Florián López Guerrero cuenta que la inspiración para hacer una artesanía muy mexicana le surgió lejos del país, en la ciudad de Denver, a donde había ido a pintar un mural. Con guajes, hoy elabora lo que él llama Victorias, creaciones que pinta con motivos mexicanos y que, afirma, le gustaría que fueran su aportación a la cultura del país.

Las Victorias, nombradas así en honor a Ciudad Victoria, Tamaulipas, estado del cual Florián es oriundo, ocupan una mesa a un costado de una galería ubicada en el primer cuadro capitalino. Junto a la calle, un restaurante recibe a los visitantes con sus olores a huevos y café. Frente a unas mesas del local, una docena de guajes naturales sirven como decoración. “No quise hacerles nada a estos. Se ven muy bien así, y para que la gente los vea como son”, dice Florián.

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Los guajes, utilizados tradicionalmente por los hombres del campo para almacenar agua y llevarla a sus jornadas, son convertidas por Florián en un arte-objeto. El artista plástico, avecindado en Querétaro desde hace tres años, comenta que esta idea nació en Denver, Colorado, en 2001.

Lejos de suelo mexicano, se le ocurrió pintar un guaje que vio en aquella ciudad, donde mucha gente los utiliza para hacer refugios a las aves en invierno. Los cuelgan en los árboles; allí llegan los pájaros y se protegen de las temperaturas bajo cero.

“Es un proyecto que surge en Estados Unidos, pero ya estando acá decidí que llevara la connotación nacional, básicamente [personajes] femeninos. Con el paso del tiempo fueron surgiendo otros temas en el proyecto. Es tan noble que lo que se te ocurra lo puedes hacer”, indica.

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Las diversas formas que toman los guajes le permiten hacer obras diferentes, únicas por la variedad de cada uno de los productos. Un guaje puede hacer que el tamaulipeco se inspire para hacer un pelícano, una mujer desnuda abrazando al sol, como una sirena o una tortuga. El límite es la imaginación y creatividad del artista.

Florián señala un pavo real. Dice que “el artesano tradicional le pondría plumas encajadas, para lograr el efecto de la cola linda del pavo real. Yo lo podría hacer también, pero como lo mío es la pintura, busco expresar con la pintura el tema”.

Ardua jornada.

Florián Comenta que la elaboración de una pieza puede representar una jornada de trabajo, esto es, 12 horas de labor constante. A veces, explica, primero, sin ni siquiera tener el guaje enfrente, nada más imaginando la forma de la materia prima, que puede ser alargado o más ancho, con su forma tradicional, comenzando con el proceso de pintura, en piezas que son únicas.

Florián presenta con orgullo sus piezas. La mayoría muestran la belleza mexicana, rostros de ojos almendrados, narices anchas y labios carnosos, aunque tiene tantas tendencias como se le quieran dar.

Pelícanos, mujeres, padres, hijos, tortugas, hombres, niños, todo puede ser dibujado y plasmado en estos arte-objeto originales de Florián. Comenta que algo que se puede hacer ampliamente son los animales del mar, aunque también los del desierto, como alacranes, víboras, águilas, la fauna propia de ese ecosistema.

También se pueden pintar aves y su amplia variedad, “imagina pintar todos los pájaros de México, los que vienen, o los endémicos, es maravilloso, la verdad. Descubrir que tienes un mundo por expresar, muchas cosas”.

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Hasta ahora, cuenta, ha hecho alrededor de 500 obras. En la exposición que tiene hay alrededor de 40, que varían por las ventas que realiza. Afirma que la respuesta de la gente es muy buena, pues le pagan el precio que les sugiere y no regatean, ya que saben que es una pieza original y de gran calidad.

Una figura llama la atención, se trata de un oso hormiguero, cuyo guaje parece hecho a medida y forma para que Florián plasme sus ideas y transmita su conocimiento.

Hay piezas que incluso no necesitan mucha pintura, con el mismo color de los guajes se pueden crear. Tal es el caso de una tortuga, que con sólo unos cuantos toques de color queda lista.

“Esencialmente lo que busco es que sea decorativo, porque soy pintor. Pueden decir que pueden ser platitos, sí, pero no quiero quitarle su espacio, su producción al artesano que hace eso”, precisa. Muchos de sus trabajos, puntualiza, se encuentran fuera del país, pues los han comprado para regalarlos a extranjeros.

“Me han comprado para enviar como regalos mexicanos originales a unos 20 países diferentes. Eso me gusta y me emociona, porque me han dicho que estoy haciendo un trabajo parecido a las matrioskas rusas. Lejos de considerarme agredido o no valorado, en función de que busco hacer una obra mexicana, que te comparen o que tu trabajo se acerque a la artesanía nacional de otra nación, es bueno. Significa que voy por buen camino”.

arq

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