A pesar de que la “nochevieja” se ha caracterizado por que muchas personas se encuentran en sitios turísticos, lugares de diversión (antros) o restaurantes, gran parte de la población aún se mantiene viva la costumbre de que cada 31 de diciembre se conviva en torno a una mesa pletórica de cena, en espera de que el reloj marque las 12:00 de la noche.

Afortunadamente hay quienes aún gustan de recibir el año teniendo a los miembros de su familia cerca.

Entonces es ahí cuando comienza la cuenta regresiva de los últimos 10 segundos del año viejo y estalla la alegría cuando corre el primero del año nuevo.

La convivencia familiar tiene como fundamento hacer reseñas verbales de todo lo acontecido en el año que se fue, recordar a los que ya no están, y desde luego, anhelar cosas buenas para los días que están por llegar.

En el ámbito individual se hacen propósitos (típicos), —de los cuales está comprobado— que la mayoría son promesas como el hacer más ejercicio, cuidar la salud, tener un mayor desempeño laboral, entre otros (muchas personas llegan a cumplirlas, a otras hasta se les olvidan al día siguiente).

Al haber marcado el reloj las 12:00 de la noche, es cuando abundan las felicitaciones entre cada miembro, para posteriormente proceder a la cena.

El obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, pidió a todos los fieles que para el próximo año sean capaces de renovar el compromiso de la fe, al anunciar a Jesucristo a los demás, principalmente a los más necesitados.

El jerarca de la diócesis queretana manifestó el deseo que cada familia siente de reunirse después de la celebración del nacimiento de Cristo, a seguir disfrutando del clima que esta época es capaz de crear.

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