Cada equipo de futbol tiene una pieza clave. En Gallos Blancos, existe alguien que conoce los secretos del club, tiene un confesionario, como él lo llama, donde las historias de los canteranos y hasta del mismo Ronaldinho pasaron por ahí. Alberto Nazario Álvarez Pides, mejor conocido como Polito, el kinesiólogo del club Querétaro cuenta su historia de cómo el futbol se convirtió en su vida.

Uruguayo de origen, fue en Montevideo, su primer hogar, donde surgió la magia al ver pasar a los jugadores de primera división sobre la calle, cuando iban a entrenar al estadio que estaba a unas cuadras de su casa. Él los acompañaba y regresaba con ellos cuando terminaban, era el equipo Liverpool, en dónde más tarde comenzó su primer empleo como kinesiólogo.

“Yo trabajaba y estudiaba, después iba al futbol, y cuando estaba terminando de estudiar dejé el trabajo en una fábrica textil y me dediqué al futbol y a la clínica. Yo trabajaba en la mañana, hacía fisioterapia, después me iba a una clínica, de ahí al futbol y después iba al basquetbol; había que hacer eso para juntar un buen dinerito. Era de los privilegiados que tuvo auto en esa época, ahí empecé a crecer”, comentó.

Polito trabajó en tres deportes cuando radicaba en Uruguay: en futbol, basquetbol y ciclismo, a los que llama una enfermedad para los uruguayos; llegó a atender a las selecciones de su país, pero el futbol siempre lo enamoró.

"Polito", más que un kinesiólogo, es confesionario de jugadores
"Polito", más que un kinesiólogo, es confesionario de jugadores

Llegada a México y a Querétaro

Hace 41 años que Polito emigró a nuestro país. Desde entonces, han sido cientos de jugadores, así como varios técnicos y equipos con los que ha trabajado.

“Cuando estaba en la selección me llegó la invitación para venir a trabajar a México, yo siempre digo que sí, después decido [ríe]. Me hablaron del equipo Atlético Español, donde había estado un uruguayo y los jugadores pidieron que me trajeran. Y ahí estuve hasta que volvió a ser Necaxa”, explicó.

El futbol de hace 40 años era muy diferente a lo que se vive ahora, en la temporada del 92-93 trabajaba en Atlante, con Lavolpe como técnico, pero el equipo descendió y los extranjeros antes no podían trabajar en ligas inferiores y ahí comenzó la travesía antes de llegar a Gallos Blancos.

“Atlante baja a segunda y los extranjeros antes no podíamos trabajar en la de ascenso. Armaron un equipo en Querétaro que se llamaba Club de Futbol Querétaro, dirigía Lavolpe ese equipo, estuvimos un año y lo que queríamos era que subiera Atlante para volver. Después me invitaron para irme a Celaya y ahí hace 20 años que tengo mi casa. Lo vendieron en 2003 y me fui a León, y pasaron malas noticias porque el dueño tuvo problemas fiscales y todos nos fuimos”, recordó.

A Polito le tocó vivir, las que quizá sean las dos etapas de oscuridad del equipo queretano, en 2005 llegó cuando estaba a cargo Petricevic y regresó con el grupo de Oceanografía.

“En 2005 llegué a Querétaro, en 2006 subimos a primera y al otro año, por el tema de los menores, nos bajaron y ahí me fui a Irapuato tres años, pero desapareció porque el equipo estaba endeudado y me trajeron de nuevo a Querétaro, y aquí estoy. En la primera etapa estaba Petricevic, después el grupo de Oceanografía y malos recuerdos. Viví momentos tristes, de gente que se va porque el equipo desaparece y se quedan sin trabajo. Y después viene este grupo (Imagen) que es una empresa súper organizada y acá estamos felices y contentos”, expresó.

"Polito", más que un kinesiólogo, es confesionario de jugadores
"Polito", más que un kinesiólogo, es confesionario de jugadores

Su consultorio se ha convertido en un espacio de terapia mental, donde los jugadores y algunos preparadores físicos desahogan sus emociones antes de que el futbol “los vuelva locos”.

