Fernando Herrero y Alfredo Ochoa son taxistas que se dedican a ese oficio desde hace 5 y un año, respectivamente. Ambos consideran que con el paso del tiempo la inseguridad a la que se enfrentan al trabajar como choferes de taxi ha incrementado.
La ciudad ha cambiado y no está exenta de robos, asaltos, en el peor de los casos, advierten los conductores, de que les quiten la vida.
Fernando considera que ha corrido con suerte, ya que en todos los años de servicio ha sido asaltado sólo tres veces y nunca le han quitado el coche o lo han golpeado o apuñalado como a otros de sus compañeros.
Al menos en dos ocasiones lo han amenazado con arma blanca y otra ocasión le dijeron que eran “delincuentes decentes” y no lo amedrentaron para que les diera el dinero que traía consigo –apenas 300 pesos porque que era un día malo-. En todos los casos aconseja siempre darles todo lo que pidan.
“Una vez en Santa Bárbara, otra en San Pablo y otra en La Piedad; me hicieron la parada como cualquier gente normal. Con arma blanca dos veces, la otra me dijeron que eran delincuentes decentes, me dijeron así y que les diera lo que traía. Nosotros no nos oponemos, les damos lo que quieren, si no nos va peor”.
Detectan zonas de riesgo.
Dice que trabaja con precaución y a ciertas horas no realiza viajes a algunas zonas de la ciudad o a comunidades de Querétaro o de Guanajuato, porque “por allá se pone siempre muy feo, es muy peligroso”.
Trabaja alrededor de 12 horas al día, casi siempre por las mañanas o tardes y muy pocas ocasiones por las noches, como medida de prevención, ya que su esposa y sus 5 hijos lo esperan y en las noches es más probable que asalten o roben la unidad.
Considera que le gusta mucho su oficio, porque se pasea por toda la ciudad y la conoce a la perfección, lo único malo es la inseguridad porque antes podían moverse con más tranquilidad a todos lados, y ahora es más complicado.
“Por más precauciones que puedan tomar nunca se sabe”, dice Fernando: “te hacen la parada como cualquier pasaje y uno cree que va a hacer el servicio, ya llegando allá es cuando te dicen que saques el dinero o tu estéreo, lo bueno es que nunca me han quitado el coche”.
La medida de poner botones de pánico en las unidades puede ser buena, comenta, pero lo más importante desde su punto de vista es tener vigilancia en las colonias y sobre todo en aquellas consideradas peligrosas de la ciudad.
A esta petición se suma Alfredo, quien a pesar de tener poco trabajando de taxista, no ha quedado exento de sufrir por la delincuencia ya que fue asaltado una vez en la colonia Menchaca, en donde además lo golpearon y quedó lesionado.
Modos de operación.
Esa ocasión, recuerda, no fue un “pasaje” quien lo asaltó, sino que cuando salía de la colonia luego de realizar un servicio, se le atravesó un muchacho y para no atropellarlo paró el vehículo, posteriormente salieron más jóvenes que comenzaron a golpearlo. Le quitaron su dinero y el estero, como pudo se volvió a meter el coche y busco una patrulla, pero los oficiales le dijeron que no podían intervenir.
Para Alfredo ese es el mayor problema, que la policía no actúa cuando solicitan su ayuda: “Ni se paran por esas colonias las patrullas, ni los policías, les dan miedo los vándalos y lo dejan a uno solo, esa vez me dijeron que tenía que poner la denuncia para que pudieran ir, a pesar de que me vieron todo golpeado no quisieron subir. ¿Usted cree que eso es seguridad, una va a ampararse con ellos y lo mandan a uno a la fregada?”, lamenta.
Él considera que las colonias más peligrosas para trabajar son, además de Menchaca, San Pedro Mártir y Loarca, tampoco va en la noche a comunidades como San Bartolo, San Juan del Llanito o Apaseo El Alto, en Guanajuato; porque “está muy feo por allá, si vas sabes que igual no regresas, no vamos no por miedo pero sí por precaución, pero hay compañeros que sí se arriesgan”.
Inacción de cuerpos de seguridad.
Dice que el problema es que las autoridades de seguridad no hacen lo suficiente y aunque conocen perfectamente los lugares peligrosos, no hacen nada para atrapar a los delincuentes, lo que afecta a los taxistas, pero a los ciudadanos también.
“Está canijo, los asaltos están a la orden del día a todas horas, yo tengo mal esta mano de ese asalto, me golpearon, los golpes son gratis allá, los mariguanos me agarraron ahí y me dieron entre seis”.
Señala que todos sus compañeros choferes toman sus precauciones, pero no pueden saber cuándo o dónde les va a tocar un asalto o un robo y por desgracia muchos de sus compañeros han sido víctimas de delitos más graves y los han asesinado.
“Yo siempre he dicho que nos asalten que nos quiten el dinero, pero que no nos quiten la vida, todos tenemos una familia y por eso andamos en el trabajo, viendo qué les llevamos a los hijos; no se vale, los delincuentes no ven eso, son unos desalmados, no tienen corazón, ellos son felices matando a la gente. Imagínese aquí en el taxi, por unos mil 200 pesos que le quiten a uno la vida, no se vale, por ninguna cantidad se vale”.
Colegas fallecidos.
Al concluir la entrevista recuerda que al menos conoció a cinco taxistas que han perdido la vida por ser asaltados, muchos más han terminado en el hospital en un estado grave de salud y todos trabajan sabiendo que se exponen a muchos peligros diariamente.