Manuel Martínez realiza funciones de franelero en la esquina que forman las calles de Reforma y Jesús María, en el Centro Histórico de la ciudad. Desde 1980 y hasta la fecha, acompañado de su esposa, Guadalupe Avendaño, este hombre de 86 años de edad ha encontrado en esta actividad una forma de ganarse la vida “con gusto y con alegría”.

Con su compañera de vida a un lado, sentada en un pequeño banco, don Manuel, sombrero y franela roja en mano, vigila que los automovilistas de la calle, casi andador, Jesús María, puedan salir sin contratiempos a la calle de Reforma, por la que circulan los vehículos a mayor velocidad.

Comenta con voz suave y baja, así como con una lucidez mental que se evidencia por la forma en la que recuerda años y fechas, que lleva muchos años en esta esquina, donde, dice, “su patrón”, vecino de Jesús María, le da 300 pesos, más lo de los automovilistas.

Manuel Martínez será uno de los franeleros que se verán afectados por la instalación de parquímetros en la capital del estado, propuesta que tiene por objetivo ordenar las calles del centro de la ciudad y que fue hecha por el alcalde Marcos Aguilar Vega.

Antes de 1980, este hombre nacido el 2 de marzo de 1930 se dedicó a las labores del campo. “En mis tiempos me dedicaba a barbechar, sembrar, cosechar frijol, segar maíz y luego cosechar”, explicó.

Oriundo de un rancho llamado La Mariola, en el municipio de El Marqués, dice que siempre se dedicó al campo, “pues antes no había nada en qué trabajar en Querétaro”, y recuerda que esta situación cambió en la década de 1970, cuando abrió La Concordia, primera empresa de gran tamaño en el estado, pero él nunca buscó trabajo en empresas, pues estaba “dedicado a trabajar mi yunta” y la tierra.

Tuvo siete hijos, “todos están regados” en la capital del estado, pues vivían en La Cañada, pero luego “acabaron su primaria y tuvimos que buscarles el bien, y no había mejor bien: les dimos estudios. Mis hijas se dedicaron al estudio de la enfermedad, son doctoras, y otros hijos trabajaban en una fábrica, pero quebró, les dieron un dinerillo y es el que tienen por ahí”.

No permiten que sus hijos los apoyen con dinero, pues él y su esposa no quieren generar problemas, prefieren que sus hijos mantengan a sus nietos, por lo que juntos buscaron la forma de mantenerse y tener un trabajo.

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