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Se salvó de la explosión en Iztapalapa por buscar a su perro Zeus

La explosión lo dejó solo, rodeado de escombros y enfrenta el duelo a su manera

En soledad, Armando espera el regreso de Zeus, su perrito que por casualidad lo salvó de la explosión, y que fue llevado al veterinario por unas personas. Foto: Carlos Mejía / EL UNIVERSAL
18/09/2025 |09:38
Emilio Fernández
Reportero de la sección MetrópoliVer perfil

Zeus, el perrito de Armando, un joven de 22 años que vive en situación de calle en el , se escapó y al buscarlo del otro lado de la calzada Ignacio Zaragoza se registró la .

Cuando regresó con su mascota, los cuatro compañeros con los que vivía en una casita improvisada y otros dos que estaban cerca desaparecieron.

“Pues creo que murieron los cuatro calcinados, porque la verdad no los encontré, porque cuando llegué aquí no había nada. Allá y aquí estábamos, íbamos a comer, y los otros dos eran una pareja, se los llevaron heridos, muy graves. No he sabido nada de ellos”, contó.

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La explosión lo dejó solo, rodeado de escombros y enfrenta el duelo a su manera. Una vecina llamada Judith le brindó techo, ropa y comida, pero Armando sigue en shock.

“Fue algo que me afectó sicológicamente y emocionalmente. No me gusta estar así, pero la verdad, no me siento bien para estar así medio encerrado”, indicó.

Unas personas llevaron a Zeus al veterinario desde hace algunos días, pero no le contestan las llamadas y espera que se lo regresen, porque también lo extraña. Una casualidad le salvó la vida, pero la tragedia le quitó a sus compañeros.

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El secretario de Gobierno, César Cravioto, informó que “hay tentativamente cuatro personas que pudieron haber sido personas en situación de calle”, víctimas de la explosión: Giovanna, Gilberto Aarón, quien falleció, Omar Alejandro García Escorza y Abril Díaz Castañeda.

Días de dolor

Tristeza es la palabra que utilizan los vecinos de Iztapalapa para describir su sentir a una semana de la explosión de la pipa, que hasta ahora ha dejado 20 personas fallecidas.

“Me siento muy triste, es un dolor en el pecho que no se termina, un vacío por dentro que se siente. A esa hora de la explosión yo paso todos los días exactamente por esa zona para ir a trabajar, pero ese día no fui, si hubiera ido, no sé qué hubiera pasado conmigo”, dijo Alejandra, una vecina de la Unidad Habitacional Ermita Zaragoza, y quien acudió junto con su esposo al memorial que se instaló en el sitio.

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