla grande.

“Había en la catedral una planicie, con lozas de un metro cuadrado, y llenaba dos cuadros con esos personajes. La gente se amontonaba a ver a ese niño que hacía cosas, todos fascinados. Me acuerdo que un día escuché un comentario de alguien que dijo: este niño va a ser artista. Obviamente yo no sabía lo que era la palabra arte. Para mí un artista era el que venía en el circo. Era mi forma de ver la vida, ajeno a lo urbano”, indica.

Sin embargo, dice que tras retirarse de la caricatura, hace 15 años, retomó la pintura luego de casi 20 años, aunque por tanto tiempo sin pintar como tal perdió ciertas habilidades, tardando dos o tres años para poder regresar de lleno al arte, luego de que siendo joven era lo que hacía.

Precisa que también como pintor le ha ido bien, pues tienen obras expuestas en 14 museos en distintos países, como Israel, Estados Unidos, Chile, Uruguay, Perú, México, teniendo un currículum amplio en su carrera, aunque aquí es más conocido por caricaturista, parte de su vida que no le quita nadie, y que define como maravillosa.

Asimismo, recuerda que en la antigua Imevisión también participó al lado del Luis Spota, en el programa Hora 25, donde él durante el programa hacía una caricatura, y generaba mucha expectativa entre la audiencia.

De figura esbelta, dice que le gusta ejercitarse y moverse, y charla fluida, Sagástegui apunta que cuando llegó la alternancia a México, con el triunfo de Vicente Fox en las elecciones presidenciales del año 2000, hubo una apertura en las instituciones, con lo que la crítica en la caricatura perdió fuerza.

Sobre los medios de comunicación en la actualidad, con la llegada de nuevas tecnologías y con la apertura en la información, subraya que han cambiado mucho. Antes, dice, había un encanto especial en las redacciones de los periódicos, algo que se ha perdido porque la tecnología ha llevado al periodista a aislarse del otro, no hay esa emoción que había antes en una redacción.

“La censura siempre ha existido, pero más la autocensura, y a veces está es más rígida que la censura. Tiene que ver un poco con la situación de que el gobierno ya no trata de controlar tanto como en mi época. En mi época era particularmente difícil, principalmente en los artículos, pues a los caricaturistas les daban cierto margen, era como un escape para el director, para la sociedad o para el sistema político que un caricaturista pudiera decir algo. Aparentemente podría trascender o no, pero como consecuencia el caricaturista tenía más poder antes”, abunda.

Cuando llega la democracia, añade, cuando el gobierno dice que no habrá censura, la caricatura perdió peso, pues ahora se puede decir lo que sea, como una revancha histórica, aunque también los medios digitales han mermado a la caricatura como agente de crítica.

“Hay una pretensión de los caricaturistas de hacer su trabajo en los medios electrónicos, pero no tiene la consistencia y la trascendencia de los medios impresos. La caricatura, para mí, debe de ser en el impreso, porque en el caso de Helioflores, caricaturista que aprecio mucho, las imágenes hay disfrutarlas, ver su sentido crítico. El Internet es demasiado rápido, quizá el chiste fácil tenga más peso, pero como se debe de presentar periodísticamente una crítica, o artísticamente, yo todavía defiendo el impreso, es donde se puede decir más”, asevera.

Antes, recuerda, no se podía ni siquiera insinuar una burla mínima a un presidente y si se hacía era muy sutil y era muy festejado y comentado, pero ahora hasta con insultos se dirigen al presidente. “Con (Vicente) Fox perdió fuerza la caricatura”.

Antaño, dice, la caricatura era una parte esencial de las páginas editoriales de todos los periódicos, además de que generaban más expectativas, y le daba un poder muy especial.

“¿Cuál es el futuro de la caricatura? Creo que va a seguir existiendo. No sé en qué medida la electrónica va a acabar con esto, o va a modificar. Lo que es un hecho es que el cambio es radical. Habrá que buscar la forma de hacer humor de forma más rápida, más inmediata”, agrega.

Sobre la vida política del país, precisa que hay muchos cambios a como era en el siglo XX, pero todavía falta avanzar en muchas cosas, como tener una sociedad más educada en una cultura cívica, además de que los tiempos en donde un partido gobernaba ya quedaron atrás, por lo que quien quiera gobernar a la nación deberá de hacerlo aliado a otras fuerzas políticas.

“A este país no lo puede gobernador un solo partido, se acabó esa posibilidad. Si queremos salir adelante debe de haber alianzas, pero con gente seria, que se tenga que autocontrolar ante los excesos que genera el poder, entre ellos la corrupción. Tenemos que aprender cívicos, México aún no es un pueblo de cultura cívica avanzada, estamos improvisando muchas cosas”, indica.

Adelanta que el 28 de septiembre inaugurará tres exposiciones al mismo tiempo, algo único en el país. La primera, de la pintura abstracta, la pintura sobre el tema del agua, tratando de que el espectador comience a preocuparse por la sobreexplotación de este recurso natural, y la tercera es de caricatura.

Del mismo modo, en agosto recibirá un reconocimiento en su natal Perú, país que confiesa no visita mucho. Hace memoria y dice que desde hace 15 años no viaja para allá, pues su familia vive en Estados Unidos, y quedan poco amigos en su tierra. “Mi tierra es México”, abunda, nación en la que se casó tres veces.

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