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Juan Pablo Escobar recuerda cuando tenía siete años y el Ejército irrumpió en su escuela buscándolo. ¿Qué delito puede cometer un niño como para que un Ejército entre en un colegio?, pregunta y asegura que, de no haberse escondido aquel día, seguramente hoy no estaría aquí; de hecho, afirma que desde los 16 años está viviendo horas extras.

No ha sido nada fácil vivir siendo el hijo de uno de los narcotraficantes más conocidos en el mundo, Pablo Escobar Gaviria. “Durante años estuvimos más acostumbrados al rechazo, a la discriminación, a la expulsión, a que se nos vinculara con mi padre como si fuésemos la misma persona, ha sido difícil borrar ese vínculo que se nos pretendió forzar tener”.

Tras escuchar un sinfín de versiones sobre la vida de su padre, Sebastián Marroquín, como también se hace llamar, decidió hacer una extensa investigación y compartirla a través de libros, el primero titulado Pablo Escobar, Mi Padre y el más reciente titulado Pablo Escobar In Fraganti, lo que mi padre nunca me contó, en el que redescubre la figura de Escobar a través de encuentros con personajes que fueron sus enemigos o sus víctimas. En entrevista para EL UNIVERSAL, el escritor y arquitecto asegura que todo esto ha sido una forma de reconciliación con su pasado y una forma de mostrar otras versiones que no glorifican a su padre como ocurre en series de televisión y películas.

“Para mí es más que un reto seguir en este camino de la paz, porque tristemente para mí el camino más fácil hubiera sido el de la violencia y el narcotráfico, pero como conocí tan de cerca esa vida por mi padre, no conozco narco jubilados y no veo un futuro bonito para sus familias, para ellos mismos; al final lo que parece un gran negocio no lo es, termina trayéndote más miseria. No te das cuenta de que toda esa fortuna entera no te alcanza para comprar un minuto de tranquilidad para ti o para tu familia”, dice.

Su trabajo como escritor lo ha llevado a países como Lituania y ha traducido sus libros a idiomas como el griego. En todos esos lugares la gente le pide autógrafos... “Es extraño porque no estamos hablando de Silvester Stallone, ni mucho menos de la ficción, hubo mucha gente que murió y es incómodo para mí. No tengo problema, me tomo fotos, pero tal vez cerca pudo haber una víctima y pienso en qué pudo sentir esa persona al ver eso”, señala.

Tras mucho tiempo sin poder regresar a Colombia, Juan Pablo pasó seis meses ahí y su más reciente libro también se desarrolló en ese país que tuvo que abandonar. Su estadía fue tranquila, aunque lamenta que Colombia siga siendo suelo productor. “Colombia sigue ostentando tristemente ser el primer productor de drogas en el mundo... Hoy tenemos niveles de siembra en hectáreas de coca como nunca antes en la historia de la lucha contra las drogas, así de bien vamos gracias al prohibicionismo. En la medida en que esas cosas no cambien, la realidad en nuestro entorno no va a cambiar, porque las leyes que nos rigen hoy nos garantizan la violencia que estamos viviendo los pueblos latinoamericanos”.

Al preguntarle su opinión sobre Joaquín, El ChapoGuzmán, a quien muchos relacionan con Escobar en cuanto a impacto, responde que lo único que une a ambos es que son hijos del “prohibicionismo”. Si esto no existiera, asegura, su padre tal vez seguiría como campesino. “Me pregunto y les pregunto, ¿para qué sirvió el show del Chapo? ¿Cambió el mundo, dejaron de vender drogas en EU, dejaron de entrar drogas a EU, se redujo la violencia, qué cambió realmente? No cambió nada ni va a cambiar nada, si mañana agarran a otro más grande que este señor no va a cambiar nada, es sólo un show para entretener”, afirma.

Otra de las formas en las que Juan Pablo ha intentado hacer la diferencia es través de conferencias con las que ha viajado a lugares de México como Acapulco, Michoacán y Guadalajara. Ahí ha compartido su testimonio con víctimas del narcotráfico en México.

No sólo eso. Durante una conferencia reciente en Guadalajara, al momento de las preguntas una mujer se levantó y en cuanto habló dejó ver que era colombiana. “Yo fui una víctima de tu padre” compartió delante de 800 personas. “Le pedí perdón por el daño que sufrió... al final me agradeció por esta labor, se acercó, nos dimos la mano y concluimos ese diálogo que se dio de manera improvisada”.

Juan Pablo también tiene un documental titulado Los pecados de mi padre, donde se disculpa con las víctimas del narcotraficante.

Este año el escritor estará en la Feria del Libro de Guadalajara, algo que por el estigma en torno a su padre también se había postergado. “Me invitaron a Guadalajara porque casi los extorsioné” dice sonriendo y agrega: “Me dijeron que me invitaban a la de Guatemala y le dije a la editorial que ‘sí voy a Guatemala con la condición de que tengo que ir a Guadalajara este año, les guste o no, si no, no voy a ninguna’, casi como que me autoinvité. Les dije o me invitan ustedes o yo alquilo mi lugar”.

Con un hablar pausado, con sentido del humor y reiterando su postura de paz, Juan Pablo sabe distinguir muy bien a su padre del narcotraficante. “Él como papá cumplió una labor intachable, pero como hombre o como ser humano por supuesto que tiene miles de errores y de fallas que se pueden reprochar”.

Juan Pablo considera que la creación del personaje de Pablo Escobar no habría sido posible sin los medios de comunicación. “Mi padre es responsable del 100% de sus acciones criminales, pero los medios son los responsables de la creación del mito sobre Pablo Escobar”, señala.

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