“No sabes qué pasa, no te das cuenta de qué es lo que te sucede. Sientes que nadie te escucha, que nadie te entiende”. Guadalupe vivió más de tres décadas con estos síntomas y sin un diagnóstico. La depresión llegó a su vida desde la infancia y a los 19 buscó atención sicológica. Por varios años su vida, tanto personal como laboral, estuvo estancada. Hoy el trabajo todavía es un reto. La depresión a veces acaba con sus fuerzas y ni siquiera la deja salir a la calle.

Cada año, en promedio, se diagnostica a 100 mil mexicanos con este padecimiento, pero lo que algunos podrían catalogar como simple tristeza o agotamiento, en México podría provocar un impacto en la economía. “Conforme vayan en aumento estos trastornos en un segmento de la población económicamente activo, como es el caso de los jóvenes, la productividad económica se reducirá, y eso se traduce en pérdidas laborales”, asegura Gerardo Méndez, especialista en siquiatría.

Los mexicanos de entre 25 y 44 años, un segmento que representa la mitad de la fuerza laboral del país según los últimos datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), son la cuarta población más afectada. Desde 2015, año en el que tuvo el mayor repunte, el número de casos se estancó: 87 de cada 100 mil mexicanos en esta edad fueron atendidos, cada año, en promedio, por depresión.

La mitad del territorio mexicano tiene indicadores por encima del nacional. Nayarit, Chihuahua, Durango, Colima y Ciudad de México son los que tienen las cifras más altas: 238 de cada 100 mil en ese rango de edad reportaron padecer depresión tan sólo en 2018.

Las cifras muestran la falta de atención real en esta enfermedad y que, a pesar de ser un padecimiento que afecta directamente la productividad de los trabajadores, no se cuenta con programas fijos para la salud mental en los presupuestos, explica Judith Méndez, investigadora de Salud y Finanzas Públicas en el Centro de Investigación Económica Presupuestaria (CIEP). “El riesgo es que este padecimiento es de dos caras: aunque tienes una sociedad enferma, no nos damos cuenta, porque al mismo tiempo sigue siendo funcional”, asegura Méndez.

Desde 2006, centros como el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRF) han hecho hincapié en las consecuencias que esta enfermedad puede tener en la vida laboral del país. La Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP) publicada en 2007 reveló que, en promedio, se pierden 25 días de trabajo por causa de la depresión, cuatro veces más que por enfermedades crónicas.

“Está comprobado que la gente pierde más días de trabajo por la depresión que por los síntomas de un dolor crónico”, dice Shoshana Berenzon Gorn, especialista del INPRF.

Esta descripción retrata las mañanas de Guadalupe. A veces la depresión la tumba en la cama, y a esto se le suma la fibromialgia —dolor muscular crónico— que padece y que la hace sentir como si tuviera un gran resfriado y una pesadez extrema en el cuerpo. Cuando estos factores se juntan, la joven termina por faltar al trabajo o comienza sus labores cerca de mediodía.

Actualmente, 10% de los mexicanos padece depresión y aunque la cifra pareciera baja, Gabriela Cámara, vocera de Voz Pro Salud Mental, afirma que lo preocupante es que este indicador estaba en 7% en 2003, lo que refleja la poca atención que se le ha prestado.

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