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Crónica. “La cruz es la que nos cuida en las obras”

Albañiles acuden a templo capitalino para pedir protección divina

Tras asistir a misa, algunos trabajadores fueron agasajados por sus patrones con carnitas, chicharrón, refrescos y una que otra cerveza. (Foto: Obture Press)
04/05/2017 |02:45
Domingo Valdez
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La mañana en el templo de La Cruz es diferente. Cientos de cruces de madera y decoradas con flores son llevadas por los trabajadores de las construcción, movidos por la fe y la tradición, pues, como dice don Santiago Monroy, la cruz “es la que nos cuida”.

Los fieles llegan de manera constante al templo. Don Santiago, adulto mayor, llega con una cruz desde Jurica. “La fe que tenemos es ella, la Cruz, nos cuida, es lo que único que tenemos. Desde que empezamos la obra la hacemos. La acomodamos en un lugar, y el día que se llega su fecha no nos queda más que traerla a bendecir y regalarle unas flores, porque ella nos regala más”, acota.

Con la experiencia de toda una vida, el hombre señala que la fiesta religiosa es esencial para ellos:

“Nosotros no festejamos. Esto es algo del patrón. Si el patrón regala un refresco, muy amable; si no regala, no estamos obligados a que nos den. Entre compañeros, si traemos nos cooperamos para comprarnos un refresco entre todos, para celebrarla a ella, no a nosotros y eso es todo”, abunda.

Indica que a lo largo de todos estos años nunca ha tenido un percance, pues “es la Cruz quien los protege”, ya que tienen que trabajar en lugares altos, donde ponen el peligro su vida y necesitan la protección más allá de los equipos de seguridad.

Desde temprana hora en el templo un sacerdote bendice las cruces de los maestros de la construcción, quienes llegan movidos por la fe y la tradición a bendecir las cruces, decoradas con flores. Quienes no llevan decorada su cruz lo pueden hacer a un costado del templo por cerca de 25 pesos, aunque puede elevarse el precio dependiendo de las flores que quieran comprar para decorar la cruz.

Novato en la tradición. Abel Ríos, sacerdote originario de Oaxaca, bendice las cruces a un costado del altar, donde reza con los maestros albañiles, quienes atentos y muy serios escuchan al cura pedir “para que les rinda su dinero y tengan trabajo” siempre.

Luego moja copiosamente con agua bendita las cruces para continuar con los mismos maestros, quienes reciben agua en la cabeza. Algunos depositan unos monedas o unos billetes en el cesto de las limosnas.

El padre Abel explica que en Oaxaca, donde hay muchos pueblos y comunidades con el nombre de La Cruz, —entre los más famosos está Santa Cruz Huatulco—, no suele hacerse la bendición de las cruces y para él, quien llegó en septiembre pasado a Querétaro, la tradición es nueva.

El padre recuerda que México es el único país que celebra “La Cruz” en mayo, en el calendario litúrgico, pues después de un concilio vaticano se decidió cambiar la fiesta al 14 de septiembre, pero el Episcopado Mexicano “gestionó” ante El Vaticano para que se quedará en 3 de mayo como fecha de la Santa Cruz, por el arraigo que se tenía —y tiene— entre la población.

Un trabajo riesgoso. Raúl Pacheco, albañil de oficio, señala que el significado de la fiesta de La Cruz es la protección de Dios “porque este trabajo es muy riesgoso y venir de lejos y luego de regreso... es dar gracias a Dios porque nos cuida todo el año”.

Albañil desde hace tres décadas, precisa que comenzó como ayudante y la fiesta que les harán será en carretas, pues en el fraccionamiento donde labora actualmente no permiten que se hagan fiestas de este tipo.

Más de sus compañeros llegan en grupo. Las pick ups con los maestros albañiles, chalanes y uno que otro arquitecto llegan al templo.

Adrián Méndez dice que es una tradición muy bonita porque es su día, por lo que adornan la cruz y la llevan a bendecir entre todos los trabajadores para ponerla en la obra.

Él y sus compañeros trabajan actualmente por San Jerónimo, aunque no sabía si habría comida especial para ellos, “pero nuestra obligación es traer la cruz y bendecirla”.

Comenta que nunca le ha pasado nada malo en su trabajo, sólo uno que otro machucón cuando está trabajando.

El tamaño de las cruces es variado, desde unas de no más de 40 centímetros, hasta otras de más de un metro, delicadamente decoradas con flores; otras más tienen listones, dependiendo de la creatividad de los maestros constructores, aunque otros aseguran que el tamaño de la cruz corresponde a los pecados que tengan.

No son los únicos que acuden al templo de La Cruz en estos días, pues son muchos los fieles que llegan con el propósito de escuchar misa en esta fecha especial. Luego de las misas de la mañana, la siguiente es a las 13:00 horas, justo antes de que muchos de los trabajadores de la construcción comiencen con las comidas que les organizan los arquitectos y patrones para agasajarlos en su día.

Algunos llegan y preguntan por el padre que bendice las cruces, sin darse cuenta que está a un costado del altar. Ya cuando se dan cuenta entran presurosos, bendicen sus cruces y se marchan satisfechos.

Por la tarde, por lo regular después de las 14:00 horas, en la mayoría de las obras las actividades se detienen para dar paso a la comida.

Carnitas, chicharrón, salsas, refrescos y una que otra cerveza son el menú de los duros trabajadores de la construcción, cuyas manos rasposas y pieles curtidas por el sol ven un descanso del trabajo diario, al menos por unas horas, pues al otro día el trabajo debe seguir, para cumplir con los tiempos de construcción de las obras.

Un lugar donde ninguna ceremonia o festejo especial tuvo lugar fue en el tradicional mercado de La Cruz, donde las actividades diarias se llevaron a cabo de manera normal, sin que se tuviera prevista una misa o comida organizada por los locatarios del centro de abasto.

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