Tintas especiales, elementos táctiles, microtexto, diseños en relieve, código QR, CURP o datos personales encriptados, son algunas de los controles de seguridad que posee ahora la credencial para votar con fotografía que expide el INE.

Pero no siempre la credencial de elector en México tuvo estas características que la hacen un documento casi infalsificable y que da certeza para emitir nuestro voto, principalmente, o como identificación personal

Antes de 1992, los elementos de seguridad eran prácticamente nulos; los documentos se tramitaban sin control y con total  posibilidad de que un ciudadano pudiese obtener varios registros.

La queja de la oposición siempre fue que las credenciales que expedía la autoridad electoral bajo control del Gobierno no garantizaban el voto libre y secreto. Luego entonces, para los ciudadanos tampoco había certeza de  los resultados de los comicios.
 
La mica de 1946
 
De acuerdo con información del INE, en 1946 se crea el Consejo del Padrón Electoral que tuvo como una de sus principales tareas la de organizar una lista permanente de electores y la expedición de las credenciales de elector.

Este organismo, prácticamente sin cambios hasta el último decenio del siglo pasado, expide la "Credencial Permanente de Elector” la cual se obtenía de manera informal, acudiendo a lugares de alta afluencia donde se instalaba tan sólo un escritorio y una máquina de escribir para tramitarla.

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(La Credencial Permanente de Elector - Especial)


Ciudadanos y oposición exigen documento confiable
 
La inconformidad en muchos mexicanos por los resultados de la elección federal de 1988 dio paso a la reforma electoral de 1990 mediante la cual se aprueba el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales y se ordena la creación del IFE.

También, se crea la Dirección Ejecutiva del Registro Federal de Electores con el mandato de crear el catálogo general de electores y, posteriormente expedir una  nueva credencial de elector, por primera vez, con fotografía.

Credencial naranja
 
Sin embargo, en 1991, la nueva autoridad electoral imprime una credencial de plástico para votar de transición que si bien ya contaba con elementos modernos para evitar su falsificación no contaba aún con el elemento básico: la fotografía.
 
En esas credenciales aparecían los datos generales del ciudadano como nombre, domicilio, y clave de elector. Pero al reverso, sólo los espacios destinados para la firma, la huella digital y la fotografía, los cuales aún no eran grabados como parte del mismo documento.
 
La primera credencial con fotografía
 
Ya en 1992, con un IFE en vía de “ciudadanización”, surge la primera credencial con fotografía al frente. Se incluye la foto instantánea cuando el ciudadano acude al módulo a recoger su credencial bajo un esquema  semicentralizado de producción. 
 
También se reconoce su uso como documento de identificación y se refuerzan los controles de seguridad.

(Primera credencial expedida por el IFE - foto Iván Stephens)


“Pero te peinas cuñao”
 
A la par de la emisión de las nuevas credenciales, el IFE comenzó una campaña en televisión y en radio (no existían redes sociales) para invitar al ciudadano a sacar su documento para votar con fotografía.
 
Uno de los primeros spots utilizado por la autoridad electoral fue el de un par de lancheros con marcado acento costeño. Al terminar sus actividades del día, uno de ellos sugiere al otro ir a tomarse la foto para los nuevos documentos.
 
“Pero te peinas cuñao” fue la frase de ese promocional y que tuvo mucha aceptación en el público al grado que era común replicarla entre quienes iban a tramitar el documento.

Aumentan controles

De acuerdo con el ahora INE, los parámetros de calidad de la credencial han ido constantemente en aumento a partir de esa fecha.
 
Los criterios de seguridad en el manejo de los datos, la calidad de los mismos, los controles, materiales, procesos de fabricación y costo del documento han sido rigurosamente analizados y, en cada modelo nuevo de credencial se han agregado mayores elementos de control.
 
Actualmente, al menos 25 elementos de seguridad caracterizan a las credenciales para votar y resalta de ellas la posibilidad que tiene el ciudadano de decidir si son visibles o no algunos datos personales.

 

Desconfianza, factor de fotografía en credenciales: expertos
 
Expertos entrevistados por EL UNIVERSAL aseguran que fue la desconfianza que la oposición y los ciudadanos tenían de los procesos electorales lo que permitió materializar las credenciales con fotografía.
 
Para el politólogo de la UAM, Víctor Alarcón, la aparición de este documento permite modernizar y centralizar la tarea de tener un registro federal de electores más confiable y acorde con las reformas que se suscitaron a partir de los 90 en materia electoral.
 
Estas credenciales, agrega, permitieron responder a una de las demandas de la oposición de evitar el trasiego o la fácil suplantación de individuos al momento de ir a emitir el sufragio a las casillas.
 
Anteriormente, recuerda Alarcón, había documentos para emitir el sufragio eran muy endebles y fáciles de falsificar, a partir de las reformas de los 90 permite contar con una credencial que se ha venido sofisticando cada vez más no sólo con la fotografía sino con otros elementos de seguridad.
 
Señaló que también se tuvo una credencial que tuvo reconocimiento federal lo que puso fin también a documentos con características propias en los estados como ocurrió en su momento con Baja California.
 
Menciona que además la incorporación de elementos de seguridad y la aceptación que tuvo el documento, resalta Víctor Alarcón, es por lo que la credencial para votar con fotografía también cumple con otra función indirecta que es la de contar con un documento de identidad oficial al no existir en México las cartillas o cédulas de identidad.

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(Juan Carlos Reyes - EL UNIVERSAL)

A su vez, la doctora Ivonne Acuña, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana afirma que la desconfianza ante el sistema electoral es una de las causas de la aparición de la fotografía en las credenciales.
 
 “Es un avance, estamos hablando de una época en que la credencial no era referida, había sociedades más pequeñas, había comunidades donde la gente conocía a sus vecinos. Sin embargo, como la sociedad crece, crece también la necesidad de identificación”, responde.
 
Refiere que además la inclusión de la credencial con fotografía tiene que ver con trampas que anteriormente se hacían, como que una persona vote en varias casillas y o vote no siendo quien dice ser.
 
Recuerda que en 1992 el sistema político cambia, empieza a liberalizarse. “Las elecciones ya no son organizadas por la Secretaría de Gobernación. Se ciudadanizan y se va siendo necesario que se aseguren elecciones limpias”.
 
“Recordemos que antes votaban los muertos”, ríe, por esa facilidad de identificarse como una persona que no era. Afirma que con ello, la transparencia se hace necesaria, en parte por las presiones de partidos políticos.

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(Juan Carlos Reyes - EL UNIVERSAL)

Mientras que Enrique Gutiérrez Márquez, director del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana,  liga la evolución de los plásticos con el tránsito de las instancias encargadas de hacer la credencial, “es decir, con la Secretaría de Gobernación de Gutiérrez Barrios nace la credencial articulada, pero con elementos que permitían la falsificación. Eran un brazo de negociación y control político”.
 
Así, dependiendo de la instancia responsable, han sido las características del documento, que antes era una suerte de carnet de identidad, recuerda el académico.

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(Juan Carlos Reyes - EL UNIVERSAL)


Explica que el tránsito planteaba quitarlo del espacio de control político y al menos en un primer momento ciudadanizar los procesos electorales, de modo que el instrumento está pensado garantizar la confianza.
 
Antes, “cualquiera podía sacar dos o tres o cuatro de estos carnets sin fotografía. Poco a poco la falsificación se va haciendo más compleja”:
 
El académico afirma que aún falta mucho por hacer pero con todo, el sistema electoral en México “es diametralmente opuesto del de 1988 al de 1991 y al actual”.

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