Quienes los utilizaron, reconocen como un rito el conseguir un acetato, sacarlo del folder de cartón y colocarlo sobre el redondel del plato giratorio, para tomar después un pequeño brazo del toca discos y poner la fina aguja que sobresale en uno de sus costados y comenzar a escuchar la música. Hasta la fecha, un acetato es el formato de grabación de la más alta calidad.

Pero a pesar de esa vigencia, el disco ya no genera tanto interés. Ya no se vive de la venta de discos, ni acetatos ni CD’s.

Don Carlos Sánchez lo acepta tajante. Su mercado se ha reducido a los contados coleccionistas y esporádicos clientes que se asoman a John Lennon’s Shop, en la colonia El Marqués en la capital queretana. Un “oasis en el desierto” para quienes realmente valoran el objeto antes llamado disco (Café Tacvba dixit).

Coleccionistas que como él, encuentran en la búsqueda y adquisición de esos objetos, obras de arte para muchos, que forman parte de la historia de la reproducción musical, un gusto especial que se vuelve esencial, más cuando la especialidad es el blues, el jazz y todas las vertientes del rock, aunque en el lugar también hay música de todos géneros y estilos.

Pero aunque ya no sea un negocio tan redituable, es imposible dejar lo que a la larga se convierte más que una afición, en una pasión. Para muchos, la música, los discos son conectores inmediatos a alguna época de vida.

La fecha de cuándo se adquirió algún álbum de una banda favorita se guarda entre las memorias importantes del melómano que buscaba incansable, tanto como las fechas importantes de cumpleaños o aniversarios.

Con la llegada de las nuevas tecnologías, una de las industrias que más se ha transformado es la grabación y distribución musical. Ahora con solo un dedo se puede obtener una canción.

El mercado se ha reducido a canciones en lugar de álbumes completos.

Hay nuevas generaciones que ni siquiera saben cómo se reproducía un disco acetato y con el mercado digital se ha borrado la necesidad de saberlo. Ya son pocos los que reconocen que el sonido que ofrece un acetato es el de mayor calidad auditiva hasta la fecha. Es donde más se puede apreciar la música de cualquier género.

“Ahora ya todo lo hacen por computadora”, dice don Carlos, poseedor de una colección de 15 mil discos de acetato más otros 10 mil discos compactos en su local que se ubica en el número 509-A de la calle Ingenieros, en la colonia El Marqués.

Un sitio donde además de presumir que todos los títulos son piezas únicas sin un álbum repetido, se cuenta con la historia de la evolución de los formatos de reproducción musicales, desde una joya, un disco que data de fines de la década 1890 para fonógrafo hasta el disco compacto que todavía se distribuye actualmente pero que ha perdido fuerza debido al mercado digital.

De coleccionista a vendedor

Hace unos 15 años don Carlos tomó la compra-venta de discos formalmente como un complemento de su vida, aunque es en la década de los años 70 donde tiene el registro del primer acetato que compró, después de la incertidumbre y represión que vivieron los jóvenes del país durante el mandato presidencial de Gustavo Díaz Ordaz. Pero como negocio, lo adoptó varias décadas después, a raíz de su interés por coleccionar discos.

“Empecé con esto porque ya tenía muchos discos como colección, y los traté de vender pero me veían y me empezaron a ofrecer, me quedaba unos, vendía otros”, contó el melómano de origen 100% queretano al equipo de EL UNIVERSAL Querétaro.

“Pero esto ya no deja dinero, ya deja muy poquito, por eso casi ya no hay tiendas de discos pues el mercado digital afectó muchísimo. Estas tiendas quedaron para coleccionistas o gente que sabe de música y le gusta indagar, ahora con las memorias que venden de música formato mp3 o las descargas pagando 20 pesos por una canción y cuando pasa de moda descargan otra, ya el disco es para coleccionistas”, afirmó.

Antes, la tienda se ubicaba en la colonia Santa Mónica, pero desde hace cinco años llegó a la zona de la colonia El Marqués, muy cerca de las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad. “Lo que está en el local es pura música rock en inglés y en español, que es lo que más piden”, platicó. Aparte tiene música ranchera, jazz, clásica, blues, country, salsa en acetato, aunque en disco compacto únicamente maneja las vertientes del rock.

Confesó que actualmente los discos acetatos más buscados son de bandas de rock clásico como Beatles, Pink Floyd, Rolling Stones, Black Sabbath, Judas Priest, The Doors y The Who. En Querétaro sí se consume el rock.

“Se comentaba que iba a regresar el acetato pero es imposible, porque si alguno de los jóvenes actualmente escuchara un disco, le daría flojera pararse a darle la vuelta, el disco compacto todavía es más utilizado pero ya nadie se pararía de estar acostado para cambiar un disco más que una persona que sepa de música, que aprecia esto y que sepa escucharla”, consideró don Carlos que nunca ha ido a un concierto de alguna banda internacional.

“Siempre preferí quedarme aquí, esto más que un trabajo se vuelve un hobby, conlleva mucha atención”.

