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Entre flores, tambores y danzantes se realizó este 15 de septiembre la celebración a la Virgen de los Dolores, en el Templo de la Santa Cruz, continuado así con la tradición de entrar de rodillas al templo en agradecimiento por algún milagro.
Miles de personas —entre espectadores y danzantes— disfrutaron en armonía de una tarde llena de color y sonido a través de los trajes tradicionales de los danzantes, llenos de plumas de colores, los largos mechones de cabello que adornan los penachos de cada grupo de danza y los báculos con cráneos de animales, así como la celebración de la misa.
El acto hizo alusión a la época de la conquista de los españoles a los grupos étnicos que existían en el país. A lo largo de los años, la tradición que ha permanecido es la de realizar una peregrinación de rodillas.
Desde las 05:30 horas que se abren las puertas del templo, empiezan a pasar personas quienes de rodillas inician su peregrinar, algunas de ellas desde la puerta del templo y otras del atrio. Antiguamente se realizaba desde el parque Alameda hasta el templo de La Cruz.
De acuerdo con fray Hugo Córdoba Padilla, religioso franciscano, vicario del Templo y Convento de la Santa Cruz, la tradición de festejar a la Santa Cruz es “ancestral”, y más aún la conmemoración del día de “pagar la manda”.
Explicó que existen dos motivos de por qué la gente entra de rodillas al templo hasta llegar al altar donde se encuentra la imagen de la Virgen de Dólares.
En primer lugar, mencionó que “las personas asisten a darle gracias a Dios pues es una tradición antiquísima de expresarle agradecimiento por haberles hecho un favor a través de la Santa Cruz”.
Dijo que hay personas quienes le han pedido un favor “a la Santa Cruz”, por alguna enfermedad de la persona misma o de algún familiar, y al haber recibido ese favor, los creyentes “quieren expresarle a través de esa forma y de ese sacrificio su agradecimiento”.
También existe otra forma de entrar al templo de rodillas, se trata de la expiación, enmienda o compensación que quieren hacer algunas personas quienes han creen haber cometido algún error o “algunas ofensas contra Dios pues quien desea de alguna manera expiar, purificar sus faltas y sus culpas, lo hace también de esa manera”.
Cada persona con sus propias palabras le ofrece su agradecimiento a Dios o le hace su petición, son miles las que acuden al templo, “se celebra la misa y las personas siguen entrando” indicó fray Hugo.
El día de pagar la manda se realiza una misa especial para los danzantes a las 10 de la mañana en el que se les invita a salir de ese sincretismo, “que no se queden con sus ideas antiguas que al único que se alaba y adora es a Dios propiamente”, dijo.
Son 29 frailes los que reciben a los “hermanos penitentes” y les curan las heridas causadas por las piedras y el pavimento por el que pasan en su peregrinar, agregó Fray Hugo.
Algunas personas, acompañadas por sus familiares asisten al día de “pagar la manda” y son ellos quienes colocan cobijas en el piso, además de cartones, bolsas, sabanas, para que no sea tan doloroso su andar.
A unos pasos del altar, varias personas comienzan a llorar, se quedan sin fuerzas y luchan a cada paso para llegar ante la presencia de la Virgen de los Dolores.