No hay un día específico para la visita de los difuntos niños y los adultos, la confusión surgió por la mezcla de la cultura prehispánica con la cristiana, explicó el padre José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México.

El presbítero detalló que la celebración a los muertos según la tradición cristiana se remonta al año 998, con San Odilón que propuso recordar a los muertos, lo cual fue bien recibido por El Vaticano y a partir del siglo XIV se aceptó para todo el mundo.

El día primero se festeja a los difuntos después de haberse purificado de sus pecados, viven en plenitud con Dios, por eso se le conoce como el día de todos los santos, en la mayoría de las catedrales se muestran las reliquias; para el día dos se ora por los difuntos que no han llegado al encuentro pleno y definitivo con Dios, son aquellos a quién la tradición popular las llama ánimas benditas.

“La mejor manera de recordar a los difuntos es celebrar la santa misa por ellos y ofrecerles nuestra comunión, algunas personas creen que el día primero es de los difuntos niños y el 2 de los adultos el origen de esa creencia está en la tradición prehispánica que creían que los muertos están en Mictlán y regresaban a la tierra después de las cosechas para recibir su parte, en el noveno mes del calendario solar azteca es decir el inicio del mes de agosto”, dijo.

José de Jesús comentó que en la tradición prehispánica los vivos realizaban fiestas en honor a los difuntos, los primeros días del mes de agosto lo dedicaban a los niños y los posteriores a los adultos, para ayudarles a recordar el camino se los marcaban con luces aroma de copal y flores de vivo amarillo como el cempaxúchitl. Luego los recibían en casa con una ofrenda con los alimentos y bebidas favoritas, la creencia anterior se modificó con la entrada de los misioneros católicos.

La fecha de agosto prehispánica se cambió por el calendario cristiano que recuerda a los fieles cristianos los días uno y dos de noviembre, “la mezcla de creencias cristianas y prehispánicas creó confusión en algunos y así surgió una idea equivocada que los difuntos pequeños visitan la tierra el día primero y los adultos el día dos”.

El subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México destacó que la biblia enseña que los
difuntos inician otra vida distinta en la que ya no necesitan alimento ni bebida, puesto que “al estar cerca de la plenitud de Dios no necesitan viajar como almas tristes, solas y hambrientas ni tampoco asustar a los vivos, por eso los cristianos les podemos poner una ofrenda para rendirles homenaje, darle gracias a Dios por todo el bien que hicieron en la tierra y orar por ellos pero no para que se alimenten y sacien su hambre, la ofrenda puede ser un signo de la alegría eterna que gozan ellos y de la comunión que vamos a tener con ellos en la vida eterna”.

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