El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a sacar su lado más racista para referirse a los países africanos, Haití y El Salvador, calificándolos de “países de mierda” y preguntando por qué su nación debe acoger a migrantes de estas regiones en lugar de hacerlo de otras como Noruega.

El insulto lo dijo en pleno Despacho Oval, mientras senadores le presentaron una propuesta de acuerdo bipartidista sobre migración. “¿Para qué queremos gente de Haití aquí?”, se preguntó el presidente. Siguió: “¿Por qué queremos gente de todos estos países de mierda aquí? Deberíamos tener más gente de lugares como Noruega”, señaló el mandatario según gente que estuvo en el encuentro.

Portavoces de la Casa Blanca no negaron que el presidente hubiera usado esa expresión y en lugar de disculparse se mostraron convencidos de que ese mensaje sería bueno para llegar a su base electoral.

El insulto racista fue criticado por legisladores republicanos y demócratas. La representante demócrata Kathleen Rice publicó la palabra “racista” en su cuenta de Twitter luego de que se dieran a conocer los comentarios. La representante republicana Mia Love, hija de inmigrantes haitianos, dijo que los comentarios de Trump eran “insensibles, divisivos, elitistas y van en contra de los valores de nuestra nación”.

Las palabras de Trump fueron igualmente criticadas por los congresistas republicanos Ileanna Ros-Lehtinen y Carlos Curbelo, así como por la American Haitian Foundation y la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Raza Negra (NAACP).

La ofensa opacó los avances en la negociación para resolver el limbo en el que se encuentran los casi 700 mil dreamers. Seis senadores, tres republicanos y tres demócratas, anunciaron ayer un principio de acuerdo bipartidista para dar protección a los jóvenes indocumentados, pero la propuesta fue rechazada por Trump, quien en ese encuentro realizó su polémico comentario.

El plan incluía un camino a la ciudadanía para los dreamers, además de unos 2 mil 800 millones de dólares para seguridad fronteriza —de los que algo más de mil millones serían para el muro en la frontera con México, el resto para la aplicación de tecnología y contratación de más agentes fronterizos—, protección temporal a los padres y familiares de los soñadores y modificaciones en el sistema de lotería de visados.

Pero de nada sirvieron cuatro meses de trabajo: la negativa del presidente, auspiciada por los legisladores republicanos más antiinmigrantes, deja todavía más dudas de que se pueda alcanzar una resolución temprana del tema DACA. “El presidente no está preparado [para esta ley] en este momento”, dijo el senador demócrata Dick Durbin, pese a que la propuesta incluye los puntos que Trump había exigido para este tema.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, remarcó que “todavía no hay un acuerdo, aunque todavía pensamos que se puede llegar a él y estamos muy centrados en intentar asegurarnos que eso suceda”.

Por su parte, Marc Short, encargado de las relaciones entre la Casa Blanca y el Congreso, dijo: “Estamos contentos de que miembros bipartidistas estén hablando (…) pero todavía queda mucho camino”.

Está pendiente la conclusión que pueda salir del trabajo que está haciendo otro equipo de congresistas (dos demócratas, dos republicanos) conjuntamente con el jefe de gabinete de Trump, el ex secretario de Seguridad Nacional, John Kelly.

El acuerdo debería llegar antes del 19 de enero no sólo por la negociación sobre el gasto del gobierno federal y para evitar que se quede sin fondos, sino porque esa fecha es el límite para que, según los expertos, se pueda aplicar el resultado de las negociaciones con éxito antes de que se finiquite el programa DACA el próximo 5 de marzo.

El martes un juez federal bloqueó la derogación del programa DACA, que otorga estatus legal temporal a miles de jóvenes indocumentados, en su mayoría mexicanos, lo que fue criticado por la Casa Blanca. Con información de agencias

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