Las aplicaciones que recientemente llegaron a México, o en este caso a Querétaro, llámese Uber o Cabify, no vienen a satisfacer la necesidad de ningún mercado y, en cambio, sí representan una competencia desleal para nosotros, los taxis convencionales que sí respetamos la ley de Movilidad del Transporte en el estado.

Esta legislación establece de forma contundente que todo servidor público debe contar con una concesión para efecto de otorgar un servicio de transporte a los particulares; pero nos encontramos con que entre los compañeros taxistas hay personas que tienen entre 20 y 30 años trabajando y aún así no han sido merecedores de una concesión. La ley, entonces, se adecuó a las necesidades y requerimientos de un grupo extranjero y es que vemos que las necesidades comerciales están por encima del Congreso local y la recomendación efectuada por la Comisión Federal de Competencia es un acto de injusticia regulado por el dinero y el negocio.

Los taxistas convencionales sostenemos, a pesar de que debemos acatar la modificación a la legislación para permitir la operación de las aplicaciones, que estas empresas de transporte particular transgreden nuestro derecho. En este sentido, el suyo es un mercado que ya estaba siendo atendido por algunas organizaciones de taxis desde hace más de 20 años.

Al principio comenzó de forma clandestina, pero se nos tildó de piratas. En varias ocasiones quisimos regularizar nuestras operaciones pero a los gobierno de Francisco Garrido Patrón y José Calzada no les interesó. Generamos varios acercamientos, pero jamás hubo respuesta de la autoridad.

Si a nosotros hace 20 años nos hubieran otorgado ese permiso que solicitábamos para modificar, no la Ley, sino insertar en el transporte especializado el transporte ejecutivo, no estaríamos expuestos a que vinieran otras empresas a querernos enseñar las necesidades del estado.

Las personas que dirigen empresas como Uber, Cabify o Easytaxi, no conocen las necesidades de nuestro estado; y, en lugar de propiciar que el capital se quede en Querétaro, éste es trasladado a otros países. Definitivamente una mala jugada por parte de los gobiernos.

El otro rubro que utilizan para atacarnos es el de la seguridad, pero yo quisiera preguntar: ¿Cuándo se ha reportado de robos o asesinatos en Querétaro que impliquen a taxistas? ¿Qué acaso no tenemos un órgano rector como el Estado, para estar viendo de qué manera le podemos otorgar la seguridad a nuestros conciudadanos? ¿Tienen que venir aplicaciones? ¿Entonces, para qué queremos nosotros gobiernos o legisladores?

Sin embargo, debemos hacernos a la idea de que estas empresas existen, pero igualmente permanecen nuestros principales reclamos: ¿Cuándo se le va a hacer justicia al taxista tradicional que dejó toda su vida arriba de un transporte público? Vienen estas empresas, mañana vendrán otras. El transporte colectivo es siempre lo mismo. ¿Cuándo se dice, vamos a organizar al trasportista, ese que no tiene más que su carrito tradicional? ¿Cuándo se dice vamos a arroparlo, vamos a ponderarlo, a beneficiarlo?

También sabemos que tenemos que evolucionar para poder competir. Si tienes un servicio que se está solicitando por medio de una aplicación tienes que modificarte. Tienes que contar con una aplicación y competir. El taxi tradicional no se va a perder. Van a seguir habiendo personas que salen a la calle a esperar su taxi. Va a seguir la gente transportando su mercancía de los mercados y de los centros comerciales a sus casas. ¿Qué ganamos con esto? Ganamos la apertura a la tecnología. El taxista convencional tiene que aprender a moverse por medio de la tecnología. Eso lo sabemos y no era necesario que llegara una empresa o dos. Había necesidad de que los gobiernos estatales vieran esa necesidad y dijeran: “Señores taxistas, se viene la modernidad con estas empresas que vienen del extranjero. ¿Cómo las vamos a enfrentar? A disposición de ustedes ponemos un grupo técnico para que les enseñe a manejar esto y les otorgamos una aplicación para que puedan competir como mexicanos con las empresas que vienen del extranjero”.

México debe saber que tenemos que competir, más, desgraciadamente, esperan a que otros nos vengan a poner el pie en el cuello para modificar las leyes, en lugar de instrumentar desde antes una aplicación que beneficie a todo el gremio local.

Yo no soy ni Uber ni Cabify, pero puedo decir que le traje un beneficio a Querétaro. A medida que nosotros seamos importantes como ciudadanos vamos a ser importantes como servidores públicos y vamos a ser importantes como empresas, pero tenemos que trabajar en conjunto. No al arbitrio.

No menos que nunca hoy tenemos que dar marcha atrás a esto. No soy retrógrada. En este caso tronó la bomba, vinieron a enseñarnos lo que ya sabíamos, el gobierno aprendió lo que desconocía y hay que competir. No nos queda de otra.

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