Es el más popular de su generación y tan bueno para bailar que le dicen el “amo de la pista”, Alejandro Galindo, de 25 años, no quiere ser bailarín, su sueño es convertirse en chef, y aunque en los restaurantes son poco vistos o casi nada los cocineros con síndrome de Down, él ya está haciendo sus prácticas profesionales en la parrilla de un café.

Alejandro es uno de los cinco egresados de la primera generación del programa Contigo en la Universidad del Valle de México (UVM) Querétaro, proyecto impulsado por el Centro de Apoyo y Calidad de Vida (CALI), A.C.

En su paso por el nivel universitario aprendió responsabilidades básicas, desde llegar puntual a sus clases, hasta viajar solo en el autobús; también tomó cursos de fotografía, entró a jugar tenis de mesa, basquetbol, hip hop, porras y ritmos latinos.

La comida es una de sus grandes fascinaciones y desde niño quería ser chef, por eso eligió las clases prácticas de gastronomía.

“Desde chiquito uno de sus amores más grandes ha sido la comida y como le gusta mucho comer le interesa hacer las cosas. Nunca dijo, de pequeño, que quería ser bombero o doctor, o estudiar alguna otra profesión, él siempre dijo que quería ser chef”, recuerda Gabriela.

En la UVM Alejandro aprendió bases culinarias, cocina oriental, pescados y mariscos; además de repostería sabe de bebidas y tiene habilidad para poner una mesa correctamente y sus emplatados siempre están muy bien adornados. No sólo fue a aprender a la universidad, también fue a enseñarles a sus compañeros y maestros, las capacidades que tienen las personas con síndrome de Down.

Su maestro, el chef Alan Urbina, no se había encontrado en toda su vida profesional, a una persona con síndrome de Down trabajando en una cocina y mismo llegó a dudar del potencial de Alejandro. Ahora no tiene dudas.

“Él siempre me decía que quería ser chef y al parecer sí aprendió bastante y logramos que se desarrollara más, sobre todo en lo motriz, del tema de la cocina. Yo nunca había visto a alguien que tuviera síndrome de Down trabajar, sobre todo en una cocina donde es el lugar más activo y se podría decir más peligroso, nunca lo había visto pero realmente sí pueden trabajar, previamente capacitados”, declara el chef.

Actualmente, Alejandro hace prácticas en un café, está trabajando en la parrilla y su especialidad son los omelettes con champiñones y los chilaquiles con huevo.

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