Todos los años ocurre lo mismo. Los habitantes de la colonia Menchaca I y Menchaca III, tienen que lidiar con las corrientes de agua e inundaciones. Sin embargo, cuando las aguas de las precipitaciones ceden, son las del drenaje la que salen por las coladeras. Los restos de ramas, piedras y basura abundan en la calle río Culiacán, de la colonia Menchaca I. En el centro de la calle, una corriente de agua desciende, haciendo imposible, sin ayuda, el paso a pie de los vecinos.

Es poco más de mediodía y los mujeres van por sus hijos a los diferentes planteles educativos de la zona. En la calle hay colocadas jardineras, usadas dicen los vecinos, para frenar la velocidad del agua en su descenso.

Los vecinos colocan bancas y tablas para que los peatones puedan pasar sin tener que mojarse los pies para cruzar la calle. Un brinco ayuda a sortear la última parte del cruce por la corriente, que aunque no es muy grande, baja con una fuerza que se hace notar al momento de golpear los automóviles que pasan por el lugar.

Algunos vecinos previsores colocan costales de arena frente a sus domicilios, para evitar que el agua ingrese a sus casas. La lluvia del pasado martes, aunque fuerte, no fue tan intensa como las que se esperan los próximos días en territorio queretano y el país.

El cielo nublado presagia nuevas lluvias. La gente trata de hacer su vida de manera normal, aunque siempre les preocupan las precipitaciones.

María Teresa Rosas tiene una cocina económica en el lugar. Dentro hay un cliente consumiendo alimentos. Afuera del negocio el ruido del agua corriendo es constante. Con María Teresa está María Pueblito Reséndiz, quien tiene un local de uniformes deportivos, que piensa dejar porque la gente no puede pasar a comprar por la corriente de agua que baja por la calle durante el tiempo de lluvias.

Ambas mujeres narran que la situación la noche del martes fue de emergencia, pues el agua subió mucho de nivel, amenazando con meterse a las casas de la calle. Los vecinos tuvieron que reforzar sus portones, ya que la fuerza de la corriente abrió la puerta de una vivienda.

María Teresa dice que el agua en la calle, convertida en un arroyo siempre pasa en esta temporada de lluvias. “Siempre ha sido un problema. Ahorita es el paso de los niños de la escuela y no pueden pasar. O se tienen que meter por el agua o tienen que esperar a que alguien los cruce porque es difícil cruzar. Siempre que llueve, aunque sea poquito, pasa el agua fuerte. Pero que se meta (a las casas) han sido contadas las veces, sólo cuando llueve mucho y escurre el agua, es cuando se sube a las banquetas”, explica la dueña de la cocina.

También pasa cuando el agua arrastra algún coche, porque se quedan atorados en las jardineras y es cuando sube el nivel del agua. María Teresa dice que a escasos 50 metros, en la esquina de la cuadra donde vive, la noche del martes un auto fue arrastrado por la corriente, siendo detenido por las jardineras ubicadas en la calle.

El agua, dicen ambas mujeres, es la que baja de los cerros donde se ubican las colonias Menchaca II y III, aunque creen que debe de ser de algún drenaje que sobrepasa sus límites.

María Pueblito recuerda que hace tres días bajó mucha agua, a pesar de que la lluvia no fue muy fuerte, pero en pocos minutos el nivel del líquido aumentó considerablemente. La mujer agrega que el martes su esposo llegó tarde de trabajar y tuvo que dejar su coche a unas cuadras de su domicilio, con el riesgo de sufrir un robo. Luego de tres horas salió a ver si ya podía meter su vehículo a su domicilio.

Las jardineras ubicadas en la calle, explican, son para detener la fuerza del agua, pero hay ocasiones que es tanta que las “brinca”, pues se tapan con la cantidad de basura, ramas y sedimento que arrastra la corriente.

María Pueblito agrega que “cuando se termina el agua y deja de llover unos días, comienza a bajar el agua del drenaje de las colonias de arriba y huele muy mal”.

María Teresa precisa que la calle tiene alrededor de 12 años que la gestionaron con las autoridades para que la hicieran, pues el problema antes era peor, ya que con las precipitaciones se hacían hoyos en la calle, por lo que exigieron una solución más estable y segura, en ese entonces murieron dos jóvenes que fueron arrastrados por la corriente; sólo así les hicieron caso y cubrieron la calle con concreto.

“Era peor el drenaje, porque aunque lloviera poco siempre se metían las aguas negras a las casas, entonces metieron doble tubo de drenaje y detuvo un poco el problema de las inundaciones a los hogares”, abunda.

Las mujeres precisan que su rutina diaria se ve afectada por las aguas, pues en el caso de María Pueblito los clientes no llegan a su negocio, además de que tienen que dedicar buena parte de la mañana en limpiar la basura de las jardineras, para que no se vuelvan a tapar en caso de una nueva lluvia.

En la colonia Menchaca III, Graciela González Nieves, atiende una miscelánea, de nombre “González”. Frente a su negocio y domicilio, la pared de un cerro es su vecina. La tierra roja luce húmeda por las lluvias recientes.

Los deslaves son frecuentes y en ocasiones han llegado a dañar automóviles y motocicletas, sin que hasta ahora hayan cobrado la vida de algún ciudadano. “Tiene mucho que se cayó. Iba pasado un carro. Desde el año pasado iban a componer y nada. Sólo viene a limpiar, está vez sólo vinieron a recoger todo lo que se derrumbó, pero casi no vienen y nosotros limpiamos. Por ahí hay un cacho que ya se va a caer”, indica.

Arriba del pedazo de cerro “cortado” hay viviendas que también corren el riesgo de venirse abajo en caso de que se desgaje, reblandecido por las aguas. Señala que el martes por la noche la situación estuvo “fea”.

Graciela recuerda que tiene 42 años viviendo en Menchaca III. El agua no da tregua desde aquel entonces, y con el riesgo de que el cerro se venga abajo. “Anduvieron muchos vecinos viendo que iban a poner una especie de malla con cemento, pero dicen que no sostiene la tierra, que no hay posibilidad”, agrega.

Añade que siempre han vivido con el riesgo. Incluso los deslaves y desgajamientos del cerro han abierto la calle, cada vez que la tierra cae se produce una abertura a la zona. No sólo es ella y sus vecinos quienes corren riesgo, pues del otro lado del cerro hay una escuela y aunque no se ve comprometida, para muchos alumnos de la misma pasar junto al cerro es el camino obligado.

Las autoridades, puntualiza, no les han dicho nada, sólo vienen a limpiar cuando cae tierra, pero el riesgo es latente.

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