Hoy en día la apariencia física tiene mayor relevancia que décadas atrás, y en muchas ocasiones es dictada por estereotipos mercadológicos, cuya característica más importantes es el peso, factor que, incluso, ayuda a determinar si eres candidato para un empleo, o en gran medida si eres delgado te facilita la interacción social.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), dentro de su informe Panorama de la Salud 2017, México tiene la tasa más alta de sobrepeso y obesidad en mayores de 15 años.

Más de la mitad de la población nacional está dentro de esos rubros, 39.2% tiene sobrepeso y 33.3% tiene obesidad, es decir que, 72.5% del total de los mexicanos. La tasa de México supera en 18.6% a la media de los 34 países integrantes de la OCDE, que es de 53.9%.

Mi peso regular

Luz María Rodríguez tiene 27 años, es mamá de un menor de dos años, esposa y empleada. Dos años y medio atrás ella pesaba 67 kilos, trataba de no comer demasiado y a veces recurría al uso de malteadas para disminuir un par de kilos más, pero estaba en el peso adecuado para su estatura, que es de 1.69.

Ella se sentía bien y podía realizar actividades físicas sin sufrir algún tipo de fatiga, además de que podía usar su ropa y zapatos sin que le apretaran o sacaran “rollitos”.

“Me sentía bien, normal, cuando ya no estuvo chido fue cuando engordé”, expresó con la voz un poco seria.

Luz Ma, como le dicen la mayoría de sus amigos, narró cómo fue el proceso que vivió para llegar a lo que pesa hoy en día, que son 88 kilos.

“Mi peso normal es de 67 kilos, durante el embarazo pesé 88, tuve al niño y no bajé, fui con una doctora y el primer mes bajé siete kilos y sentí que eran un buen, con el tiempo fui bajando un poco y cada mes, hasta llegar al peso”, refirió mientras hacía la cuenta de los kilos perdidos con los dedos.

Después de haber bajado siete kilos, Luz Ma volvió al régimen alimenticio que tenía antes de hacer dieta, pero asegura que por cuestiones laborales se le complicaba, por eso regresó a desayunar y cenar mucho.

En abril de 2016 volvió a iniciar su dieta, pero para diciembre de ese mismo año ya pesaba otra vez 88 kilos con 200 gramos.

“Como pesaba tanto traté de regresar al régimen alimenticio que tuve cuando había ido al nutriólogo, pero no podía, por eso volví con un nutriólogo, pero ahora de los que ponen balines, hice todo lo que tenía que hacer, empecé ir a hacer ejercicios cardiovasculares.

“Primero no aguantaba nada, con el paso del tiempo fui aguantando más”, aseveró después de darle un sorbo a su botella de agua.

Luz Ma dijo que intentó con muchas ganas y esfuerzo, pero durante la primera semana no tuvo resultados, ya que la báscula volvió a marcar 88 kilos con 200 gramos; esto no hizo que se decepcionara y continuó siguiendo al pie de la letra la dieta y haciendo ejercicio.

Poco a poco el ánimo de Luz Ma decaía, porque al pasar las semanas y cumplir con las órdenes del doctor, no notaba ningún cambio, y estaba en lo correcto, porque al subirse una vez más a la báscula, la aguja volvió a marcar 88 kilos 200 gramos.

“El doctor me dijo que como estaba haciendo ejercicio, que podía ser el músculo o retención de líquidos. Pasaron varias semanas y otra vez volví a pesar 88 kilos 200 gramos, le echo más ganas y no bajo nada… Tengo como un año con el mismo peso, coma un montón, haga ejercicio o dieta, peso lo mismo”, enfatizó con un tono de voz un tanto preocupado.

Consecuencias

Debido a esta situación, Luz Ma cuenta que con su peso actual se sofoca más rápido, hecho que le entristece porque no le permite jugar con su hijo como ella quisiera; asegura que su necesidad de bajar de peso no es una cuestión de vanidad o estética, sino para estar al 100 para su niño.

“Necesito estar bien porque tengo un niño, no me veo siendo una mamá que lleva el niño al parque y veo como juega él solo, quiero correr con él, saltar, andar en la bicicleta y son cosas que si sigo a este ritmo no voy a poder”, puntualizó sin darse cuenta que sonreía mientras hablaba de su hijo.

Además de cuestiones de salud, Luz Ma reconoció que su autoestima también se ve afectada, porque sabe que no es su peso regular, aunque recalcó, su prioridad es estar sana en todos los sentidos por su niño.

“Es un golpe más fuerte el del niño, ni si quiera tengo familia directa que tenga diabetes o algo de ese tipo, pero sí me da miedo, o los infartos o todo esto”, reiteró.

Especialista

Miriam Correa Mendoza, nutrióloga egresada de la UAQ, explica que las causas para no poder bajar de pesos están englobadas en dos grupos.

En primer lugar, las personas que han realizado muchas y diversos tipos de dietas durante toda su vida, razón por la cual existe un desequilibrio en su cuerpo y es necesario llevar a cabo un plan a largo plazo, para que primero su cuerpo se reajuste y después se pueda trabajar en la pérdida de peso, explicó.

Otra de las razones por las que no hay una pérdida de peso, es por la presencia de algún problema metabólico, como pueden ser malos niveles en la tiroides, y en el caso de las mujeres, por un desequilibrio hormonal y la presencia de la menopausia, señaló.

“Hay personas que tienen kilos de más, porque van haciendo dietas y van haciendo dietas, las ves después de unos años y ya duplicaron o triplicaron su peso, esto pasa porque son dietas tan estrictas que son imposibles de llevar a cabo, que sí bajas en un mes 10 o 20 kilos, pero cuando reinician otra vez a su dieta habitual, otra vez van para arriba… También el ovario poliquístico, es un síndrome que va de la mano con un peso elevado”, manifestó.

La especialista expuso que para perder peso es necesario tener mucha paciencia, porque primero se requiere hacer un ajuste en el organismo, para después poder reducir las tallas y los kilos.

“Deben tener en mente que es a largo plazo tener un estilo de vida saludable, comer porciones chiquitas, no exagerar en las fiestas, pero hacerlo permanente, porque si lo hacen un mes y otra vez regresan a malos hábitos, es cuando vienen los rebotes y no subimos al peso en el que estábamos, subimos más”, detalló.

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