Evolución del formato musical

Don Carlos, que rebasa los 60 años de edad, tomó como base las hileras de discos compactos que llenan a lo largo una extensa mesa hacia el fondo del local. Sobre ellas colocó uno a uno los discos conforme su antigüedad.

Primero enseñó el más antiguo que posee. Dice Edison Record, marca que desde 1888 distribuyó la música en discos de gran espesor, poco más de un centímetro. Tiene el número de serie 51473-L, una pieza que contiene el tema “Hawaiian Love Nest” de la autoría de Raymond Sherwood y W. Vanderloot, en las voces masculinas de Arthur Hall y John Ryan. Ejemplar de los discos que se reproducían en fonógrafos, que alguien nacido después de 1980 no piensa que tendría la oportunidad de ver.

Un objeto de más de un siglo de antigüedad, pero don Carlos en la actualidad no ha tenido la forma de conocer qué tipo de música lleva grabada debido a que los fonógrafos ahora son piezas de museos.

“Me lo vendió un señor que llegó con varias cosas que ya no quería, traía menaje de casa, entre ellos cinco discos de fonógrafo; en sí tengo poco con ellos”, platicó al tiempo que mostraba ejemplares de 1920 mucho más delgados que su antecesor, de 1940 un formato más pequeño de seis canciones, tres por lado; y 1960 que son los que se conocen hasta la actualidad. La evolución no se detuvo. Llegaron los discos compactos, aunque antes, por muy poco tiempo circularon los discos láser, del tamaño de un acetato, pero con la grabación digital, de los cuales también aparece uno sobre la breve exposición. “Esos llegaban únicamente por importación”, explicó don Carlos.

Los benditos años 90. Un tiempo en el que los discos compactos tenían gran demanda. Década en la que el disco compacto desplazó implacablemente a los discos de vinyl, una novedad que duró con potencia comercial un par de décadas. Así como los acetatos, el material que tiene en discos compactos es selecto. Los álbumes icónicos de Beatles pasando por Rolling Stones, The Doors, Jimi Hendrix, Bob Dylan, Led Zeppelin y muchos más. Rock clásico, alternativo, progresivo, metal, punk, grunge… de todo se encuentra en el local de don Carlos Sánchez.

Beatlemanía y las nuevas generaciones

La colección completa de los álbumes en acetato del cuarteto de Liverpool, The Beatles, no falta en el lugar. Tampoco los discos como solistas de John, Paul, George y Ringo.

En el nombre de la tienda también se evidencia el gusto de don Carlos por la agrupación británica que revolucionó la industria musical, al igual que la bandera inglesa que sobresale al centro del lugar con el nombre de la banda británica.

Un gusto por la música, que confesó, no comparte con su esposa que le ha pedido terminar con la colección. “Hasta que me muera es cuando esto se cerrará”, aseguró.

Sus hijos, ya con carrera terminada, tampoco comparten la afición musical, pero don Carlos no pierde la satisfacción de tener una colección musical como pocas y que ésta sea apreciada por nuevas generaciones.

Mientras transcurría la plática, un padre con su hijo entraron al local. El niño tiene 10 años de edad y están en busca de un disco compacto del cuarteto británico el cual será el tercero de su colección personal.

El pequeño y su padre contaron que apenas comenzó su colección con los álbumes Let it be Naked y Abbey Road. La curiosidad del pequeño lo llevó a sumar Magical Mystery Tour, que gracias a don Carlos consiguió en una edición remasterizada y con funda de cartón.

La mirada del pequeño se iluminó al tener su nueva adquisición en sus manos, al igual que la de don Carlos que aprecia que los niños se interesen en Los Beatles y la buena música en general.

“Da gusto que se interesen tan pequeños, incluso en las escuelas para enseñar el inglés ya utilizan canciones de Los Beatles debido a que tienen una pronunciación muy clara.

“También me ha pasado con estudiantes, que llegan y se llevan un disco pero a los 20 minutos regresan y se llevan otro aunque tengan que comprar un libro”, platicó.

A pesar de que ha invertido tiempo y esfuerzo para poseer una colección envidiable, don Carlos negó ser nostálgico por lo que no hay ningún apego hacia los álbumes con los que cuenta.

“Los discos van y vienen, lo importante es vivir la vida, dejar de estar pensando en cosas pasadas, así que aquí todo se vende”, acotó.

Aunque ha tenido que recorrer dos horas, de las 12:00 a las 14:00, el horario de apertura de John Lennon’s Shop, donde atiende de lunes a sábado hasta las ocho de la noche, don Carlos no pierde el gusto. Incluso hay personas que le compran a él para después vender discos de acetato o compactos en lugares emblemáticos de la comunidad rockera del país, como el Tianguis Cultural de El Chopo en la Ciudad de México a donde ha ido un par de ocasiones.

Don Carlos, con todo y las bajas ventas, con el que ya no se viva de la venta de discos y las peticiones de su esposa de cerrar el negocio, se mantiene fiel a la pasión que le nació en su juventud. Un coleccionista que se rige por el nombre de una canción de una de sus bandas favoritas, los Rolling Stones: “It’s only rock&roll but I like it/Es sólo rock and roll, pero me gusta”. Tan sencillo como eso.

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