“En nuestra área es un confesionario, viene el jugador a decirte los problemas de su familia, con su mujer, después los problemas con el equipo, que el técnico no lo pone. Hablan del vestidor, ahí se cocina todo el bacalao [ríe], acá el vestidor está muy bien”, señaló.

En su paso por la Ciudad de México atendió a Superman Marín, el legendario arquero de Cruz Azul, fue una de las grandes figuras que han pasado por las manos de Polito. “Tuve una buena etapa con Cruz Azul en mi consultorio de México, atendí a don Miguel Marín, a Carlos Jara Saguer, que era la figura, Fernando Bustos una gran figura de Cruz Azul y después de otros equipos. Algunos venían a escondidas, yo no los quería atender porque les decía que estaban en buen equipo con buenos médicos, y me decían que no le atinaban con el diagnóstico; les daba una suge rencia, pero les decía que tenían que respetar el servicio médico de su equipo. Y muchos jugadores que te inventan dolores que no tienen para justificar su bajo rendimiento o la bronca con el técnico, pero todo lo que se habla acá no sale”, confesó.

Su trabajó también lo llevó al beisbol; durante un tiempo permaneció con los Diablos Rojos de México. Hoy con 74 años, Polito está lejos de pensar en el retiro. “Siempre me preguntan que cuándo me jubilo, y si me jubilo ¿qué hago?, yo puedo trabajar, yo me siento bien”, mencionó.

"Polito", más que un kinesiólogo, es confesionario de jugadores
"Polito", más que un kinesiólogo, es confesionario de jugadores

Trabajo con las fuerzas básicas

Por razones físicas, Polito pidió trabajar con las líneas inferiores del equipo, el futuro de Gallos Blancos: los jóvenes, sobre todo, para evitar los ajetreados viajes que conlleva la Primera División, pero también para influir en la formación de estos chicos.

“Más que buenos jugadores se piensa en buenos seres humanos y el trabajo con las básicas es excepcional, hay que destacarlo. Hay un montón de jugadores que se pierden por el entorno, ellos quieren la fiesta, yo les digo que este negocio es para hacer dinero, yo les habló al ‘chilazo’ entonces, los trato de orientar: si ganas 6 mil u 8 mil pesos hay que cuidarlo, después vas a ganar más y ¿qué vas a hacer? Hay que invertir”, sentenció Polito.

Su padre fue profesor de filosofía, le enseñó que lo más importante en la vida es el estudio, la lectura alimenta a la profesión y al alma, por lo que Polito se mantiene en constante aprendizaje.

“Hay que leer, la juventud está perdida, la juventud no lee, ‘le vale madres todo’, están todos locos. Acá está prohibido usar el celular durante el tratamiento. Muy pocos tienen título, los juveniles que subieron, todos están estudiando y yo les digo: el futbol se acaba y después ¿qué vas a hacer?, pero consejos no doy, les doy sugerencias”, explicó el kinesiólogo.

Para él, la clave de que un equipo obtenga resultados recae en tener un líder, es la piedra angular desde la cancha hasta la empresa que sostiene el equipo.

“Los grandes grupos tienen buenos dirigentes y líderes. Uno de los problemás grandes del futbol mundial es la falta de líderes en el campo, no grandes jugadores, porque es distinto, hay algunos que no son grandes jugadores, pero son líderes. Para mí, hay una carencia de líderes, hace seis años que no trabajo con primera pero, para mí, eso es básico sin importar la división”, mencionó.

Polito es padre de dos hijos, Federico, de 44 años quien es ingeniero y vive en Inglaterra, y Juliana, de 37 quien estudió Administración de empresas y trabaja para una importante compañía; es abuelo de dos nietos, uno de 20 años y otro de seis. Está casado con la que califica como la mejor compañera de su vida, su esposa Rosanna Gasol. Siempre carismático, con un termo de mate como buen uruguayo y con un gran sentido del humor, Polito disfruta de su profesión.

“Me mantiene sano, y valoran las cosas de uno, te preguntan, te tienen confianza sobre las lesiones. Están los médicos y después los especialistas, el jugador llega con un diagnóstico de campo, pero hay que tener mucha práctica para detectar las verdaderas lesiones. Ya no voy a la banca, pero había veces que caía un jugador y yo ni me movía, le gritaba ¡levántate, no tienes nada [ríe]”.

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