Dejó la escuela por falta de recursos económicos, cuando concluyó la primaria a los 11 años, para dedicarse al oficio de albañilería y ayudar con los gastos de su casa.

Ahora, a Alejandro Pacheco Sánchez no le alcanza para proporcionar estudios a sus cuatro hijos.

“Yo inicié siendo albañil por la cuestión económica, no tengo estudios, ahora sí que yo llegué hasta la primaria. Para llegar a algo más alto se necesitan de estudios, una cosa es que no tenía dinero para estudiar y otra cosa es que no salí bueno para el estudio”, comentó el trabajador de la construcción.

En Querétaro, en 2011 alrededor de 8 mil niños y adolescentes abandonaron la primaria y la secundaria, de acuerdo con datos proporcionados por el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).

Pacheco Sánchez habita en el municipio de El Marqués y se ha dedicado desde hace 30 años a la construcción, desempeñándose como albañil.

“Yo me dedico a la construcción desde hace 30 años, tengo 42 años, pues yo comencé como ayudante; a través del tiempo pues uno va agarrando experiencia, lo más difícil de ser albañil es el cansancio y la mala paga”, explicó Pacheco Suárez.

Actualmente Alejandro trabaja en la sustitución de adoquín en el primer cuadro de la ciudad, labor por la que recibe cerca de mil 800 pesos a la semana, es decir, 7 mil 200 pesos al mes para sostener a cinco personas, además de cubrir sus propios gastos.

Lamentó que la actividad es poco remunerada, por lo cual no alcanza para ahorrar y hacerse de un patrimonio que garantice la estabilidad de su esposa y la de él cuando lleguen a la tercera edad, y para entonces ya no puedan dedicarse a la vida productiva; además desea dejarle un patrimonio a sus hijos, pero hasta ahora considera que ha resultado muy complicado.

“Es muy difícil, no puedo decir que me sobra, al contrario, me falta; es sólo para pasarla, entre más pasa el tiempo se pone más difícil la situación económica. Las cosas cada vez cuestan más y los sueldos no suben, se mantienen y en algunas ocasiones hasta bajan”, añadió Alejandro.

Lo más difícil de su trabajo —señaló— es dedicar 10 horas a la jornada laboral y terminar el día con desgaste físico, ya que agregó que en su labor diaria es necesario encontrarse bajo los rayos del sol y estar en movimiento todo el tiempo.

A don Alejandro le tomó dos años aprender albañilería, pues apuntó que para conocer el oficio primeramente es necesario ser chalán o ayudante de alguien que esté dispuesto y tenga la paciencia de enseñar el oficio.

El albañil reconoció que el imaginario social en el que la sociedad tiene catalogado a los albañiles respecto al trato que éstos les dan a las mujeres, es cierto, ya que explicó que los piropos que ellos dicen van de la mano con el trabajo de la construcción.

“Yo creo que las mujeres no deberían enojarse por lo que les decimos o porque les chiflamos, al contrario, yo creo que deberían sentirse halagadas de su belleza, claro, hay que recordar que siempre hay que hacerlo sin faltarle al respeto a las damitas”, concluyó Alejandro Pacheco Sánchez

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