Mañana domingo, al margen de los partidos políticos, la sociedad se ha organizado para convocar múltiples marchas en el país con el propósito de manifestar su oposición a la pretensión de Andrés Manuel de apropiarse del INE y sustituirla con una institución a modo que le sirva para perpetuarse en el poder.

El Presidente cree que los mexicanos son tontos, que siempre le van a creer sus mentiras y sus fantasías de convertir a México en ejemplo para el mundo, que nos pondrá a la par de los países más desarrollados; que es una persona de buenas intenciones y, sobre todo, honesta.

Basándonos en sus acciones y resultados, podemos afirmar que AMLO es mentiroso e incongruente; que no actúa motivado por el bien de los mexicanos, como lo demuestran: la amenaza de que se dejaría de llamar Andrés Manuel si no se distribuían (noviembre de 2021) los medicamentos que no se distribuyeron ni se compraron; o que no se cortaría un solo árbol en la construcción del tren maya, y se han talado millones; o el compromiso de que sus elefantes blancos no costarían más de lo por él estimado, y han superado con creces el presupuesto y aún no se terminan; el engaño a los familiares de los mineros atrapados en Sabinas; o el silencio cómplice, en 2018, cuando Morena y sus aliados obtuvieron antidemocráticamente la sobrerrepresentación en la cámara de diputados, pero reclamó cuando el INE corrigió esta anomalía para evitar que volviera a suceder en las elecciones federales de 2021.

AMLO pasará a la historia como el primer presidente que utiliza indignamente la figura presidencial para insultar a sus gobernados que no están de acuerdo con su decisión de quitarle autonomía al INE; por desconocer la diversidad, la diferencia y la divergencia con valores de la democracia, así como el derecho y deber de los mexicanos a oponerse a los abusos de la autoridad.

Estoy seguro de que estas marchas serán pacíficas y civilizadas, y de que si la sociedad quiere defender la democracia deberá estar lista y dispuesta a subir el tono de sus exigencias porque AMLO, como lo hizo con los niños con cáncer, no les hará caso —así vayan los 100 mil que exigió para dejar el cargo— y los acusará de golpistas, como lo hizo con ellos.

No les hará caso, como no ha hecho con las víctimas de los cárteles; será tan indiferente como lo fue ante los muertos por la pandemia. La suma de muertos en el gobierno de AMLO es mayor a los habidos en la etapa más violenta de nuestra historia: la Revolución.

AMLO está más interesado en ganar las elecciones de 2024 que en el bienestar del país.

Marchar no será la solución definitiva a este mal gobierno, pero sí un paso necesario en la estrategia de pacificación nacional que nos devuelva el orden, la confianza y los derechos cercenados por esta administración.

El Presidente tiene razón en estar enojado: los ciudadanos independientes, los que día a día construimos al país, no estamos de acuerdo con que se nos coarte la libertad de elección, ni que se nos imponga otro corrupto PRI en las siglas de Morena.

Han sido descubiertas sus verdaderas intenciones al buscar someter al INE e intentar controlar las elecciones, como anteriormente lo hacía Manuel Bartlet, su actual cómplice.

Ha quedado evidenciado como autoritario y antidemocrático, además de populista, soberbio y déspota. Sin embargo, y a pesar del presidente y sus mentiras, las múltiples marchas de este domingo serán hitos en la historia democrática de nuestro país. Dejaremos huella.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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