Francisco Marmolejo Cervantes, coordinador Global de Educación Superior en el Banco Mundial, considera que es lamentable la cancelación del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) por parte del gobierno de Estados Unidos.

Esta medida, impulsada por el presidente estadounidense, Donald Trump, resulta más contraproducente para Estados Unidos que para México, pues para nuestro país representa más una oportunidad que un reto, asegura el especialista mexicano.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Marmolejo Cervantes afirmó que la acción va en contra de las tendencias globales de estimular la educación superior y promover el intercambio de estudiantes y profesionales entre países, pero en la misma línea considera que México puede sacar provecho del talento que puede obtener de los dreamers.

¿Cuál es su visión ante la cancelación del DACA?

—Es una muy lamentable decisión, por supuesto que fue para reivindicar un compromiso político, pero que deja en una situación vulnerable a gran cantidad de talentos que existen en Estados Unidos y a los que desafortunadamente, de un plumazo, se les elimina la posibilidad de aportar a la sociedad del conocimiento y la economía estadounidense. He tenido el privilegio de conocer a una gran cantidad de estos jóvenes talentosos por los años que estuve dirigiendo Conahec, el Consorcio de Colaboración de la Educación Superior en América del Norte, y estoy convencido de que ellos son, en la abrumadora mayoría, jóvenes con la mejor de las intenciones de contribuir positivamente al bienestar de la comunidad.

¿Hay alguna repercusión con que México no se haya preparado desde antes para esto?

—Yo creo que México tomó las medidas con tiempo, particularmente en el tema de la educación superior, al haber modificado la Legislación y al haber sensibilizado a las instituciones educativas acerca de la posibilidad de que pudiera presentarse lo que finalmente está sucediendo.

Es importante, sin embargo, hacer una segmentación partiendo desde el punto de vista de que una cantidad de dreamers han concluido sus estudios universitarios y hoy están incorporados al mercado laboral, en tanto que otro importante segmento es el de jóvenes que aún están estudiando.

Sería precisamente ahí donde las instituciones de educación superior de México deberían estar mejor preparadas para abrirles las puertas. Afortunadamente las regulaciones gubernamentales en esta materia no son un obstáculo para que esto suceda.

¿Estamos preparados?

—En lo general me parece que así es. Hay avances y me ha tocado constatarlo, cuando menos en el caso de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y la Universidad de Guadalajara, donde he conocido de los esfuerzos para flexibilizar la reinserción de estos jóvenes.

No obstante, no todas las instituciones mexicanas han ajustado de manera precisa sus mecanismos de reconocimiento de créditos académicos de estos estudiantes que hoy se encuentran en instituciones estadounidenses. Las instituciones universitarias de México están abiertas, pero todavía falta ver la operacionalización de sus buenos propósitos.

Los retos asociados con la atención de los estudiantes dreamers son también una oportunidad para el cambio favorable en la educación superior mexicana. Por ejemplo, un problema histórico en las universidades mexicanas es que al momento de revalidar los estudios tenidos en otras instituciones, no sólo del extranjero sino del mismo país, suelen adoptar actitudes “más papistas que el Papa”, al usar un criterio demasiado estricto para aceptar las materias cursadas. Ahí es donde la flexibilización de criterios, sin demérito de la calidad, puede adoptarse no sólo para beneficio de los estudiantes dreamers, sino también para facilitar en general la movilidad interinstitucional que tanto hace falta en México.    También es importante contemplar esfuerzos para facilitar el proceso de adaptación de estos estudiantes, porque no todos tienen buen dominio del español, además de que el enfoque metodológico de enseñanza-aprendizaje imperante en Estados Unidos es diferente del tradicional enfoque memorizante de las universidades mexicanas. En ese sentido las instituciones tendrán que hacer esfuerzos para tratar de que esta reinserción sea lo más suave posible.

¿Qué pierde EU con el retorno de estos más de 750 mil jóvenes?

—Justo eso, pierde la inyección de energía, de innovación, de conocimiento y contribución al desarrollo económico y social de casi un millón de jóvenes. Si esto lo vemos en el contexto internacional, en una sociedad global que se está envejeciendo, Estados Unidos pierde un gran activo. Esta es una gran pérdida para la sociedad estadounidense.

En su consideración, ¿qué retos enfrenta México ante el regreso de los dreamers?

—Más que un reto, lo veo como una oportunidad; representa el desafío de que aquellos que regresen a México se puedan incorporar productivamente a la sociedad y esto es, de suyo, una gran oportunidad para México.

Naturalmente que esta coyuntura es también una llamada de atención, pues vuelve a poner evidencia de que en México se tienen que generar más oportunidades para que la juventud no tenga que salir a buscarlas fuera del país. Este es un buen llamado a la reflexión y la acción para la sociedad y las instituciones educativas, que indudablemente deben hacer un esfuerzo aún más efectivo en la apertura de oportunidades de una formación adecuada para la juventud.

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