Don Rafael aseguró que por su edad y al encontrarse dentro de la población de alto riesgo, las cadenas comerciales decidieron retirarlos de las tiendas para no arriesgar su salud, pero le es complicado hallar trabajo.
 
“Nosotros nos arriesgamos, salimos con todas las medidas, pero aún así nos exponemos a todo, pero si no lo hacemos ¿cómo llevamos dinero a nuestras casas?, comentó en entrevista para esta casa editorial.

Don Rafael platicó que al dejar de ser “cerillito” se quedó sin ganancias, que en la mayoría de los casos significaban el sustento de las familias.
 
Por ello, tomó la decisión junto con otros empacadores de unirse para salir a las calles y pedir —más que una moneda para sobrevivir— una nueva oportunidad de sentirse útil en la sociedad, es decir, busca un trabajo.
 
A diario sale de su casa en Tacubaya y en transporte llega a Paseo de la Reforma para pedir una moneda entre los autos; pretende comer y comprar las medicinas de su esposa.

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