Brasilia. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, cuya polémica gestión de la pandemia será investigada por el Senado, subió el tono y dijo que el país "es un barril de pólvora" y tendrá "serios problemas" por las medidas para intentar atajar la Covid-19.

"La temperatura está subiendo" y "va a haber consecuencias de esos actos arbitrarios", declaró Bolsonaro este miércoles a un grupo de seguidores en una clara alusión a la investigación que iniciará el Senado, promovida por opositores tanto de izquierda como de derecha y avalada por un magistrado de la Corte Suprema.

"Brasil está en el límite. Estoy esperando que el pueblo dé una señalización", declaró el mandatario sin precisar qué tipo de señal aguarda, y sostuvo que la política de "cerrar todo" pone al país frente a "la inminencia de tener problemas (sociales) serios".

La investigación parlamentaria, que comenzará dentro de unos 15 días, ocurrirá en medio de la peor fase de la pandemia en el país, que ya acumula casi 360 mil muertos y 13.6 millones de contagios y tiene su red hospitalaria al borde del colapso.

El líder de la ultraderecha reiteró sus ataques a la Corte Suprema y al Parlamento, de los cuales dijo que le han dado a los gobernadores y alcaldes "poderes extraordinarios" para decidir sobre medidas contra el Covid-19, como los confinamientos, que generan hambre, pobreza y "matan más que el virus", enfatizó.

"No estoy amenazando a nadie, pero creo que en breve tendremos problemas serios", advirtió Bolsonaro, para insistir en que "toda" la sociedad "quiere trabajar" y apuntar luego: "Yo hago lo que el pueblo quiera".

También garantizó que no pretende ni puede "interferir" en la comisión parlamentaria que investigará la gestión de la pandemia, pero insistió en que gobernadores y alcaldes también deberían ser objeto de averiguaciones, pues "algunos" han hecho "una fiesta" con los recursos financieros que recibieron del Gobierno federal.

Gobierno busca las vacunas de las que Bolsonaro renegaba

Con ese ruido político de fondo, el gobierno sigue en la búsqueda de vacunas, que en Brasil hasta ahora sólo llegaron al 14% de la población, aunque en su mayor parte con la primera de las dos dosis necesarias.

El ministro de Salud, Marcelo Queiroga, anunció este miércoles que Brasil recibirá antes de junio próximo 15,5 millones de vacunas de Pfizer, un laboratorio con el que Bolsonaro se negó inicialmente a negociar por unas supuestas condiciones "leoninas" en el contrato.

Bolsonaro también renegó el año pasado de otras vacunas, como la china Coronavac, que hoy representa el 80 % de las dosis aplicadas en Brasil y de la que llegó a decir que podía "convertir a las personas en yacarés".

La negociación con Pfizer, así como otras similares, finalmente fueron concretadas entre fines e inicios de este año, todo lo cual la oposición sostiene que "atrasó" el programa de inmunización en Brasil y exige que sea investigado por el Senado.

Queiroga informó también que el gobierno va a negociar con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la adquisición directa de material médico y sedantes para intubación, que han comenzado a escasear con la aceleración de una pandemia que en las últimas semanas ha llegado a dejar más de 4 mil muertos por día en el país.

Asimismo, dijo que se propone importar de Canadá 50 camiones para el transporte de oxígeno, cuya demanda ha aumentado y que en enero pasado se agotó totalmente en la ciudad amazónica de Manaus, donde decenas de personas murieron asfixiadas en los hospitales, un asunto que también figura en la investigación que abrirá el Senado.

La comisión parlamentaria preocupa en especial al Gobierno, pues tendrá poderes para convocar e investigar tanto a ministros como a otras autoridades en un proceso de alto contenido político, que se desarrollará con la pandemia en plena aceleración.

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