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Diego Silveti no tiene suerte con la espada

Sergio Flores corta dos orejas a Poco a Poco

La afición llegó poco a poco a la plaza atraída por el cartel, cuya principal figura, o al menos de más renombre era Diego Silveti. (FOTOS: GONZALO IBANEZ. EL UNIVERSAL)
25/06/2017 |02:20
Domingo Valdez
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La tarde soleada, de sol y arena, de pasodobles, de luces, de fiesta, de pronto, a media corrida, dentro de la actividad taurina de la feria de San Juan del Río, pasó a ser una tormenta de arena, que amenazaba con echar a perder a los aficionados de la llamada fiesta más bella, su festejo.

El triunfador de la tarde, con salida en hombros incluida, es Sergio Flores, quien corta dos orejas a Poco a Poco, mientras que Diego Silveti no tiene suerte con la espada, y Fabián Barba, con toro de regalo, se lleva los aplausos del público.

En un momento el cielo se cerró con grandes nubes grises que amenazaban con la lluvia de un momento a otro, justo al terminar la faena de Sergio Flores, que cortó dos orejas al toro Poco a poco, ante la algarabía de la afición que se dio cita en la plaza de toros instalada dentro de la feria sanjuanense.

La fiel afición llegaba poco a poco a la plaza, atraída por el cartel, cuya principal figura, o al menos de más renombre era Diego Silveti.

Sombreros, cinturones piteados y botas vaqueras, lucían los hombres. Las mujeres con sus abanicos, pantalones y botas para montar buscaban su lugar en los tendidos, mientras una pipa regaba agua en el ruedo para evitar la polvareda. La hora llega. Por toriles sale don Juan, para Fabián Barba. El burel derriba al picador, ante el grito de “Ahhhhhh” de la multitud, que bebe una cerveza, come papas fritas, carne seca o fuma aromáticos puros, algo que, se dice, es muy tradicional. Los vendedores, de vez, en cuando, echan una mirada al ruedo, para ver a Barba sacarle los pases a Don Juan, que se queda a medio camino, pues perdió fuera.

Los presentes corean algunos “oles”, mientras el diestro trata de sacarle los últimos pases a Don Juan. Estocada certera de Barba. El toro busca el refugio de las tablas, ante la herida muerte. Se echa en la arena, y aún intenta ponerse en sus patas cuando siente el descabello, pero su suerte está echada desde que la estocada de Barba, caída pero mortal, le causa una hemorragia por nariz y boca. Entran los briosos caballos de arrastre, difíciles de detener por quienes los llevan para que arrastren el hasta hace unos minutos poderoso burel que fiero embestía a quien se le pusiera en su camino. El abucheo a los peones es fenomenal. De hecho, casi todo, es abucheado o aplaudido por el respetable. Los toros de la ganadería La Venta del Refugio son aplaudidos por el público, tienen presencia, se ven toros de verdad.

Diego Silveti salta al ruedo, para enfrentan a Juanelo. El respetable desde los tendidos le exige al diestro que muestre su arte, que enfrente al poderoso animal. Lo hace, cuaja tandas de naturales que son aplaudidos por la afición, que como exige entrega al torero, exige a la banda de música que toque, para alegrar aún más la fiesta, pues para eso están también las cervezas y el vino.

Sin embargo, Silveti no tiene suerte para matar, y escucha un aviso después de cuatro intentos por despachar a su enemigo, al quinto intento logra media estocada. Luego pide la espada de descabello y tras varios intentos mata al noble animal.

Toca el turno a Sergio Flores, quien enfrenta a Poco a poco, a quien logra hacer una faena que arranca los aplausos. El toro responde al llamado del matador, embiste, se deja torear, muestra nobleza. Flores lo despacha con certera estocada y el toro dobla. El público pide las orejas de burel, que son concedidas por el juez de plaza. El diestro las recibe, y poco a poco, el tercero de la tarde, que embiste con tal fuerza que rompe las tablas de uno de los burladeros, para Sergio Flores, quien mata de una estocada certera, el diestro se lleva las dos orejas por su faena, mientras que los restos mortales de Poco a poco merecen arrastre lento.

Picado en su honor, Barba sale para trata de hacerle la faena a Yayo, pero en parte por el viento, en parte por la falta de tracción del toro, pasa sin pena ni gloria, mientras desde los tendidos se desgranan gritos de “Arriba el Peje”, ante las risas de los asistentes, y la insistencia de tres aficionados para que los músicos “se ganen el pan”.

Nuevamente Silveti. Ahora con Nechito, toro que derriba a un picador por la fuerza de su embestida al caballo. Logra hilar un par de naturales, pero nada más. Como en el primero de su lote, Silveti no está fino con la espada, no logra matar a la primera a su enemigo. Después de varios intentos logra colocar una estocada mortal para Nechito. Aplausos de una parte del público.

Martínez, el sexto de la tarde para el triunfador de la tarde, quien brinda la muerte del astado al respetable. Inicia la faena con muletazos que arrancan los “oles” otra vez La alegría de la afición se desborda por la faena que cuaja Flores a Martínez… aunque también por las espirituosas bebidas que ya han consumido para esta hora.

Algunos sombreros caen a la arena de la plaza. El momento cumbre de la faena está por llegar, mientras la banda musical no deja de tocar, a petición del diestro nacido en Apizaco, Tlaxcala. Silencio en la plaza, Flores se tira a matar, pero deja medio estoque, que no logra que Martínez doble. El diestro debe recurrir a la espada de descabello. Escucha un aviso, y luego, por fin despacha a su rival, para sólo recibir los aplausos del respetable. Martínez, en tanto, recibe el homenaje del arrastre lento, entre aplausos, en su camino al destazadero. El diestro sale al ruedo para recibir la tibia ovación de los tres cuartos de plaza.

Barba regala un toro más. Palomo Blanco, a quien logra sacarle algunos pases y al público unos aplausos.

Muchos de los aficionados comienzan a dejar la plaza,, ante la amenaza latente de la lluvia que se aproxima y es anunciada por el viento. El astado embiste y logra que el matador hidrocálido se luzca ante el exigente público sanjuanense.

Buena estocada, pero Palomo Blanco la escupe, para que aparezca nuevamente la espada de estoque, mientras los grupos de amigos que disfrutaron la tarde taurina aprovechan para tomarse selfies que colgarán en sus redes sociales, aunque aún hay tiempo para otro trago antes de abandonar la plaza, brindando “por el gusto”.