Rafael González es un joven de 17 años que practica el skatebording, deporte urbano que ha venido tomando impulso durante los últimos años en Querétaro.

Su gusto por el monopatinaje, como también se le conoce, inició desde hace tres años, tiempo en que la tabla se ha convertido en parte indispensable de su vida.

“Para mí es un estilo de vida, yo patino casi a diario y es algo que me complementa porque hago deporte y aparte desquito todas mis frustraciones”.

Relató que su pasión por la patineta nació cuando se adentró en el deporte, pues todo comenzó como un regalo de Día de Reyes. “Los reyes me regalaron una patineta y la tenía sin usar, hasta que un amigo me invitó”.

El interés por practicar siempre lo había tenido, pero hasta que sus amigos lo impulsaron fue que decidió enfocarse a la tabla. “Siempre me había llamado la atención, pero como jugaba solo me aburría, hasta que lo hice con mis amigos”, explicó.

Incursionar en este deporte ha derivado en un cúmulo de satisfacciones, así como de aprendizaje y aventuras, al menos así lo ha sido para Rafael, quien externó su pasión por la patineta y las recompensas personales.

“Aprendes nuevas cosas, conoces nuevas amistades, aprendes a tratar a las personas. De hecho, a muchos de mis mejores amigos los conocí patinando”, relató.

Desde hace dos años y medio, Rafael pertenece al grupo A la vuelta de la esquina, el cual está conformado por niños y jóvenes que comparten tanto la pasión por patinar como una amistad. En conjunto suelen realizar paseos o actividades integradoras.

“Tenemos un grupo con el que salimos a menudo y hay de todas las edades a nosotros no nos importa la edad, los admitimos sean como sean, nos acoplamos y hacemos tours”. Los integrantes del grupo son 19 chicos, de 12 hasta 19 años, aunque en alguna ocasión llegaron a ser hasta 40.

Rafael González practica cuatro horas de lunes a viernes y los sábados hasta ocho horas. “Patino desde las cinco de la tarde hasta las nueve de la noche; el sábado practico como unas ocho horas, me levanto temprano y hasta que aguante el cuerpo”.

Para el joven la paciencia ha sido necesaria en todo momento, pues aseguró que el aprendizaje de los trucos requiere de disciplina y aguante. “Al principio hay que tener mucha paciencia porque cuando empiezas ni te salen y con la práctica ya van saliendo las cosas”.

Pero patinar también ha traído unos cuantos dolores, pues en dos ocasiones ha padecido esguinces de tobillo y uno de brazo.

La pasión por la patineta va más allá de los golpes y de los trucos, para Rafael este gusto ha migrado a la labor social. “Tengo un proyecto a futuro, quiero abrir un parque, lo estoy organizando con unos amigos. Queremos garantizar la posibilidad de que los chavos se rehabiliten patinando, así como lo hacen con el futbol o el básquet, pero que ahora sea un con deporte diferente”.

Rafael concluyó que espera consolidar este proyecto en tres años; misma que para él significa la oportunidad de apoyar a su comunidad. “Simplemente también nos preocupamos por las personas, queremos transmitir algo de lo que aprendemos, porque en esto vivimos muchos valores como amistad y confianza”, concluyó.

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