Álamo.— por el Pantepec duermen en la orilla de la carretera Álamo-Tantoyuca, donde armaron campamentos improvisados con láminas, colchones y hules que rescataron de sus viviendas, todavía bajo el agua y lodo.

Son habitantes de las colonias populares Guillermo Vélez, Los Pinos, Emiliano Zapata, Bellavista, Barrio de las Flores y La Ribera, entre otras, quienes perdieron todas sus pertenencias porque la corriente del río, que superó los tres metros, se las llevó.

Las noches las pasan en vela, no pueden dormir por el constante paso de los carros y la amenaza de culebras e insectos.

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Varias familias de colonias populares, cuyas casas continúan bajo el agua, se vieron obligadas a dormir a la orilla de la carretera. Foto: Diego Simón Sánchez / EL UNIVERSAL
Varias familias de colonias populares, cuyas casas continúan bajo el agua, se vieron obligadas a dormir a la orilla de la carretera. Foto: Diego Simón Sánchez / EL UNIVERSAL

La señora Eulalia López Díaz lleva cinco días durmiendo en una “casita” que acondicionó con su esposo Nelson, en la que pernoctan con su hijo de 10 años.

“Lo único que sacamos fue el colchón, y el hule nos lo prestó un vecino para poner aquí la casita. Las cobijas empezaron a regalarlas apenas la noche del lunes”, relata la mujer a EL UNIVERSAL.

Con una veladora encendida en su “casita”, Eulalia, quien se dedica al hogar, asegura que su vivienda, ubicada en la colonia Guillermo Vélez, continúa inundada y con lodo, lo que les impide ingresar para comenzar las labores de limpieza.

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“Mi casa está en agua todavía, no la han sacado. Del ayuntamiento no tenemos ni un apoyo, ni una botella de agua nos trae el ayuntamiento”, acusa.

Es por eso que su familia, junto a muchos otros vecinos, duerme a la orilla del camino.

“Ya tenemos cinco días que estamos en la carretera durmiendo”, lamenta la señora.

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Autoridades federales iniciaron ayer los censos para cuantificar los daños que sufrieron por las lluvias, lo que le da esperanza de que pronto puedan recibir apoyo económico para recuperar algo de lo perdido.

“Vinieron y me censaron a mí, y quedaron de avisar por teléfono, pero estamos incomunicados, no tenemos señal. No nos dieron nada, nada más estaban censando.

Despensa tenemos por parte de las personas que vienen en camioneta, que traen despensa, comida, ropa, agua”, comenta junto a su esposo.

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“No hay dónde quedarnos”

En otro punto de la carretera se encuentran Ana Lizbeth Silva Cortés y Nadia Yasmín Jiménez Lara, quienes señalan que son muchas las familias durmiendo a la intemperie; todos vivían en colonias de escasos recursos económicos.

“Salvamos la lona para taparnos. Aquí nos quedamos porque hay mucha delincuencia, rapiña y andan sobre las cosas”, asegura Silva Cortés.

Con una fogata que las alumbra, Silva Cortés afirma que desde el viernes, cuando ocurrió la inundación, se quedan a dormir bajo un techo de hule sostenido por madera, en compañía de otras familias.

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“Aquí se queda una familia, es una familia de cinco, y allá está otra, que también se duerme acá porque no hay dónde quedarnos”, expresa.

Nadia Yasmin Jiménez afirma que sus noches ahí son feas porque los vehículos pasan a alta velocidad, además de que sortean los amenazas de animales. Cuenta que ayer varios vecinos denunciaron la presencia de dos lagartos merodeando por la zona de la inundación, y eso los tiene preocupados.

“Son muy feas [las noches], dormimos un poco nada más y estamos, más que nada, rescatando las poquitas cosas que podemos, que son algunos trastes. Ni una colchoneta han traído, la señora puso una sabanita”, dice en referencia a una anciana y su hijo, que duermen metros más adelante.

Muchas personas acondicionaron dormitorios improvisidos con pertenencias y ropa que les regalaron, mientras esperan que el nivel del agua en sus viviendas baje para poder limpiar y ver cómo van a volver a empezar.

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