Constituida en Culiacán, Sinaloa, en 1989, Homex se inició con el desarrollo de áreas comerciales, y gradualmente se enfocó en la construcción y comercialización de viviendas de interés social. Bajo ese esquema, para finales de 2010, tenía presencia en 34 ciudades ubicadas en 21 estados de la República, así como en tres ciudades brasileñas.

Parecía una empresa modelo que logró, en plena efervecencia, que el Banco Mundial, los bancos de inversión de Wall Street y los fondos de pensiones de Estados Unidos invirtieran miles de millones de dólares en la empresa.

El éxito y las ganancias, sin embargo, enmascararon las insuficiencias. Los desarrollos habitacionales estaban plagados de defectos de infraestructura y construcción, y no se cumplió con los servicios básicos, por lo que miles de residentes, como ocurrió en Querétaro, abandonaron las casas. En 2015, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico estimó que alrededor de 500 mil casas construidas por Homex y otros desarrolladores, entre 2006 y 2010, estaban vacías.

En 2014, Homex se declaró en bancarrota, y tres años más tarde, en 2017, la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) la acusó de un “fraude masivo”, pues la empresa reportó una venta de más de 106 mil casas entre 2010 y 2012 que nunca existieron.

Las autoridades estadounidenses revelaron que las ventas de la empresa desarrolladora se habían inflado en más de tres mil millones de dólares en esos años. La SEC presentó, por ello, una demanda contra cuatro ex ejecutivos de la inmobiliaria.

Los demandados deberán pagar con intereses, las ganancias ilegales obtenidas por los cincos años previos a la presentación de la demanda, además de saldar las multas que prevé la Ley de Valores de EU. Sin embargo, el caso está en la “congeladora” porque no ha sido posible localizar a los ejecutivos relacionados con el caso, indican documentos de la Corte Federal de San Diego, California. Redacción.

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