Mochilas nuevas, zapatos brillantes, uniformes planchados, ojos con sueño, carga vial alrededor de las escuelas. Los niños inician un nuevo ciclo escolar luego de casi dos meses de vacaciones de verano, y todo vuelve a la normalidad.

Regresan las carreras, las prisas, levantarse temprano, desayunar en el coche cuando se hace tarde, querer desintegrar a los vehículos que están adelante con el claxon del coche, maquillarse en el camino, la última “pestañita” en lo que se llega a la escuela.

Las actividades en la mayoría de las casas con hijos en edad escolar comienzan antes de que salga el sol. En los hogares donde no hay niños o aún no están en edad escolar, pero se tiene que salir a trabajar, salen más temprano para evitar los camiones llenos y el tránsito lento.

En las primeras horas, comienzan las carreras para hacer el desayuno, bañar a los chicos, tener listos uniformes, mochilas y loncheras. No olvidar nada el primer día de clases.

El transporte matutino.

En las paradas del transporte público, aún cubiertas con la oscuridad, padres de familia acompañan a sus hijos a la secundaria, principalmente a quienes ingresan a ese nivel educativo.

Esperan con cierta ansiedad el paso del camión que los lleve a sus destinos. Las unidades pasan llenas, a veces no se detienen, por lo que deben de tomar taxi, si es que pasa uno. En ocasiones la solicitud se hace a través del teléfono celular, con alguna de las empresas que prestan ese servicio. El chiste es llegar a tiempo.

Quienes van en automóvil deben lidiar con el estrés de manejar al mismo ritmo de los demás automovilistas, muchos de los cuales exceden los límites de velocidad con tal de llegar temprano con sus estudiantes a la escuela.

Apenas se pone la luz verde del semáforo, un claxon suena en la parte de atrás. Faltan poco minutos para las ocho de la mañana. La desesperación comienza a hacer de las suyas entre algunos conductores.

Los cerrones, los cambios de carril intempestivos, porque siempre avanza más rápido el carril contiguo, y frenones, se presentan constantemente. Al llegar a la escuela, en caso de no contar con un lugar para estacionarse, encender las intermitentes, ante la desesperación del conductor de atrás, para bajar a los niños, quienes descienden lentamente de los autos o camionetas, con grandes mochilas en las espaldas y una lonchera en una mano. La bendición rápidamente desde el volante y, como si fuera Pit stop en carrera de autos, volver a arrancar, ahora para llegar el trabajo.

Las calles que llevan a las escuelas lucen llenas de madres con sus hijos que caminan apresuradamente hacia los planteles educativos. Quienes no tienen que trasladarse más que unas cuadras hasta las escuelas, los menos, lucen más tranquilos y descansados, no tuvieron que lidiar con los congestionamientos y camiones llenos.

Van a pie, aunque “hacer confianza” también tiene sus contras.

Afuera de los planteles hay sentimientos encontrados. Por un lado, algunos chicos que llegan felices porque verán a sus amigos nuevamente, arriban a sus escuelas contentos y de inmediato buscan a sus compañeritos, con quienes comienzan a platicar sobre sus grandiosas experiencias en la temporada de vacaciones.

Las madres de familia y el primer día de clases.

Algunas madres de familia señalan que lo más complicado del regreso a clases fue levantarse temprano nuevamente, pues ya estaban acostumbrados en la familia a dormir una o dos horas más, y los niños acostumbrados a dormir más tarde, por lo que el domingo en la noche el ritual de dormir fue una tortura y una misión complicada de cumplir.

Teresa Núñez, dice que en la mañana fue muy sencillo llegar, pues la escuela le queda cerca de su casa y llegó a pie. Su hijo entró a primaria y dice que le fue muy bien. No tuvo problemas.

Lo difícil fue la salida, pues por necesidades del trabajo tuvo que ir por su pequeño en coche, haciendo mucho más tiempo para llegar a la escuela.

Llega la hora de la salida y los niños comienzan a salir poco a poco, de acuerdo al grado que cursan. Primero salen los más chicos y al final los grados más avanzados.

Los pequeños estudiantes salen corriendo y se abrazan a su madre o padre, o a ambos, luego de unas horas de no verlos.

Los chicos inician un nuevo ciclo escolar, se nota de inmediato en la ciudad, donde las carreras y las filas afuera de las escuelas vuelven a ser al pan de cada día.

bft

Google News

TEMAS RELACIONADOS