Gabriela Valencia Padilla tenía seis años cuando su padre cayó de dos pisos de altura. Su vida corría riesgo si no era llevado pronto a un hospital. Quienes respondieron a la emergencia de inmediato fueron policías. Esa experiencia la marcó, naciendo en ella el deseo de ser policía, el cual cumplió ayer al graduarse e integrarse a esa corporación del municipio de Corregidora.

Quien también cumplió su sueño de ser policía fue Leslie Angélica Monter García, quien dejó las bombas de gasolina para formar parte de la seguridad del mismo municipio y servir a la comunidad, además de realizarse profesionalmente.

Gabriela toma su reconocimiento con ambas manos. Se le nota la emoción por el logro obtenido y anhelado desde pequeña.

“Se me hace una profesión muy noble, en donde arriesgas la vida por personas que quizás no conoces. No sólo necesitas aptitudes físicas y mentales e intelectuales, también necesitas el deseo de ayudar a la gente”, indica.

Recuerda que su padre cayó de una altura de dos pisos, y los primeros que llegaron fueron los policías, quienes solicitaron los servicios de urgencias, para luego custodiar a la ambulancia hasta el hospital a recibir atención médica, acción por la cual él vive hasta la fecha.

Desde ese momento quiso ser policía, aunque los prejuicios sociales hacia los uniformados la llevaron a postergar este momento.

“No es fácil porque dejas muchas cosas para dedicarte a esta vocación. Dejas cumpleaños, familia, 10 de Mayo, 24 de diciembre, dejas todas esas actividades para dedicarte a tus funciones. Ya no hay fechas importantes en la vida de un policía, sin embargo se necesita mucho el apoyo de la familia”, apunta.

Casada con un policía, dice que la apoya en todo momento, tienen mucha comunicación sobre su trabajo, pero tratan de no llevarse los problemas laborales o de la jornada a la casa, porque si su labor es estresante, lo que tratan es despejarse en su casa.

Tratar de empatar horarios a veces no es sencillo, precisa, pues a veces su esposo está en servicio y ella está descansando de su capacitación, pero dice que se pueden organizar. Puntualiza que en su planes a futuro está ser madre, y apoyaría a sus hijos si de grandes quisieran portar el uniforme de policía.

De la gasolinera a la patrulla.

Leslie, por su parte, a sus 22 años de edad, dice con voz suave y una ligera risa, que se decidió por ser policía porque ya lo traía en la sangre, pues su padre fue uniformado en la Ciudad de México, de donde llegó hace cuatro años.

Se enteró por un amigo sobre la convocatoria abierta para ser elemento de la Policía Municipal de Corregidora, por lo que vio una oportunidad para cumplir con ese sueño. Antes, Leslie trabajaba en una gasolinera.

La joven policía va a recoger su reconocimiento acompañada de sus hermanos y sobrinos, quienes la observan a la distancia, orgullosos de ella y su logro.

“Es muy difícil. Son unos cuantos meses que hay que batallarle, pero ya se logró. Son cuatro meses de capacitación, donde dan mucha teoría, mucho estudio, muchos libros, mucha práctica. Iniciaba a las cinco de la mañana y terminaba a las ocho de la noche”, asevera.

Al igual que Gabriela, Leslie piensa que la familia es muy importante para un policía, y la de Leslie no es la excepción, pues la apoyan en todo momento para cumplir con su sueño de abrazar la carrera policial, siguiendo los pasos de su padre.

La vida de la joven será diferente de hoy en adelante. Apunta que dejar fiestas y reuniones no le costará tanto, pues no le llaman mucho la atención. “Este es mi sueño y yo lo quiero hacer”, enfatiza.

“Es una decisión tomada con la mente bien fría. Me gustaría llegar lo más alto que se pueda. Trabajar duro, estudiar, seguir estudiando, llegar a ser comadante. Me gustaría estudiar criminología”, precisa.

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