Son las 10 de la mañana y el tianguis de los sábados en la delegación Josefa Vergara reúne a cientos de personas para comer o comprar despensa; también es el primer fin de semana de vacaciones y muchas familias ya salieron de la ciudad, por eso la explanada de las oficinas municipales está desierta. Nadie tiene trámites que realizar.

Debajo de un toldo, resintiendo el calor que poco a poco se hace más fuerte, seis soldados de la 17 zona militar y varios policías municipales de Querétaro esperan a que algún interesado, en medio de tanto alboroto, acuda a cambiar su arma de fuego por algún electrodoméstico.

Un tablón con manteles blancos, una computadora laptop, algunas hojas de registro, electrodomésticos y bicicletas apilados en un extremo, se convierten en un pequeño módulo itinerante para el programa Canje de Armas 2018, impulsado por la zona militar en cooperación con los gobiernos municipales.

Para las 11 de la mañana llegan los primeros dos ciudadanos. El primero en pasar es el señor Adolfo Gómez, entrega un rifle, los militares examinan el arma de fuego, verifican que sea real, si tiene marca o número de registro. Luego de unos minutos coinciden en que es de alta peligrosidad y le ofrecen una bicicleta o un celular, Adolfo toma la bicicleta.

Uno de los fotógrafos que cubre el programa se acerca al momento de la entrega y toma una fotografía para ilustrar su reportaje, pero Adolfo se siente incómodo, le pide al fotógrafo que no tome su rostro. “Algunas personas se sienten nerviosas cuando vienen a entregar las armas, pero es normal”, comenta uno de los policías capitalinos.

El canje de armas es anónimo, los militares llenan un formulario simplemente para llevar un registro de lo que reciben. Preguntan el nombre de la persona pero no piden ningún tipo de identificación, de tal forma que el ciudadano puede dar su verdadero nombre o dar un nombre falso. Además de eso no se hacen más preguntas, ni por la procedencia de la persona, ni por la procedencia del arma.

Los militares terminan de llenar el registro, le entregan a cambio una bicicleta, luego de eso Adolfo firma un documento que avala la entrega del arma y se queda con una copia, el último paso es tomarse una fotografía con los policías y soldados para presumir su nueva bici rodada 26. De principio a fin el proceso no tarda más de 15 minutos.

Destrucción de armas

Cuando el canje es completado, los soldados toman una fotografía del arma antes de destruirla, después de eso pasa a manos de otro elemento de la zona militar, éste último porta un mandil blanco y usa algunos elementos de protección como lentes y guantes de trabajo, pues es el encargado de destruir las armas.

Sin importar el tamaño, todo el armamento debe pasar por una máquina que cortará las armas hasta en cinco partes; es un disco giratorio capaz de cortar cualquier material, el soldado comienza a cortar las extremidades del rifle, hace uno, dos, tres cortes y comienza a sentirse en el aire un olor a quemado.

Édgar Ferrusca espera su turno, estuvo atento a todo el proceso anterior. Él acude para donar un arma menor, un pequeño revólver que ha mantenido oculto en su casa durante varios años, pues no sabía de una forma segura para deshacerse de él.

Cuando su hija de 12 años supo que entregaría el arma a las autoridades se sintió desprotegida y le pidió a su padre que no lo hiciera, que mejor dejara el arma en casa, pero Édgar le explicó lo peligroso que es tener un arma de fuego en su hogar.

“Es mejor cambiar las armas por algo que sirva en tu casa, esas cosas son peligrosas. Mi niña me dice ‘oye papá, pero por qué te vas a deshacer de ella, mejor guárdala’ y le digo que no porque un día que ande yo enojado y la saque o algún accidente que tengamos y la pistola se detone, no, mejor nos evitamos desgracias.

“Ahorita con tanta violencia los niños también se sienten inseguros, sienten ese temor de estar desprotegidos, pero con eso que le expliqué a mi niña creo que ya entendió las cosas de otra manera”, comenta Édgar.

Dependiendo de la peligrosidad del armamento, es el producto que le entregan al ciudadano. Por las armas menos peligrosas se entregan hornos de microondas y licuadoras, después vienen las bicicletas o celulares y para las armas grandes se entrega una pantalla plana.

Anteriormente se entregaban también materiales de construcción, pero desde hace un par de años las autoridades optan por entregar este tipo de productos, pues despiertan más el interés de las personas.

Mientras los elementos de seguridad esperan a que lleguen más ciudadanos, platican entre ellos que el periodo vacacional tal vez disminuya la entrega de armas, comentan también que la delegación en donde más armas han recogido es en Félix Osores Sotomayor y no en Santa Rosa Jáuregui como las propias autoridades anunciaron.

Son casi las dos de la tarde y sólo se han recibido dos armas, ha sido el día con menos actividad hasta ahora.

Una tercera persona llega al lugar, interrumpiendo el desayuno improvisado de los elementos que llevan ahí toda la mañana. Lleva un revólver .38 especial, pequeño y plateado, incluso parece un juguete bélico, los militares determinan que sí es real y anotan los datos en su registro.

“Parecía un arma menos peligrosa pero es de las grandes, ¿Qué te doy hijo, un celular o quieres una bicicleta?”, pregunta uno de los guardias. El joven abre la caja del teléfono y se encuentra con un motorola, “me llevo el teléfono”, dice en un primer momento, “mejor me llevo una bicla”, decide al final.

Se repite el protocolo, preguntan por un nombre, se toman un par de fotos y el arma se destruye. El joven cuenta que vino desde Santa Rosa Jáuregui, pues no pudo entregar el arma cuando las autoridades estuvieron allá.

El Canje de Armas 2018 seguirá realizándose los días 26 de marzo en la Unidad Deportiva Reforma-Lomas, en la delegación Villa Cayetano Rubio el martes 27 y en la delegación Centro Histórico el Miércoles 28 de marzo.

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