En México, la población ocupada como peluquero, estilista o una profesión similar asciende a poco más de 316 mil personas, de las cuales 1.8% se localiza en estado de Querétaro, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Respecto al total de ocupados, la proporción de peluqueros o estilistas a nivel nacional es de 0.6% y se distribuyen por toda la geografía nacional, especialmente en el Estado de México, con 12.4%; la Ciudad de México, 11.6%; Jalisco, 6%: Puebla, 5.5%; Guanajuato 5.3%; Veracruz, 5.2%; Michoacán 4.3%. En conjunto, las entidades referidas concentran 50.3% del total de los trabajadores en el país. Querétaro ocupa el lugar 18 de empleabilidad de personas en este oficio.

Esta población trabaja regularmente en una peluquería o salón de belleza, aunque algunos lo hacen en spas, hoteles o complejos turísticos. Se ocupan primordialmente del cabello de las personas, incluyendo lavado, corte, peinado y teñido.

A diferencia del peluquero que suele dedicarse al corte del cabello, así como del arreglo y rasurado de barba y bigote, el estilista además observa los rasgos faciales, la personalidad y el estilo de vestir de la persona que va a atender, para con ello proponer al cliente un estilo de corte que vaya con él y la moda del momento, y así dar a su imagen el mayor atractivo posible.

Esta ocupación es una de las más añejas en la historia de la humanidad; entre los antiguos egipcios, por ejemplo, quienes se dedicaban al arreglo de barba y cabello eran personas distinguidas y respetadas.

En México, su predecesor es el barbero, que antes de la llegada de los españoles era denominado entre los aztecas como tecimani, quien se encargaba de ayudar a los texoxotlaticitl o cirujanos a rasurar las zonas indicadas para realizar sus operaciones.

Posteriormente, en la Nueva España, había barberos que sólo cortaban las barbas y el cabello, los que sangraban y sacaban muelas, los que hacían cirugías con o sin licencia y examen de conocimientos (barberos cirujanos), lo que lo convertía en un oficio prioritario dentro de la sociedad de su época, pero de importancia limitada, pese a que desarrollaban actividades necesarias para atender la salud de la población en general, pues eran considerados artesanos, debido a que su conocimiento se aplicaba de acuerdo con la estructura aprendiz, oficial y maestro.

El Censo de 1790 registró a 385 de estos ocupados dentro de la Nueva España, de los cuales 53% estaban ubicados en la intendencia de México.

Con el paso de los años, el desarrollo de la medicina moderna y la aparición de médicos y dentistas especializados, los barberos se vieron relegados a la barba y pelo de los hombres; con el paso de los años y la aparición de las estéticas y las peluquerías, el nombre cayó en desuso.

El sector donde se emplean los peluqueros o estilistas es el terciario o de servicios. Su distribución por tipo de unidad económica es la siguiente: 54.2% están en el sector de los hogares, 45.5% se ocupan en empresas y negocios, y un 0.3% en instituciones, todas ellas públicas.

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